Tras los pasos de Jesús. Ricardo E. Facci
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Название: Tras los pasos de Jesús

Автор: Ricardo E. Facci

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Carisma

isbn: 9789878438023

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СКАЧАТЬ como Hogares Nuevos es salir a buscar en la periferia de la humanidad las familias, las parejas que necesitan el anuncio de Cristo, los jóvenes hoy se juntan y no saben por qué lo hacen, si por moda o porque son vidas heridas, en la niñez, por el desamor familiar.

      Cristo quiere depositarse en el amor de dos personas, Él quiere que penetremos los rincones de nuestra sociedad y salgamos en ayuda a reconstruir las vasijas de los esposos, de las parejas, de las uniones de hecho, porque sus padres no los prepararon para el amor responsable y a su vez estos padres cuando eran pequeños carecían de la enseñanza del valor de la fidelidad, del valor de la familia. Es una cadena de desamor y falta de transmisión de lo esencial de la formación para la vida. En vez de juzgarlos, hay que acompañarlos y mostrarles el ideal, para luego re-construir esas familias.

      Llevemos a María y a su Hijo a aquellos esposos y aquellas parejas que necesitan acompañamiento para regularizar su situación de vida, esta debe ser una tarea evangelizadora concreta de Hogares Nuevos… Hogares Nuevos tendrá que hacer una opción fundamental de apostolado por las familias, cada vez más definida y trabajada en nuestras diócesis y comunidades.

      Si estas herramientas que Hogares Nuevos brinda para la vida matrimonial, se las refleja en la vida de comunidad, es la oportunidad en la que un matrimonio animador o con responsabilidades dentro de su comunidad o diócesis, pueda aportar el mejor vino de sus tinajas, entonces, estará aportando a su comunidad, equipo de trabajo, coordinación, diócesis… Entonces, a través de cada vasija, podrá dar:

      1-Completar, poder llegar a completar el amor humano en amor de caridad. En los trabajos de comunidad, diocesanos, en la intencionalidad que se pone cuando se realizan las cosas… El amor de caridad.

      2-Perdonar, esencial en la vida comunitaria, para construirla, sólidamente sin cúmulo de heridas.

      3-Unir, desterrando el individualismo y construyendo la unidad que plenifica.

      4-Ser fecundos, sobre todo, la fecundidad espiritual que hace que muchos tengamos hermanos, hijos y padres espirituales, pasando a tener, de algún modo, una segunda familia, cultivando lazos, tal vez mas importantes, con quienes se sienten más apoyados que incluso por los propios familiares. Conozco hijos de Hogares Nuevos que cultivan una relación espiritual muy profunda con los matrimonios que trabajan en el movimiento Hijos de Hogares Nuevos, que sienten que estos son sus segundos padres. Entonces, estamos llamados a ser fecundos en la comunidad, en nuestra relación de trabajo, en los equipos y con el movimiento Hijos de Hogares Nuevos.

      5-Elevar, aquella hermosa misión de hacer de la comunidad la mejor del mundo y que lleguen a decir de nosotros: miren como se aman y luego, la comunidad llegue a ser la mejor del cielo. Hoy nosotros nos podemos nutrir de la palabra de Dios y del ejemplo de las primeras comunidades cristianas, ellas apuntaban a elevar la vida de cada uno de sus miembros.

      6-Iluminar, pudiendo ser testimonio vivo de comunidades de familias que buscan ser transformadas como en una Sagrada Familia, porque Cristo esta en medio nuestro.

      Queridos matrimonios, aportemos el mejor vino a nuestras comunidades, a nuestras diócesis, en el ambiente que estemos insertos y recordemos si se termina el vino en nuestras vasijas, imploremos a nuestra Madre, que vela por la familia, que intercede ante Jesús para que nos colme con su gracia.

      La familia transmite la fe a sus hijos.

      Quizá en este auditorio tenemos realidades variadas: matrimonios jóvenes y, también, matrimonios que están viviendo la experiencia de ser abuelos. Pero en ambos casos este es un llamado a reflexionar que nuestras familias descubran y tomen conciencia de su importante rol en la transmisión, educación y vivencia de la fe, abrazando la fe de todos los miembros de la familia, especialmente de los hijos.

      Nos recuerda el Concilio Vaticano II: «Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, ellos tienen la gravísima obligación de educarlos: los Padres son los primeros y principales educadores de sus hijos. Tan importante es este deber de la educación familiar, que difícilmente puede ser suplido» (Vat. II, GS 3). Los Padres colaboran con Dios en la transmisión de la vida. Colaboración en la transmisión de la Vida que implica no solo la gestación, sino también, la labor de padres que continúa gestando y animando la vida de los hijos en el Espíritu, durante toda la vida de los padres. La educación de los padres hacia los hijos no muere cuando mueren los padres, sino que el caudal de enseñanzas que los padres transmitieron a sus hijos perdura, sigue actuando mientras el hijo, o los hijos traen al presente, un consejo, una palabra, un ejemplo de vida de sus padres y lo buscan vivenciar, cuando evocan un consejo, una palabra de Papá o Mamá, allí continúan luego de muertos los padres, ejerciendo su educación a sus hijos. ¿Se imaginan si siguen actuando y ejerciendo en los nietos todas las enseñanzas que podamos volcar en ellos? Y así sucesivamente.

      En los hijos hay un cuerpo, hay un alma, un espíritu, una vida de gracia sobrenatural, infundida por el Espíritu Santo. Recuerden:

      -Por la crianza, el cuerpo del hijo recibió los cuidados precisos: abrigo, alimento, higiene, vacunas, calor humano de ustedes dos.

      -Por la educación, el alma del hijo recibió progresivamente todo un conjunto de hábitos, conocimientos, artes y aprendizajes que modelaron su personalidad, y le hicieron cada vez más capaz de insertarse en una vida social y laboral.

      -Por la educación en la Fe en el hogar, por la catequesis familiar, también al acostarse ejercitando las oraciones de iniciación en la Fe, y con ocasión de diversos sucesos, el espíritu del hijo recibió día a día todo un mundo de fe, que fue asimilando casi sin darse cuenta, casi jugando, toda una jerarquía de valores evangélicos, una serie de aprendizajes fundamentales: les enseñaron a rezar, servir, perdonar, amar y compartir. ¡Todo esto, le transmitieron en la vida de fe a sus hijos!

      El niño pequeño, cuando recibe el bautismo no es capaz de un acto libre para recibir la fe, no puede confesarla todavía personalmente, por eso, la confiesan sus padres y padrinos en su nombre. Recordemos el momento de la ceremonia del Bautismo. Allí el niño es sostenido por sus padres y padrinos, es acogido en la fe de la Iglesia, simbolizada en la luz que el padre enciende en el cirio durante la liturgia del bautismo. Esta estructura del bautismo destaca la importancia de la unión entre la Iglesia y la familia en la transmisión de la fe. “La entrega al papá de la vela encendida simboliza la unión de la Iglesia con la familia”. A los padres corresponde, según san Agustín, no sólo engendrar a los hijos, sino también llevarlos a Dios (cfr. Lumen Fidei 43).

      La Carta a los Hebreos pone de relieve un aspecto esencial de su fe. La fe no sólo se presenta como un camino, sino también como una edificación, como la preparación de un lugar en el que el hombre pueda convivir con los demás. El primer constructor es Noé, que en el Arca, logra salvar a su familia (cf. Heb 11,7). La fe debe ser vivida en familia, ilumina las relaciones humanas, porque nace del amor y sigue la dinámica del amor de Dios (cfr. Lumen Fidei 50). El primer ámbito donde la fe ilumina a los hombres es la familia (cfr. Lumen Fidei 52).

      La fe en la familia, está presente en todas las etapas de la vida, comenzando por la infancia, los niños aprenden a fiarse del amor de sus padres. Por eso, es importante que los padres cultiven momentos sencillos pero profundos y hermosos de fe en la familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos. Sobre todo los jóvenes, que atraviesan una edad tan compleja, rica e importante para la fe, deben sentir ellos la cercanía y la atención de la familia y de la comunidad en su camino de crecimiento en la fe. Todos hemos visto, seguramente, en el mes de Julio las imágenes de Brasil durante la Jornada Mundial de la Juventud, cómo los jóvenes manifiestan la alegría de la fe, el compromiso de vivir una fe cada vez más sólida y generosa. ¡Parece mentira que se diga en la sociedad que el joven esta perdido, hay muchos jóvenes que desean conocer más a Cristo, que están en búsqueda de Dios! Los jóvenes aspiran a una vida grande. Permitámosle, СКАЧАТЬ