Sanación de los recuerdos. Gustavo E. Jamut
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Название: Sanación de los recuerdos

Автор: Gustavo E. Jamut

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Sanación en el Espíritu

isbn: 9789877620597

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СКАЧАТЬ la paz interior. No querremos ser los únicos afortunados en sentir la mano del Señor bendiciendo nuestras vidas, sino que cada vez se hará más grande el anhelo de restaurar las relaciones deterioradas y quebrantadas y de ser bendición para quienes aún no han encontrado su gozo en Dios.

      Para una mayor comprensión de cómo podemos orar por bendición en el área de las relaciones interpersonales pueden ser de gran ayuda los siguientes ejemplos bíblicos:

      Dios bendice a los esposos: en el evangelio de san Mateo vemos cómo Dios bendice a José, liberándolo de los prejuicios que tenía hacia María, lo cual le permite superar el distanciamiento interior que tenía hacia ella y en lugar de repudiarla la toma por esposa (Mt 1, 19-25). Y también podemos ver el poder de la bendición de Jesús en las bodas de Caná (Jn 2, 1-12)

      La bendición permite descubrir el doblez y las segundas intenciones en los corazones enfermos, tal como se lee en los evangelios cuando refiere que los magos regresan a sus tierras por un camino diferente, a fin de no encontrarse con Herodes (Mt 2, 12).

      La bendición es semejante a un escudo de protección que le preserva de ser herido: Pues tú, Señor, bendices al justo y como un escudo lo cubre tu favor (Sal 5, 13).

      La bendición ayuda a abrirse al perdón y a la reconciliación entre los hermanos, tal como vemos cuando Jacob y Esaú se reconcilian. Debemos tener presente que pocas horas antes Jacob tenía su corazón lleno de incertidumbre y miedo por lo que su hermano podía llegar a hacerle al encontrarse. En esa situación mental el luchó con un ángel y le dijo: Si no me bendices no te soltaré (Cfr. Gn 32, 24-33, 4).

      La bendición acompaña permanentemente a la familia que la incorpora a su vida: Señor Yahvé, tú eres realmente Dios, tus palabras son verdaderas, y tú eres quien hace la promesa a tu servidor. Ahora dígnate bendecir la familia de tu servidor; que tu bendición acompañe siempre a mi familia, como tú, Señor Yahvé, lo has dicho (2Sm 7, 28-29).

       Los superiores y todos aquellos que tienen alguna forma de responsabilidad sobre otras personas, tienen el deber de bendecirlos, a fin de que sus vidas se colmen de santidad: no cabe duda que corresponde al superior bendecir al inferior (Heb 7, 7).

      Toda herida del alma es un mal que contamina la vida, sin embargo cuando el creyente se mueve en la sintonía de la bendición Divina, puede reciclar lo malo en bueno: Pero Yahvé, tu Dios, no escuchó a Balaam y cambió la maldición por bendición, porque Yahvé te ama (Dt 23, 6).

      Cuando bendigas a tu prójimo y recibas bendición, esta pasará también a tus descendientes: Derramaré agua sobre el suelo sediento y los riachuelos correrán en la tierra seca. Derramaré mi espíritu sobre tu raza y mi bendición cubrirá tus descendientes (Is 44, 3).

      Tanto la bendición como la maldición, paterna y materna, tienen un gran poder: honra a tu padre de palabra y de hecho, y su bendición se hará realidad para bien tuyo. Pues la bendición de un padre afirma la casa de sus hijos, pero la maldición de una madre la destruye hasta los cimientos (Eclo 3, 8-9).

      Testimonio de curación

      Quitando los bloqueos a la oración de bendición

      Por medio del siguiente testimonio, podremos aprender cómo el poder de Dios solo puede derramarse cuando nos disponemos para despojarnos de nuestro ego, nos hacemos como niños y nos abrimos a las directrices de la palabra de Dios. También este testimonio nos enseña a dirigir la oración de bendición no solo hacia las necesidades en apariencia más graves, sino también hacia otras áreas que pueden ser causa de contaminación personal y familiar.

      A continuación le hago llegar, como me pidió, el testimonio de lo que está produciendo la oración de bendición en mi vida y en la vida de otras personas.

      Hace seis meses me pidieron que orara por un joven que llevaba varios meses en la cama a causa de una alta fiebre, y que los médicos no encontraban el origen y que no podían bajar, por lo que este muchacho se encontraba muy mal.

      Nos dijeron que era un caso muy difícil, pues los médicos ya no sabían qué hacer. A esto se sumaba que la familia estaba muy dividida y metida en supersticiones, magia y curanderismo.

      Finalmente nos decidimos junto a dos hermanas del grupo de oración de la capilla Santa Rita ir a visitarlo todas las veces que fuese necesario para orar por él y por su familia y para pedir la bendición de Dios en su vida, como habíamos aprendido en el taller de bendiciones. De ese modo pasamos mucho tiempo en oración. Con frecuencia me venía el pensamiento de que ya muchos habían orado por él antes que nosotras, incluso personas con el don de curación. Y sentía que un dolor tan grande como el de este joven y el de su familia podía sobrepasarnos.

      En medio de estas tentaciones venía a mi memoria una y otra vez la Palabra de Dios que leemos en 2Cor 1, 10: Él es quien nos libró de aquel peligro mortal y nos seguirá librando. Esperamos que lo siga haciendo en adelante. Por lo cual entendí que el Señor nos estaba animando a seguir intercediendo por él.

      En ese momento comprendí que no éramos nosotras quienes teníamos que lograr la sanación de este joven, y que éramos solo un instrumento de Dios. Solo Dios podía bendecirlo con un milagro y nosotros debíamos ser canal desinteresados de esa bendición por medio de la oración y el amor.

      A partir de ahí comenzamos a ver que cuando orábamos se iban produciendo cambios notables en la familia, quienes renunciaron a la brujería, se confesaron y comenzaron a acercarse a Dios. De a poco se fueron reconciliando. Ellos también empezaron a orar sobre su hijo para que Dios lo bendijese. Y una mañana nos llamó la mamá para decir que el joven había amanecido sin fiebre y había recobrado el apetito. Desde entonces no ha dejado de mejorar, tanto él como el resto de la familia. Y eso lo hizo Jesús, a él sea la gloria.

      Daniela

      Según el mismo testimonio de esta mujer, la oración de bendición encontraba algunos bloqueos que impedían pasar por ella y por las otras mujeres para sanar al joven y liberar a la familia. Y estos frenos eran una cierta forma de egocentrismo inconsciente (al comienzo no llegaban a advertirlo) que les llevaba a desear la curación del joven, pero más por satisfacción personal y para tener el reconocimiento de los demás que movidas por un amor desinteresado que pusiese la confianza en Dios como centro y realizador de toda sanación.

      A esto se refiere Anselm Grün cuando habla de intenciones que están disfrazadas en última instancia por otras razones:

      El discernimiento sincero que hicieron estas mujeres de los bloqueos que la oración de bendición encontraba en ellas y el analizar en profundidad las propias intenciones las llevó a un cambio de actitud; casi podríamos decir a una nueva conversión. Esto permitió que la bendición de Dios comenzara a emanar por medio de ellas y se derramase en el joven y en toda su familia, siendo ellas mismas las más bendecidas. Este discernimiento a la luz del Espíritu de las intenciones y motivaciones más profundas es muy importante, pues no es infrecuente que se quiera utilizar a Jesús para la propia conveniencia o para justificar ciertos comportamientos ambivalentes.

      Promesas bíblicas de curación

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