E-Pack HQN Victoria Dahl 1. Victoria Dahl
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Название: E-Pack HQN Victoria Dahl 1

Автор: Victoria Dahl

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Pack

isbn: 9788413756462

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СКАЧАТЬ pero no llevo tanga.

      Ella se echó a reír.

      —No sabes cuánto me alegro de eso.

      —No te conozco lo suficiente como para ponérmelo. Todavía.

      Ella se puso en jarras y lo miró con severidad.

      —Este no es momento de hacerse el gracioso.

      —¿Lo quieres serio?

      Ella tuvo miedo de aceptar aquel desafío, así que pasó a la ofensiva.

      —Vamos, desabróchate los pantalones.

      —Sí, señora.

      Él se desabrochó el botón. Después se detuvo.

      —Ahora, la cremallera.

      Él se bajó la cremallera y se quedó ante ella con los vaqueros abiertos, el pecho desnudo, mirándola fijamente, como en las fantasías que había tenido Molly durante los diez años anteriores.

      Con el corazón acelerado, caminó hacia él y le acarició la clavícula con las yemas de los dedos. Él se estremeció, y Molly le besó la mandíbula y comenzó a descender por su cuerpo. Ben mantuvo las manos a los lados del cuerpo, apretando los puños, como si se hubiera dado cuenta de que ella quería el control. Bien.

      Molly le acarició el pecho con las palmas de las manos, y las costillas. Le lamió un hombro y lo arañó con los dientes hasta que él suspiró. Entonces, se apoyó con las manos en sus caderas y se puso de rodillas.

      A él se le encogió el vientre cuando ella se lo besó; o tal vez fuera que tomó aire bruscamente. Molly no lo sabía, porque el corazón le latía con fuerza en los oídos y le enviaba sangre a todas las terminaciones nerviosas del cuerpo.

      Se tomó su tiempo, porque sabía que nunca volvería a haber una primera vez como aquella. Le acarició el estómago firme con la mejilla y hundió la lengua en su ombligo. Inhaló su esencia y probó su piel mientras a él se le tensaban los músculos.

      Por fin, ella lo tomó en su mano, lo liberó de los vaqueros y lo sostuvo.

      —¿Sabes cuánto tiempo he deseado hacer esto? —le preguntó con un susurro.

      Él tragó saliva, con tanta fuerza que ella lo oyó incluso por encima de su pulso.

      —Cuando entré y vi a esa chica… —Molly arrastró los labios por su miembro, acariciándoselo rápidamente, ligeramente. Dejó que su aliento lo tocara a cada palabra—. La vi besándote, succionándote…

      A él se le entrecortó la respiración.

      —Y, cuando lo vi, quise ser ella. Quise que te despidieras de ella y que me dijeras que tomara su lugar, que me enseñaras cómo debía satisfacerte.

      Lamió la diminuta gota de fluido que había surgido en el extremo del miembro y saboreó la sal y el sexo, y dibujó un círculo con la lengua sobre el borde, y después otro, antes de cubrir de besos la humedad que había creado.

      —Habría dado cualquier cosa por ser la que estaba de rodillas ante ti, Ben. Quería tomarte en mi boca, quería conseguir que tuvieras un orgasmo.

      —Molly…

      —Ummm —murmuró ella contra su piel, y entonces, separó los labios y lo atrapó en su boca. Al principio lo hizo ligeramente, y después, todo lo profundamente que pudo.

      Notó su peso y sus latidos contra la lengua. Era perfecto, justo lo que ella había querido siempre. Lo tomó más profundamente de lo que nunca hubiera tomado a otro hombre, y oyó que él gruñía su nombre. Lamió y succionó, y sintió que él aumentaba de tamaño solo para ella. Ben metió los dedos entre su pelo.

      La tensión se apoderó de su vientre, y ella se apretó el sexo con las piernas. Se había masturbado tantas veces con aquella fantasía que sabía que casi no iba a necesitar tocarse para llegar al clímax. Su cuerpo había memorizado a Ben hacía mucho tiempo, en sueños.

      Cuando él le agarró el pelo, ella gimió con aprobación, pero él no siguió. Ben era demasiado caballeroso como para ser agresivo. ¿Cuándo iba a darse cuenta de que ella no quería ternura? Esperaba que lo entendiera.

      Molly lo soltó. Lo lamió y lo besó de manera juguetona, no profundamente como él quería, y lo atormentó hasta que él le tiró ligeramente del pelo y la acercó con suavidad. Ella lo complació hasta que él volvió a relajar la tensión, y, entonces, jugueteó un poco más. Siguieron dibujando aquel círculo hasta que, por fin, él cedió.

      Ben extendió la palma de la mano por su nuca y guió su boca hacia su miembro, y la apretó profundamente contra sí mientras imponía el ritmo que necesitaba.

      Oh, Dios. Molly notó que su clítoris iba a estallar. Cada vez que apretaba los muslos sentía descargas de placer por todo el cuerpo. Contrajo los músculos de su sexo al ritmo del deslizamiento del miembro de Ben en su boca.

      Cuando eso ya no era suficiente, metió la mano en sus braguitas y se acarició, gruñendo de éxtasis. Incluso entre la marea de su propio placer, notó que él cambiaba de postura, y saboreó algo salado y dulce en la lengua.

      —Molly… —gruñó él—. Molly, voy a tener un orgasmo. ¿Quieres…. ¿Quieres…

      Oh, sí, ella quería. Como respuesta, le frotó con la lengua la parte inferior del miembro y succionó con más fuerza, y se hundió los dedos en el cuerpo. Él le agarró el pelo con el puño para sujetarla mientras llegaba al clímax.

      Ella también llegó al éxtasis, al mismo tiempo que él, tragándose sus propios gritos de placer junto a su simiente, mientras todo explotaba en dardos de luz.

      Ben le estaba acariciando la nuca, y Molly tuvo ganas de ronronear.

      —De acuerdo —murmuró él—. De acuerdo. Creo que necesito tumbarme.

      Molly se humedeció los labios y se rio.

      —Por no mencionar que tengo que ocuparme de ti —añadió él.

      —Oh, ya me he ocupado yo —respondió ella, moviendo la mano ante él. Ben se la agarró y tiró de ella para levantarla del suelo.

      —Vaya, tramposilla. Eso es trampa. Y, además, increíblemente excitante.

      —¡Y pensar que solo lo hacía por mí!

      Él la llevó hacia la cama, donde se dejó caer boca arriba. Empezó a quitarse las botas empujando una con la puntera de la otra.

      —Creo que ya he solucionado los problemas que todavía pudiera tener con las felaciones.

      Ella, que quería ver su cuerpo, le quitó el resto de la ropa. Después se quitó los zapatos de tacón y trepó por su cuerpo. Él ya había cerrado los ojos, y ella pensó que iba a quedarse dormido. Sin embargo, se llevó una sorpresa cuando Ben la tendió sobre la cama boca arriba y se irguió sobre ella.

      —Me gusta muchísimo tu ropa interior —murmuró.

      —Gracias.

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