Название: E-Pack HQN Victoria Dahl 1
Автор: Victoria Dahl
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413756462
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—¡Eh!
—Pero eso no va a cambiar lo que siento por ti —dijo él, y se volvió hacia Ben—. Jefe, siento muchísimo que se haya visto envuelto en todo esto. Molly y yo hemos estado rompiendo y volviendo a salir durante varios meses, y me sabe muy mal que usted haya quedado en medio de nuestras discusiones. La conoce desde hace años, ¿no?
«Animar al sujeto a que hable».
—¿No ha visto lo nerviosa que se pone ante las emociones genuinas? —insistió.
Sin embargo, Ben era fuerte y silencioso.
—Ya está bien —gruñó—. Sargento Kasten, a mi despacho. Ahora mismo.
Ella tomó a Ben del brazo.
—Por favor, no. Tú no lo entiendes. Él tiene… Él manipula a la gente, cambia su visión de mí. Sé que en este momento no te caigo muy bien, pero no le escuches. Por favor…
Ben se liberó de sus manos.
—Ve a casa, Molly. Yo iré dentro de unos minutos.
—¡No me voy a marchar!
Él se acercó a ella, y Molly dio un paso atrás al ver su gesto ceñudo.
—Acabas de dar detalles de tu vida sexual ante todos los policías del pueblo, por no decir de la mía. Así que sal de mi lugar de trabajo, por favor, y yo hablaré contigo cuando haya terminado aquí.
Demonios. Muy bien. Había conseguido frustrar el plan de Cameron, pero al hacerlo había conseguido alejar a Ben de ella. Le había demostrado que todo lo que pensaba de ella era cierto.
—No tienes derecho a mandarme a casa para poder hablar de mí. Esto no es la Inglaterra medieval.
—Esta es mi comisaría. No tienes por qué irte a casa, pero no puedes quedarte aquí. Márchate ahora mismo.
Ella podría discutir durante horas, y él no cedería. No iba a ceder después de que ella lo hubiera humillado así. Sus ojos se lo dejaron bien claro.
—Muy bien —susurró, y después le clavó a Cameron una mirada asesina—. Y, ¿Cameron? No vuelvas a ponerte en contacto conmigo, ¿está claro? Espero que los policías que están presentes consideren esto como una prueba. No quiero que este hombre vuelva a llamarme, ni que aparezca en mi casa, ni que me envíe regalos. Volveré para pedir una orden de alejamiento en cuanto se me permita entrar de nuevo en la comisaría.
Con la visión borrosa a causa de las lágrimas, se dio la vuelta para salir de allí, pero se giró una vez más antes de marcharse y vio que Cameron le daba una palmada amistosa a Ben en la espalda. Y también vio que Brenda la estaba mirando con una sonrisa despreciativa.
Así que todo había terminado. Sin embargo, de camino a casa sintió una pequeña chispa de triunfo entre toda su tristeza. Su aventura con Ben había terminado, pero había sido ella quien la había sentenciado, y no Cameron.
Por desgracia, aquello era un gran avance.
Capítulo 13
Demonio del sexo profesional que quería destruir su reputación, terminar con su cordura y pisotear su corazón. Sí, eso parecía correcto. Por fin, Ben había resuelto la Cuestión Molly Jennings.
El sonido del motor que arrancaba junto a la oficina de su despacho terminó de ponerle los nervios de punta. Le resultaba irritante en extremo porque era el ronroneo suave del motor de un coche deportivo muy caro. El sargento Cameron Kasten tenía un gusto impecable para los coches, aunque no para las mujeres.
Ben se levantó de su silla y recorrió el pasillo, preguntando malhumoradamente:
—¿Alguien necesita alguna otra cosa de mí?
Hubo un coro de respuestas negativas. Parecía que, de repente, todos sus subordinados tenían una necesidad imperiosa de organizar el trabajo administrativo que tenían sobre el escritorio.
Cuando llegó a la puerta, se detuvo, se giró y miró de manera fulminante hacia la pared más lejana.
—Si algo de esto aparece en el Tribune, sabré que ha sido uno de ustedes. Y no me va a gustar lo más mínimo.
—Sí, señor —respondieron Brenda y el resto de los hombres.
Ben asintió e hizo ademán de salir, pero Brenda corrió hacia él y lo detuvo.
—¿Está bien, Jefe?
—Sí, estoy bien.
—Lo siento. Siento mucho lo que le ha hecho esa mujer. ¿No quiere que le traiga un plato de lasaña esta noche? Se sentirá mejor con un poco de comida casera en el estómago.
—No es necesario, Brenda. De veras.
—Supe que esa chica nos traería problemas en cuanto apareció en el pueblo. Ella…
—Bueno, bueno —dijo Ben, agitando la cabeza—. Te agradezco tu amistad, Brenda, como siempre. Pero necesito que le concedas a Molly el beneficio de la duda, ¿eh? ¿Lo harás por mí?
Ella apretó los labios y le tomó una de las manos entre las suyas.
—Por supuesto. Tiene razón. ¿Está seguro de lo de la lasaña?
Ben le aseguró que sí y consiguió dominar su ira hasta que estuvo sentado tras el volante. Entonces le rechinaron los dientes. Apretó el volante con fuerza y soltó todas las maldiciones que conocía. Estuvo diciendo palabrotas durante todo el trayecto, y fue calmándose un poco hasta que, cuando llegó a casa de Molly, por lo menos notaba de nuevo los extremos de los dedos.
Ella abrió la puerta antes de que él terminara de golpear con el puño cerrado, y se quedó asombrada cuando él pasó por delante de ella y cerró. Ben fue a zancadas hasta la cocina, sacó una silla de debajo de la mesa y se puso a caminar sin sentarse. Miró la puerta trasera para asegurarse de que estaba cerrada, y finalmente, se volvió hacia ella.
—No puedo creer que salieras con ese tipo.
Molly se puso en jarras. Su expresión de ira desapareció.
—¿Eh?
—Es un completo imbécil, Molly. ¿En qué demonios estabas pensando?
Ella pestañeó.
—¿Cómo?
Ben alzó las manos con exasperación y miró a su alrededor por la cocina.
—¿Es que te has tomado una copa al llegar a casa?
—Yo… Yo… ¿Has hablado con él?
—Sí, he estado media hora hablando con él. Treinta minutos de mi vida que no volveré a recuperar.
—Pero… ¿me estás diciendo que no СКАЧАТЬ