Название: Una semilla para cada día
Автор: John Harold Caicedo
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9781953540300
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Y El Señor ni siquiera está buscando multitudes, Él busca uno solo, uno que haga justicia, uno que haga el bien desinteresadamente, uno que ame al Señor por encima de todas las cosas, uno que no se detenga porque hay obstáculos en el camino, sino que sabe que con Dios cualquier obstáculo ya está vencido.
Una y otra vez El Señor repite lo mismo. Por causa de los justos yo traigo perdón, por causa de los justos yo traigo misericordia, por causa de los justos yo traigo restauración, pero ¿dónde están?, ¿adónde se han ido?, encuéntrenme uno, uno solo para que por amor a él, se despliegue toda mi compasión y mi amor por la humanidad.
Examínate en este día y mira qué es lo que se opone a que tú seas ese hombre o esa mujer de Dios y ponlo en el altar del Señor, porque tú puedes ser ese que Dios anda buscando.
Él conoce lo genuino y lo aparta de lo falso.
No hay garantías de buena vida, ni de placeres sin fin. No hay garantías de una vida sin obstáculos.
Pero eso sí, la historia dirá que cuando Dios estaba buscando a un hombre o una mujer y sus enviados recorrían todos los lugares, de repente todo se detuvo. Un ángel le dijo a otro: paren ya. No sigan buscando, lo hemos hallado. Aquí está, nadie lo había visto pero nosotros lo hemos descubierto.
Es un valiente, no se asusta con el primer obstáculo. Es decidido, tiene amor por los demás, es un intercesor, se para en la brecha no para acusar a los demás, sino para levantarlos en oración delante de Dios.
Aquí está, lo hemos encontrado. Díganle al Señor que envíe su misericordia, díganle al Señor que envíe su perdón, porque aquí hay un justo que ha podido cambiar el curso de la destrucción que venía.
¿Eres tú esa persona?
Oración:
Dios de los cielos, sé que tus ojos recorren toda la tierra para mostrar tu favor para quienes tienen un corazón perfecto para ti. Hoy quiero ser esa persona. Quiero ser quien tú andas buscando. Sé que solo puedo hacerlo con tus fuerzas, bajo tu amparo y tu fortaleza. Sé que tú puedes facultarme para hacer de este día un día de excelencia en tu servicio, dando lo mejor de mí para hacer de este mundo algo mejor. Oro confiando en tu poder y en el gran amor que siempre me has dado. Amén.
Marzo 9
Una nueva oportunidad
“Este es el día que hizo El Señor; nos gozaremos y alegraremos en él” (Salmo 118:24)
Imagínate por un momento a un hombre que está moribundo. No hay más remedio, ya está para morir aunque está muy joven y tiene la sensación que hubiera podido hacer más en esta vida. Sin embargo, el diagnóstico es muerte. No hay nada que hacer, se va a cerrar esa historia en este mundo, la enfermedad avanza y todo se hace irreversible.
Las posibilidades de recuperación se reducen y todos están esperando solo ese momento en que cierre sus ojos para siempre. Hay mucho dolor en él y entre quienes le rodean.
Pero de repente El Señor hace algo maravilloso. La mano de Dios se extiende y este hombre que estaba moribundo, a punto de irse de este mundo, es sanado completamente.
Nadie puede entenderlo, se preparaban para la muerte y ahora celebran la recuperación.
Todo estaba perdido pero ahora delante de ellos este hombre se levanta con todo vigor, con toda energía, con gran fortaleza y ni siquiera se levanta pesadamente sino que literalmente, salta de su cama lleno de vida.
Déjame preguntarte: ¿Se iría de aquel lugar aburrido y triste para irse a quejar de los médicos, de las enfermeras, del trato del hospital, de la comida que no le gustó, del poco brillo del piso, de los cuadros que había en su cuarto y del vecino que roncaba mucho?
No. Nada de eso. Qué le va a importar eso en realidad. Él vive ahora diferente. Ha sido rescatado cuando nadie daba nada por él. Todos hablaban de él como el desahuciado, ese era el apelativo que le habían puesto.
Pero para Dios había otro apelativo. No era el desahuciado sino el renacido, el nacido de nuevo, el rescatado. El mundo no tenía esperanza en su recuperación, pero Dios tenía otros planes y lo levantó como una persona cambiada, transformada, lista para seguir adelante.
Ahora déjame hacerte otra pregunta: ¿Cómo sería de ahí en adelante la vida de este hombre?
¿Sería una vida de solo amargura, tristeza y depresión? No creo.
Después de haber pasado por una experiencia de esas, con seguridad que cada mañana se levantaría agradecido con Dios. Cada mañana diría: Señor, gracias por este nuevo día, voy a vivirlo con toda intensidad, con todo amor. Voy a vivirlo con alegría y con agradecimiento en mi corazón.
En realidad, para él cada día sería toda una experiencia maravillosa porque sabía de dónde había sido rescatado.
Este es el día que Dios hizo para ti. Vívelo con toda intensidad, pasión, amor y agradecimiento.
Si tú has venido al Señor, también tú has sido rescatado. Dale gracias a Dios por ese milagro.
Oración:
Señor, sabiendo que tú me has dado una nueva oportunidad para vivir, hoy quiero vivirlo con toda intensidad, quiero vivirlo con acción de gracias, con alabanza a tu nombre, con deseos de alcanzar a otros para tu gloria. Cada día cuenta y hoy me has dado este regalo de vida, lo usaré de la mejor manera. Amén.
Marzo 10
Mudado en otro hombre
“Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre” (1 Samuel 10:6)
Estamos en tiempos gloriosos de la historia de la iglesia.
Si tú lees el Antiguo Testamento te darás cuenta que cada vez que El Espíritu Santo venía sobre un hombre, este era mudado, era transformado, recibía el poder para enfrentar los enemigos.
Otoniel, Gedeón, Sansón, David y muchos otros recibieron poder con el cual hicieron cosas que ellos no podían entender. Derribaron gigantes, acabaron ejércitos enemigos, dirigieron al pueblo con sabiduría. No eran solo ellos, no era en sus fuerzas, no era su intelecto ni su estrategia, era el poder que había venido de lo alto y que los había mudado en otros hombres.
Y lo mismo sucede en el Nuevo Testamento con todos aquellos que recibieron poder desde lo alto y lo mostraron en este mundo.
Por eso el Pedro que predicó en Pentecostés no era el mismo inseguro que pescaba en el mar de Galilea, había sido mudado en otro hombre.
Por eso los discípulos que propagaron el evangelio en todos los lugares y desafiaron a las autoridades que se les oponían, y al imperio que los perseguía, no eran los mismos discípulos asustados que se habían escondido cuando Jesús fue tomado preso y llevado a la cruz, habían sido transformados.
Por eso el Pablo que testificaba hasta en las cárceles y que soportaba las persecuciones, los azotes, los golpes, las humillaciones, no СКАЧАТЬ