Название: Cómo prosperar en la economía sostenible
Автор: John Thackara
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная деловая литература
Серия: Theoria
isbn: 9788418049293
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No sabía nada de esto, ni una palabra, hasta ese día que pasamos en la montaña. Avergonzado de mi propia ignorancia, a la vez que intrigado, me animé a aprender más cosas. Resulta que hace diez mil años, cuando descubrimos que el uso del arado hacía más fácil la agricultura, nuestros predecesores no se dieron cuenta de que la labranza intensiva fragmentaría estas vastas pero delicadas redes subterráneas. No sabían que los hongos y las plantas dependen unos de otros para sobrevivir, y que horadar el suelo altera los procesos de producción de alimentos que habían evolucionado durante millones de años. En esa feliz ignorancia, arábamos la tierra de cualquier forma, para descubrir con el tiempo que harían falta cantidades enormes de dinero, transporte, energía y materias primas importadas para que pudiéramos alimentarnos. Cuanto más comida producimos de forma industrial, mayor será el daño que causemos a los suelos como sistemas vivos. Nuestro uso de la maquinaria pesada ha contribuido a acelerar ese daño; es cada vez más difícil que penetren las raíces de las plantas en los suelos compactados, al tiempo que se degrada su capacidad para almacenar y transportar agua. A medida que aumenta nuestra producción, se ven afectadas mayores extensiones de terreno por la erosión hídrica y eólica. El riego con agua de mala calidad, el uso creciente de fertilizantes sintéticos y la acumulación de sal han empeorado la situación. Dos siglos de producción industrial han sumado aún más daño en forma de contaminación: los metales pesados y los aceites minerales han envenado tres millones de lugares de todo el planeta. Y, además, cada año se pavimentan grandes extensiones de tierra saludable con la construcción de edificios, carreteras y aeropuertos. (44)
Es, por tanto, equivocada la idea de que la agricultura de alta tecnología puede ser la solución. Lo cierto es que la agricultura intensiva es una industria extractiva: que mina los terrenos al destruir nutrientes que no se reponen. Desde la Segunda Guerra Mundial hemos arruinado un área del tamaño de la India (45) y, en este momento, perdemos 3,4 toneladas de suelo sano por persona y año en todo el planeta. (46) Cuando llegaron los primeros noruegos al condado de Goodhue, en Minnesota, la capa superior de suelo negro que encontraron tenía en algunos sitios hasta dos metros de profundidad; ahora oscila entre 30 y 90 centímetros. (47) En Gran Bretaña, los científicos han advertido que solo quedan 100 cosechas en su suelo agrícola como consecuencia de la intensa sobreexplotación. (48)
Sanar la Tierra
¿Qué se necesita para sanar el suelo? De una parte, su formación es fruto de un proceso extremadamente lento que a veces lleva miles de años, aunque cada vez más visionarios han descubierto que ese proceso puede acelerarse de forma drástica si se sigue un método correcto. Entre ellos, la doctora Christine Jones, una científica australiana, ha demostrado que pueden formarse nuevas capas del suelo de forma rápida y natural con la combinación correcta de la biomasa y la pérdida de raíces de las plantas. En lo que Jones llama “recetas de cocina”, enumera seis ingredientes esenciales para su formación: minerales, aire, agua, componentes vivos del propio suelo (como las plantas, los animales y sus productos derivados), componentes vivos sobre ese suelo (plantas, animales y productos derivados) y lo que ella describe como “regímenes de perturbaciones intermitentes e irregulares”. Jones explica que “para que se forme suelo nuevo, tiene que estar vivo, una vida que proporcione la estructura necesaria que haga posible más vida y que se forme más suelo. Por eso, la cubierta vegetal sana, la biomasa de raíces altas y los elevados niveles de actividad microbiana son fundamentales para formar esa nueva capa superior de suelo”. Los agricultores que utilizan cultivos de cobertura (49) a modo de abono verde, pueden producir un centímetro de tierra vegetal en tres o cuatro años. Además, si se tiene en cuenta el valor de los cultivos utilizados con este planteamiento, el coste neto de la restauración de los suelos es finalmente negativo. (50)
Estos principios han demostrado que funcionan también a gran escala gracias a un proyecto en Zimbabwe llamado Operation Hope. (51) Esta iniciativa ha transformado más de 2.600 hectáreas de pastizales resecos y degradados en exuberantes prados repletos de estanques y corrientes de agua, incluso durante los períodos de sequía. Sorprendentemente, esto se ha conseguido mediante un drástico aumento en el número de animales en manada que pueblan el terreno. Detrás de esta Operation Hope hay un enfoque denominado gestión holística aplicada a los pastizales que durante cincuenta años ha desarrollado Allan Savory, biólogo antes dedicado a la vida silvestre, agricultor y político. El método de Savory se fundamenta en una visión singular: las hierbas no pueden pastarse a sí mismas. Antes que el hombre llegara, los herbívoros evolucionaban a la vez que los pastos perennes. Cuando una gran manada se movía libremente, acompañada solamente por depredadores sociales, dejaba una alta concentración de abono y orina en la hierba. No hay ningún animal que quiera alimentarse de sus propias heces por lo que en pocos días tenían que irse a otro sitio y no podían volver hasta que el estiércol se hubiera asimilado y el suelo quedara de nuevo limpio.
Los herbívoros, al moverse así, en grandes manadas, pisotean y compactan los suelos a la vez que los fertilizan con elevados niveles de desechos concentrados y ricos en nutrientes. Este planteamiento se pone del lado de la naturaleza de una manera integral; contribuye al crecimiento de las plantas y reestablece los medios de subsistencia con más ganadería, mientras incrementa las poblaciones de vida silvestre a través de una gestión holística. La hierba depende para su proceso de descomposición de los herbívoros. Cuando desaparezcan esos grandes animales como el kudú y el búfalo del Cabo, los pastos se descompondrán mucho más lentamente por la oxidación. Millones de toneladas de vegetación seguirán en pie, morirán de pie, la luz no podrá llegar a los brotes que acaban de nacer y al siguiente año, las plantas morirán. Con la desaparición de la hierba solo quedará un suelo desnudo y un desierto cada vez mayor.
Savory no fue el único en comprender la importancia de la compactación para una vegetación sana. A principios de los setenta, los institutos agrícolas de Texas y Arizona diseñaron dispositivos para simular los efectos físicos de lo que una vez fueron las grandes manadas de herbívoros, los millones de bisontes que vagaban por América del Norte. Máquinas con nombres como Dixon Impriter se utilizaban en miles de hectáreas en el oeste de los Estados Unidos para romper la corteza superior y provocar depresiones e irregularidades mientras disponían material vegetal vital para su salud a modo de basura que cubría el suelo. Hoy día aún se practica la impronta, que era como llamaban a esa técnica; los laboratorios agrícolas de varios países han desarrollado rodillos que imitan las huellas de los búfalos al pisotear abono verde y tallos viejos. (52) La dificultad reside en que estos planteamientos no contribuyen a sanar el suelo. Son máquinas demasiado pesadas. Aunque un gran búfalo pudiera alcanzar casi una tonelada de peso, los monstruosos tractores utilizados en esta mega-agricultura podían llegar hasta las 45 toneladas. Máquinas así hacen un daño terrible al subsuelo con cada pasada.
Para Allan Savory, las pezuñas, la boca y los sistemas digestivos de los animales hacen esta misma tarea con mayor eficacia en un proceso que no consume combustibles fósiles y que puede repetirse de forma continua, sin coste alguno. Los grandes herbívoros rompen la corteza del suelo, pero sin dañar el subsuelo, y eso permite que la tierra absorba agua, respire y que germinen y sobrevivan más plantas. El efecto es más intenso cuando los animales se concentran en grandes manadas, que es como se comportan cuando están bajo la amenaza de los depredadores. En ese sentido, la Operation Hope gestiona el ganado, según Savory, de “forma depredadora amigable. No matamos leones, leopardos, hienas, perros salvajes ni guepardos porque su presencia es crucial para mantener activa la vida salvaje y en consecuencia para la salud de la tierra”. El ganado se guarda cada noche en cijas portátiles a prueba de leones (conocidas como kraals en el sur de África). Los animales grandes también compactan lo que encuentran bajo sus pezuñas, “cualquiera que haya tenido un caballo encima de sus botas sabe a qué me refiero”, bromea Savory, pero lo que aumenta la germinación es la correcta intensidad de esa compactación que permita a la semilla entrar en contacto con el suelo. Esa necesidad es la razón por la que los jardineros pisan la СКАЧАТЬ