El fin de la religión. Bruxy Cavey
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Название: El fin de la religión

Автор: Bruxy Cavey

Издательство: Bookwire

Жанр: Религия: прочее

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isbn: 9781951539573

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СКАЧАТЬ sacia. No digo que no haya copa que no pueda ofrecer algo refrescante, solo que la religión en sí no es lo que refresca. De hecho, cuando creamos que hemos encontrado la copa apropiada, probablemente debamos descartarla, porque entonces habremos confundido los contenidos con el recipiente, la sustancia con la estructura, la fe con la forma. La fe puede expresarse en muchas maneras, pero eso no es lo que satisface. La Biblia llama idolatría al proceso de confundir la forma con la sustancia, y les sucede todo el tiempo a personas bienintencionadas.

      La Biblia cuenta una historia de un día en que Dios usó la estatua de una serpiente para ayudar a generar fe entre su pueblo. Unas serpientes venenosas empezaron a atacar a los israelitas durante su travesía por el desierto y muchos morían. Ellos clamaron a Dios para que eliminara a las serpientes, pero, en lugar de eso, Dios propuso un plan más creativo.3 Él podía sanarlos a todos de una vez y por cuenta propia, pero, como normalmente suele hacer, encontró una manera de asociarse con su gente para producir resultados. Así que hizo que Moisés construyera una estatua de serpiente y les dijo a los israelitas que miraran a la estatua de la serpiente con fe para que hubiera sanidad. La estatua fue una idea de Dios y cumplió bien su propósito (ver Números 21: 4-9). Sin embargo, más adelante en la Biblia, encontramos que las personas se enamoraron tanto de la estatua de la serpiente que comenzaron a adorarla en lugar de al Dios que se las había dado (ver 2 Reyes 18: 4). Lo que estaba destinado a ser un regalo de Dios se había convertido en un ídolo, un obstáculo para su relación directa. En lugar de adorar a Dios, terminaron por adorar la forma que tomó su poder en algún momento de sus vidas. Terminaron lamiendo la copa.

      A veces, las personas que saben que soy un seguidor de Cristo me preguntan si creo que todas las religiones llevan a Dios. Supongo que esperan que yo sostenga que solo la religión cristiana es el camino a Dios o que dé la respuesta abierta de que todas las religiones lo hacen. En lugar de eso, elijo una tercera alternativa. Les digo que no creo que todas las religiones conduzcan a Dios porque ninguna religión conduce a Dios. La religión no lleva a la gente a Dios más de lo que una copa apaga la sed.

      El relato de la Biblia es la historia de Dios que quiere que vayamos a él directamente, que nos ofrece herramientas para ayudarnos en nuestra relación, y que luego observa cómo se resquebraja nuestro corazón cuando nos enamoramos de las herramientas, en lugar de acercarnos a Dios. A través del profeta hebreo Jeremías, Dios expresa su decepción por nuestras tendencias:

      “Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo:

      Me han abandonado a mí,

      fuente de agua viva,

      y han cavado sus propias cisternas,

      cisternas rotas que no retienen agua”. (Jeremías 2: 13)

      Dios mismo es la fuente de agua viva que quita la sed humana (véase también Jeremías 17: 13). Dios no le dice a su gente: “Oigan, escuchen, lo están entendiendo todo al revés. Están bebiendo del vaso equivocado. ¡Elijan el vaso correcto y luego me agradarán!”. ¡No! El Dios de la Biblia no aboga por una “copa” correcta con la que podamos experimentar su amor que aplaca la sed. Más bien, Dios nos invita a acercarnos directamente a él, la fuente de las aguas vivas. Y encima de eso, cuando nos negamos a acercarnos, él viene a nosotros y nos ofrece darnos su Espíritu, plantándolo en nuestro interior, su Espíritu que apaga nuestra sed. Esa es la historia de Jesús (ver Juan 4: 7-14; 7: 37-39).

      Hay muchas profecías del Antiguo Testamento sobre el fin de la religión, y todas ellas se hacen concretas hasta cierto punto en la vida de Jesús. Por ejemplo, el profeta Isaías dice:

      “Olviden las cosas de antaño;

      ya no vivan en el pasado.

      ¡Voy a hacer algo nuevo!

      Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta?”

      Estoy abriendo un camino en el desierto,

      y ríos en lugares desolados”. (Isaías 43: 18-19).

      ¿Puedes darte cuenta de la metáfora líquida? La Biblia a menudo compara el Espíritu de Dios con líquidos como el agua, el aceite, la leche o el vino. Jesús usó esa imagen líquida para proclamar el fin de la religión. Otros dos profetas hebreos predijeron un momento en que el “agua viva” fluiría desde el templo en Jerusalén hacia el resto de la tierra, trayendo un refrigerio espiritual a todas las personas (ver Ezequiel 47: 1-12; Zacarías 14: 8-9). Era una imagen vívida de la renovación global. Pero ¿cómo se cumpliría esa profecía? ¿Cómo se concretaría esa profecía líquida en la vida “real”? Las profecías pictóricas son tan difíciles de interpretar. El agua gorgotea desde debajo del templo y fluye hacia afuera para inundar la tierra seca y sedienta. ¿Qué significaba esa visión? ¿Adoraría un día el mundo entero al Dios de Israel al venir al templo judío para ofrecer sacrificios de animales? ¿Por qué la profecía describe el agua que fluye del templo a todo el mundo en lugar de representar a las personas que vienen a beber al templo?

      Jesús creyó en esa profecía, pero creyó que se cumpliría de una manera radical que nunca se había escuchado. Su mensaje subversivo a la gente religiosa de su época fue que él reemplazaría el sistema de sacrificios del templo y que, a través de él, todo el mundo podría recibir la bendición de Dios directamente. El agua dadora de vida de las profecías saldría de él, el nuevo templo. Como veremos con mayor detalle en la parte 2, Jesús actuó como si su propia vida y muerte reemplazaran todo el sistema de sacrificios del templo. El mismo Jesús asumiría el papel de los tres: el del cordero sacrificial, el del sacerdote que ofrece el sacrificio e, incluso, el del templo. Jesús creyó que la profecía se cumpliría y que el “agua viva” fluiría del Templo, pero no como alguien lo hubiera podido anticipar. Él era el nuevo templo, y haría posible que todos nosotros llegásemos a ser parte integral de esa nueva realidad.

      Jesús hizo público este mensaje en Jerusalén en un festival religioso llamado la Fiesta de los Tabernáculos. Uno de los rituales en esa celebración de varios días consistía en una procesión que llevaba agua al Templo, donde se vertía sobre el altar como una ofrenda simbólica. Aprovechando esta imagen acuática, Jesús tomó la iniciativa:

      En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó:

      —¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva.

      Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él (Juan 7: 37-39. Ver también Juan 4: 7-14).

      Observa que Jesús no solo está agregando algo nuevo a la religión de su época. Con esta oferta, la está suplantando. A través de Jesús, Dios vendría y moraría dentro de los individuos, animándolos con su presencia refrescante, desde adentro hacia afuera. Los fieles religiosos ya no necesitarían viajar a un lugar especial para reunirse con Dios. En cambio, el Espíritu de Dios estaría con ellos, en ellos, y fluiría de ellos a través de la fe.

      Puede parecer que Jesús simplemente está reemplazando un intermediario entre Dios y la humanidad (el templo) por otro (él mismo). Pero eso es solo la mitad de la historia. Si Jesús realmente es Dios viniendo a nosotros en la carne, nuestro tema para el capítulo 14, entonces las palabras de Cristo cobran un nuevo significado. A través de Jesús, Dios está diciendo que Dios es el camino a Dios. En otras palabras, Dios quiere relacionarse con nosotros de manera directa, y por eso ha venido directo a nosotros en una forma con la que podemos relacionarnos.

      Hoy en día, muchas personas usan el término “espiritualidad” de la misma СКАЧАТЬ