Manual de técnicas de montaña e interpretación de la naturaleza (Bicolor). Fernando Lampre Vitaller
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      A lo largo de la historia, la navegación, los grandes viajes y los descubrimientos, junto con el desarrollo y la evolución de las ciencias geográficas, matemáticas y experimentales, fueron perfilando la madurez de los sistemas de referencia, perfeccionando la representación cartográfica del medio físico y humano.

      La revolución tecnológica del siglo XX (la aviación, la informática, los satélites, el Sistema de Posicionamiento Global o G.PS., etc.), así como la globalización de los medios de comunicación, han configurado un marco conceptual normalizado y universal. Obviamente, todo el camino no está recorrido. Pero, gracias al proceso descrito, la humanidad ya nunca volvió a extraviar su camino.

      Cualquier punto, objeto o fenómeno de la superficie terrestre puede ser localizado. Su localización exacta implica el conocimiento de su posición mediante un sistema de referencia, formado siempre por un punto denominado origen y unas coordenadas (puntos, ejes o planos). Las coordenadas nos permiten establecer la posición numérica del punto, objeto o fenómeno de la superficie terrestre a localizar.

      Los sistemas de referencia y las coordenadas no sólo nos facilitan la localización de los fenómenos, sino que también nos permiten cartografiar e interpretar con exactitud cualquier punto u objeto de la superficie terrestre, posibilitando con ello la transmisión del conocimiento geográfico.

      Nuestra estancia en la naturaleza es, o debería ser, un ejercicio continuo y dinámico de localización e interpretación cartográfica, por ejemplo, a la hora de seguir un itinerario. En este caso estamos ante un sistema de referencia lineal o de una única dimensión (nuestro camino o itinerario), donde es preciso conocer un punto de origen (por ejemplo, el comienzo del sendero) respecto al cual posicionaremos cualquier otro punto de interés en nuestro itinerario. Para ello mediremos la distancia de cada punto de interés (por ejemplo, una fuente donde abastecernos de agua o un refugio para pernoctar) al punto de origen: la fuente se encuentra a 3 km de nuestro punto de partida, el refugio está a 7,5 km del inicio, etc.

      El sistema de coordenadas puede complicarse sucesivamente empleando sistemas de referencia de dos dimensiones (respecto a dos ejes ortogonales o perpendiculares entre sí), o incluso de tres dimensiones. El ejemplo más sencillo de las dos dimensiones nos lo encontramos en el cruce de coordenadas de la divertida “guerra de barcos”, donde la posición de las naves es referencia (cruce o corte) de dos ejes proyectados desde un punto origen, un eje de letras y un eje numérico (filas y columnas): H5 agua, H6 tocado, H7 hundido.

      Por su parte, las coordenadas geográficas constituyen un clásico sistema de referencia en tres dimensiones: un punto cualquiera de la superficie terrestre queda posicionado respecto a tres ejes perpendiculares que, a su vez, dan lugar a tres planos ortogonales entre sí. En la esfera terrestre se puede calcular el valor lineal de ese punto respecto a los tres planos mencionados o, más comúnmente, establecer el valor angular del punto: longitud respecto al meridiano de Greenwich (barrio londinense que da nombre, desde el año 1884, al meridiano considerado universalmente como origen) y latitud respecto al Ecuador (paralelo origen). Como dato curioso, algunos mapas españoles, no demasiado antiguos (ediciones anteriores a los años 1970), todavía expresan la longitud respecto al meridiano de Madrid.

      El intervalo de longitudes (Este u Oeste) está comprendido entre los 0º del meridiano de Greenwich y los 180º del Antimeridiano. Respecto a la latitud (Norte o Sur), el intervalo se desarrolla entre los 0º del Ecuador y los 90º de los Polos. El ejemplo de la figura 1.1 expresa las coordenadas geográficas de un punto (P) situado a 40º de longitud Este y 50º de latitud Norte.

      El sistema sexagesimal de las coordenadas geográficas (valores angulares expresados como grados, minutos y segundos) es bastante complejo de cara a la navegación, aviación comercial, usos militares, etc., por lo que se ha sustituido paulatinamente por el sistema de coordenadas U.T.M. (Universal Transverse Mercator). Se trata de un sistema, muy preciso, de designación cartesiana de un punto, con la particularidad de que expresa las distancias métricas respecto a una cuadrícula establecida.

      Figura 1.1 Determinación de las coordenadas geográficas de un punto (P) de la superficie terrestre situado a 40º de longitud Este y 50º de latitud Norte.

      Los Mapas Topográficos Nacionales (M.T.N.), confeccionados en España por el Instituto Geográfico Nacional (I.G.N.) y por el Servicio Geográfico del Ejército (S.G.E.), utilizan como sistema de referencia las coordenadas U.T.M., derivadas a su vez de la proyección cartográfica homónima (ver el epígrafe del M.T.N. en el apartado sobre interpretación y utilización de mapas).

      Como se puede observar en la figura 1.2, la representación del globo terráqueo se realiza sobre 60 husos de 6° de anchura (668 km cada huso), numerados de oeste a este desde el antimeridiano de Greenwich, situado a una longitud de 180° (recordemos que la referencia básica es el meridiano 0° de Greenwich).

      Figura 1.2 Designación de zonas en la proyección U.T.M.

      Los husos se dividen de sur a norte en 20 bandas de 8° de latitud que se identifican con letras mayúsculas, desde los 80° Sur a los 80° Norte (los Círculos Polares quedan excluidos de la proyección U.T.M.). El resultado son 1.200 zonas (60 husos x 20 bandas), cuya designación referencia en primer lugar el huso y, en segundo lugar, la banda. La Península Ibérica queda incluida en las zonas 29T, 30T, 31T, 29S, 30S y 31S.

      Como hemos visto, la determinación de zona constituye el primer elemento de identificación de las coordenadas U.T.M. Cada zona se divide en cuadrados de 100 km de lado designados por dos nuevas letras mayúsculas (referenciadas normalmente en el ángulo inferior izquierdo del reverso del mapa), ordenadas de oeste a este y de sur a norte. Esta designación cartesiana tiene todavía una mayor precisión, puesto que sobre el mapa aparece una nueva cuadrícula U.T.M. que subdivide el cuadrado de 100 km en cuadrados de 10 km de lado (línea negra o azul más gruesa), y éstos a su vez en cuadrados de 1 km de lado (línea negra o azul más fina). Estos últimos son los que componen la red básica U.T.M., cuyas referencias numéricas aparecen rotuladas a lo largo y ancho del marco del mapa topográfico.

      Tomando como referencia la cuadrícula constituida por cuadrados de 1 km de lado, observamos cómo los dígitos aumentan su valor conforme nos desplazamos hacia el este y, por el contrario, disminuyen si nos trasladamos hacia el oeste. En la latitud aumenta el valor de los dígitos hacia el norte, disminuyendo hacia el sur.

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