El libro conciso de la punción seca (Color). John Sharkey
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Название: El libro conciso de la punción seca (Color)

Автор: John Sharkey

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: Terapia Manual

isbn: 9788499109299

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СКАЧАТЬ Hipótesis nueva

      Los puntos gatillo miofasciales son zonas hiperirritables localizadas que se encuentran en las bandas tensas dentro de los sarcómeros musculares (Simons, Travell y Simons, 1999). El retículo sarcoplasmático (RS) vacío funciona para almacenar iones de calcio que constantemente son bombeados al mismo desde el citoplasma de la célula. Cuando las fibras musculares no se contraen, una concentración elevada de calcio se localiza en el retículo sarcoplasmático, mientras que hay concentraciones bajas dentro del sarcoplasma. Las puertas de calcio especiales pueden mantenerse cerradas, impidiendo que el calcio escape y pase al sarcoplasma. Cuando un impulso transcurre a lo largo de la membrana del retículo sarcoplasmático, estas puertas de calcio se abren y permiten que los iones de calcio salgan del retículo sarcoplasmático y pasen al sarcoplasma del sarcómero, en donde se localizan los miofilamentos. Este es el paso clave en la secuencia normal que da lugar a las contracciones musculares.

      Las miofibrillas consisten en tres tipos de miofilamentos: miosina, la proteína gruesa; actina, la proteína fina, y titina, la proteína pegajosa. Estos miofilamentos están dispuestos en un patrón muy preciso. Los miofilamentos gruesos están rodeados por seis miofilamentos finos en espiral, mientras que las proteínas de titina actúan como colas que anclan la miosina al disco Z. En la figura 1.1, por encima y debajo de cada miofilamento grueso se pueden ver miofilamentos de actina fina; sin embargo, en realidad forman espirales alrededor de las proteínas gruesas a la manera de una serpiente.

      Dentro de cada sarcómero, los miofilamentos se solapan, de forma similar a cuando las cerdas de dos escobas se presionan unas con otras. Bajo el microscopio, los terminales de un sarcómero son más claros que en el centro; esto se debe a que los miofilamentos gruesos se sitúan en el centro, mientras que los miofilamentos finos están ubicados en los extremos. Por este motivo, se utilizaba la denominación de músculo estriado. Las zonas más claras se denominan banda I, mientras que las zonas oscuras se denominan bandas A. Cerca del centro de la banda I se encuentra una línea oscura fina conocida como línea Z o disco Z: la línea Z es donde se juntan los sarcómeros y los miofilamentos finos de los sarcómeros adyacentes se solapan ligeramente. El miofilamento grueso miosina tiene un centro con cabezas que salen como los cabezales de un palo de golf (de hecho, dos cabezas); reciben el nombre de puentes cruzados de miosina. Estos puentes o cabezas presentan una serie de características importantes:

      • Zonas de unión de adenosina trifosfato (ATP).

      • Zonas de unión de actina.

      • Bisagra que permite una acción de rotación de forma que la cabeza puede mover las proteínas finas y dar lugar a una contracción.

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      Cabe destacar la forma esférica de las cadenas largas de moléculas de actina (también denominadas actinas G ). La proteína fina actina está formada por dos cadenas (proteínas H y G) que forman espirales una alrededor de la otra. A su vez, una proteína más pequeña asociada, denominada tropomiosina, rodea la actina, tal como se muestra. Además, otra proteína, troponina, se inserta a intervalos específicos a la tropomiosina. Dado que estas proteínas se atraen electromagnéticamente, una vez que la troponina se mueve, dará lugar al movimiento de la tropomiosina unida a ella. Este es el punto clave: la tropomiosina cubre las zonas de unión en la actina. Cuando la tropomiosina se aleja debido al movimiento de las proteínas eléctricamente cargadas, que actúan sobre la troponina, se liberan las zonas de los puentes cruzados de la miosina gruesa electromagnéticamente cargada para atraerse y asociarse (deslizarse). De este modo el músculo se contrae.

      Cuando los músculos trabajan con normalidad, precisan un impulso nervioso, que es el primer paso que lleva a la contracción. Este impulso nervioso se desplaza a lo largo del sarcolema y pasa a los túbulos T. De ahí, el impulso nervioso pasará al retículo sarcoplasmático, dando lugar a la apertura activa de los canales de calcio, con lo que el calcio difunde a los sarcómeros, en donde se localizan los miofilamentos. Entonces, el calcio se une a la molécula de troponina, alterando la forma de la proteína y haciendo que se mueva, lo que arrastra la tropomiosina conectada. Ahora que la tropomiosina se ha movido, se liberan las zonas de unión de la miosina, permitiendo que las cabezas de miosina se inserten en la actina y la estiren. Conforme las cabezas contactan con la actina, los puentes cruzados giran y rotan, con lo que tiran del miofilamento de actina; esto no ocurre al momento, sino de forma similar a la manera en que un equipo tira de la cuerda en el juego de tira y afloja. La acción de tirar ocurre de forma sincronizada: algunas cabezas de miosina se unen mientras que otras se separan —un esfuerzo colectivo que da lugar a una contracción concéntrica—. Si la fuerza externa supera la acción de tirar, o si una persona permite conscientemente que se supere el músculo, el resultado es su elongación mientras que tira de los miofilamentos; esto se conoce como contracción excéntrica. Hay que recordar que esto significa que los músculos solo pueden tirar, no pueden empujar.

      Para que los músculos trabajen con eficacia, se requiere energía; esta energía se suministra a través del desdoblamiento de ATP. Siempre que el calcio se mantenga en presencia de los miofilamentos, los sarcómeros seguirán acortados. En condiciones normales, cuando se interrumpe el impulso nervioso, la membrana del retículo sarcoplasmático ya no es permeable al calcio, por lo que los canales de calcio actúan en sentido inverso, y el calcio escapa del sarcómero de vuelta al retículo sarcoplasmático. Cuando el calcio se separa de la troponina, devuelve la tropomiosina a su lugar de reposo cubriendo las zonas de unión de miosina. Una vez más, la tropomiosina bloquea los puentes cruzados evitando que toque la proteína actina fina, con lo que previene que se produzca una contracción.

      A partir de lo anteriormente descrito, el lector puede apreciar que el calcio es la «clave», que enciende la contracción o, a estos efectos, la apaga. Si por algún motivo los iones de calcio no pueden salir del sarcómero (o, tal como propusieron Gerwin, Dommerholt y Shah [2004], un retículo sarcoplasmático lesionado da lugar a un flujo de las concentraciones de calcio), entonces los miofilamentos se mantendrán acortados. Se produce una actividad disfuncional de la placa terminal, que suele estar asociada a una tensión (que se debe, por ejemplo, a una actividad física no habitual) o a otra lesión del tejido blando. El calcio almacenado se libera en la zona; la acetilcolina (AC) se libera a través de los canales cargados con calcio en la sinapsis, dando lugar a una presencia rica y constante de este neurotransmisor. Es posible que para rectificar esta situación se precise más energía que para mantenerla, por lo que la fibra muscular sigue acortada, con lo que aumenta la tensión. Esto da lugar a una reducción de oxígeno y a un aumento del metabolismo anaeróbico, que desemboca en una despolarización anormal de la membrana postunión de las placas motoras terminales.

      La isquemia resultante desarrolla y crea un déficit de oxígeno y nutrientes, que se acompaña de una crisis de energía local. Para eliminar el calcio excedente se precisa energía (ATP). La disponibilidad de ATP se reduce debido a la consiguiente presión tisular que, a su vez, restringe el suministro local de sangre. Los niveles de calcio persistentemente altos mantienen la liberación de la AC. De ello resulta un círculo vicioso.

      La transmisión de AC provoca que los elementos de actina y miosina de las miofibrillas se deslicen a una posición acortada, dando lugar a la formación de contracturas (involuntaria sin potencial de acción). Se precisa más energía para eliminar el calcio excesivo que para sostener una contractura, por lo que la contractura sigue.

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