Название: Deseo en la toscana - Sin piedad - Un magnate despiadado
Автор: Susanne James
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Omnibus Bianca
isbn: 9788413486130
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–¿Por qué subestimas tu talento de ese modo? No lo entiendo.
–Tal vez sea por cómo vemos los británicos la vida. No somos dados a la presunción.
–¡No creo en esa falsa modestia! Tendrías que sentirte orgullosa de un talento como el tuyo, y no comportarte como si te avergonzara y quisieras ocultarlo.
Mientras observaba el gesto de desaprobación de los labios de Fabian, Laura recordó el beso que habían compartido, aunque lo cierto era que apenas lo había olvidado unos segundos durante el transcurso de la tarde… y tampoco su sorprendente proposición. Tenía la sensación de estar cayendo a toda velocidad por una pendiente rocosa sin la perspectiva de que algo detuviera su vuelo, excepto otra roca.
«No tengo ninguna ilusión en lo referente al amor», había afirmado Fabian casi con violencia, y Laura había sabido en aquel instante que la traición de su ex mujer había destruido su fe en el amor. Nunca la había recuperado. Su corazón se conmovió por él, pero, aunque ella también había sufrido a causa del amor, sabía que no había renunciado a la esperanza de volver a amar y a ser amada.
–Volviendo a hablar del concierto –dijo Fabian a la vez que pasaba una mano por su firme mandíbula–, quiero que mañana estés conmigo en la entrada para recibir a los invitados y también quiero que te ocupes de presentar a los intérpretes.
–¿Qué? –dijo Laura con expresión asombrada.
–Te has ganado el derecho, Laura –murmuró Fabian a la vez que deslizaba una mano bajo su pelo y le acariciaba el lateral del cuello.
Laura sintió al instante que sus huesos se volvían de goma. Sabía que debería haberse apartado de él para demostrarle que no iba a caer en la palma de su mano como una manzana madura, pero fue incapaz de moverse.
–Sólo he hecho el trabajo para el que me contrataste –replicó–. Y tal vez deberías dejar de tocarme así… alguien podría vernos.
–Te he hecho una proposición de matrimonio, Laura. ¿Crees que cuando mis empleados se enteren les sorprenderá que quiera tocarte?
La inesperada y de algún modo provocativa respuesta de Fabian sirvió para que Laura encontrara finalmente la fuerza necesaria para apartarse de él.
–Según tus propias palabras, me has hecho una proposición de negocios… ¡pero te estás comportando como si me hubieras hecho una proposición de matrimonio auténtica!
–Cuando estemos casados será un matrimonio real… en casi todos los sentidos.
–¿En serio? No es ésa la impresión que me ha dado –temblorosa, Laura se volvió para que Fabian no viera la humedad que había empañado sus ojos. Él quería creer que podía vivir sin amor, pero ella sabía que no era posible. Vivir sin amor era lo mismo que relegarse a vivir media vida. Y después de lo que había vivido, ella quería mucho más que eso–. Además, estás hablando como si ya hubiera aceptado tu proposición, y no es así.
–En ese caso, te pido disculpas si sientes que te estoy presionando –Fabian apoyó las manos en los hombros de Laura y le hizo volverse. Casi pareció sorprendido al ver la emoción que reflejaba su rostro–. Esperaré a que me des tu respuesta después del concierto, como habíamos acordado.
Un inesperado golpe de viento agitó con fuerza las cortinas blancas de la entrada a la terraza y la tensión reinante pareció aumentar.
–Creo que esta noche va a llover –murmuró Laura, nuevamente acalorada al sentir el contacto de las manos de Fabian–. Puede que incluso haya una tormenta –el contacto físico con Mark nunca le había hecho sentirse así, ni siquiera al principio de su matrimonio. Y al final apenas había sido capaz de soportar que la tocara…
–Si te asustan las tormentas, mi dormitorio está un poco más adelante del tuyo en el pasillo.
–No me asustan –dijo Laura a la vez que se apartaba de nuevo de él y pasaba una mano por su pelo–. De hecho, me gustan. De pronto me siento muy cansada… me gustaría retirarme. Nos vemos por la mañana.
–Tengo algo que decirte antes de que te vayas. Mañana necesitarás un vestido elegante y con clase que ponerte. Le he pedido a un amigo diseñador que vive en Milán que traiga una selección de vestidos para que elijas uno. He calculado tu talla y me enorgullezco de tener un buen ojo para el detalle.
Sorprendida y avergonzada ante la idea de que Fabian hubiera estado estudiando su figura, Laura se quedó mirándolo un momento antes de hablar.
–¡No tenías por qué haberte molestado!
–Sí. Este acontecimiento no es una fiesta cualquiera y mi anfitriona debe llevar un vestido de alta costura.
–Estoy de acuerdo, pero deberías haberme mencionado antes ese detalle. La idea de recibir a todas las personalidades que van a venir y de presentar a los cantantes no hace que me sienta precisamente cómoda. ¡No esperaba algo así!
–Pareces insistir en querer ocultarte –dijo Fabian, exasperado–. Tu cuerpo, tu talento… ¿qué más tratas de ocultarme?
Laura pensó de inmediato en Mark, en por qué chocó su coche aquella noche terrible, y sintió que la sangre se le helaba en las venas. Deslizó instintivamente una temblorosa mano por la parte delantera de su vestido color crema.
–Buenas noches, Fabian –murmuró, y se alejó antes de que pudiera detenerla.
Capítulo 6
LAURA? Te presento a mi buen amigo Dante Pasolini. Ha traído algunos vestidos para que te los pruebes.
Fabian había tenido dificultades para persuadir aquella mañana a Laura para que dejara el trabajo. Su dedicación era encomiable, pero casi había estado a punto de perder la paciencia ante lo reacia que se había mostrado a ver los vestidos que Dante había seleccionado para ella.
Laura se quedó claramente desconcertada cuando, tras estrechar la mano del viejo maestro de la alta costura, éste la besó sonoramente en ambas mejillas y luego la apartó un poco sin soltarle la mano para mirarla de arriba abajo con ojo experto.
–¡Es perfecta, Fabian! –dijo en inglés–. ¡Cómo una Grace Kelly joven! Hoy me has facilitado la tarea. Vamos, signorina… Mi cueva de Aladino de diseños exquisitos la aguarda. Tú espera aquí, Fabian. Te iremos enseñando los vestidos uno a uno.
Fabian notó de inmediato lo incómoda que se sintió Laura ante aquella idea, pero no pensaba irse. Era como cualquier italiano en lo referente a la belleza, y quería asistir a aquel particular desfile de moda preparado por Dante. De manera que se sentó en un sillón de respaldo alto e ignoró el silencioso ruego de Laura. Mientras ésta y Dante desaparecían en la habitación contigua, Fabian pensó en el concierto que se avecinaba y sintió renacer el viejo resentimiento contra su padre. Hacía tiempo que debería haber tomado la decisión de no volver a celebrar aquel concierto, pero se resistía a hacerlo por la sustanciosa suma de dinero que se solía recaudar para la residencia infantil. De no ser por eso, hacía tiempo que aquel acontecimiento anual habría dejado de tener lugar.
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