Sanación de los recuerdos. Gustavo E. Jamut
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Название: Sanación de los recuerdos

Автор: Gustavo E. Jamut

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Sanación en el Espíritu

isbn: 9789877620597

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СКАЧАТЬ produce en nosotros bloqueos profundos y reacciones inconscientes, las cuales nos llevan a tomar decisiones incorrectas, haciéndonos daño a nosotros mismos y a quienes están cerca de nosotros.

      Esto sucede así porque nuestro cerebro tiene lo que se llama plasticidad cerebral, que es la capacidad de cambiar su estructura y su función, expandiendo o fortaleciendo los circuitos que son utilizados con mayor frecuencia y disminuyendo aquellos que permanecen inactivos. Es en este sentido que podemos mejorar nuestra calidad de vida fortaleciendo los recuerdos hermosos y entregando al obrar sabio y amoroso de Dios los pensamientos negativos y los recuerdos dolorosos. De esta manera este proceso plástico y maleable permite que las variadas experiencias de la vida, los intercambios de ideas, las lecturas, los nuevos conocimientos que vamos adquiriendo y especialmente la oración y la apertura a la gracia de Dios, remodelen una y otra vez el cerebro, transformen nuestro nivel emocional y nos fortalezcan para ir tomando decisiones correctas que produzcan en nuestras vidas cambios afectivos y efectivos.

      Por eso en la segunda parte de este libro trataremos acerca de la sanación de los recuerdos. Para ello, invitaremos al Espíritu de Dios a entrar en aquellos circuitos de nuestro cerebro que necesitan ser reeducados; le permitiremos recorrer los senderos de nuestra historia y ascender los escalones cronológicos de nuestras vidas, a fin de que Él nos ayude a rememorar de un modo renovado los momentos hermosos que aun atesoramos en nuestros corazones y sane aquellos acontecimientos que aún hoy ejercen en nosotros una influencia negativa. De esta manera la presencia de Dios modificará las percepciones de nuestro cerebro y al restaurar nuestra memoria, experimentaremos nuevas ganas de vivir, integrando positivamente todas las etapas y todas las áreas de la propia vida.

      Así, a lo largo de estas páginas iremos pidiendo la bendición sanadora de Dios sobre aquellos recuerdos dolorosos que aún nos hieren y sobre nuestros problemas emocionales, psicológicos e interrelacionales que podamos estar viviendo nosotros o quienes viven a nuestro alrededor, haciéndonos eco de la recomendación del Señor en su Palabra: Recen unos por otros para que sean sanados. La súplica del justo tiene mucho poder con tal de que sea perseverante (Sant 5, 16). La lectura orante de este libro hará que se cumplan en nosotros y en las personas por quienes intercederemos, lo que nos enseña el Catecismo cuando dice: “Las bendiciones divinas se manifiestan en acontecimientos maravillosos y salvadores” (CIC 1081).

      Por último agregaría que, si te han resultado familiares algunos de estos síntomas de falta de armonía personal o interrelacional que he mencionado en los párrafos anteriores, o si los recuerdos no te dejan vivir plenamente y en paz, entonces este libro ha llegado a tus manos en el momento justo, con un propósito de parte de Dios para tu vida, ya que puedes estar necesitando conocer o profundizar, el poder de la oración, como un medio para que Dios te vaya bendiciendo con sanación interior y familiar; y para que tú también puedas orar eficazmente, por quienes necesitan un milagro en sus vidas.

      ORACIÓN DE BENDICIÓN PARA QUIEN LEA ESTE LIBRO

      Señor Jesús: he puesto mi confianza en ti y sé que no seré defraudado. Por eso, en tu Nombre le pido a Dios Padre que me bendiga. Que a lo largo de la lectura y meditación de este libro llenes de bendición mi vida, sanando todo mi ser.

      Abro mi corazón para que con tu bendición desarmes todo bloqueo inconsciente que pueda haber en mí y que me impida la concentración y la comprensión de estas páginas.

      Te pido que me hagas perceptivo y receptivo al amor sanador que irás derramando en mi interior y en las relaciones con las personas por quienes oraré pidiendo bendición.

      Moldea mi corazón y transforma mi mente por el poder de tu bendición. Que no se haga según mi voluntad, sino según tus designios, ya que tu sabiduría no tiene límites, ni medida.

      Anímame a tener mayor sed de ti, para así pedirte más bendiciones sanadoras para mí y para mi familia, de manera que así nos traigas la sanación interior que estamos necesitando y la restauración familiar y comunitaria, sin las cuales no podemos caminar en paz, con unidad y alegría.

      Te doy gracias por anticipado; por todo lo que harás en mi vida y en la vida de las personas por quienes voy a interceder pidiendo para ellos tu bendición.

      Me ofrezco a ti como canal de tu gracia, para que pases a través de mí por medio de la oración de intercesión y bendición, llegando a esas personas que tanto están necesitando tu toque bendecidor y sanador. Amén

La bendición del Señor desborda como un río y como un diluvio, empapa la tierra (Eclo 39, 22).

      Creados para vivir en armonía

      Que la paz llene tu alma,

       al centrarte en el amor de Dios.

      Dios creó al ser humano, varón y mujer; nos bendijo con su amor trinitario y comunitario (afectividad, sexualidad, emociones) fecundando así nuestra sociabilidad. Por lo tanto, cuando las bendiciones sobre este instinto o tendencia de socialización fluyen normalmente, se produce en nosotros una sensación de paz mental y emocional, restauración psicológica, liberación de miedos, de soledad, de ansiedad, reconstrucción de vínculos y crecimiento en la unidad, entre otros efectos positivos.

      La base bíblica de estas bendiciones que tocan la tendencia social del ser humano la encontramos arraigada en los siguientes textos:

      Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó. Dios los bendijo, diciéndoles: Sean fecundos y multiplíquense (Gn 1, 27-28).

      Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida (Gn 2, 7).

      Dijo Yahvé Dios: No es bueno que el hombre esté solo. Le daré, pues, un ser semejante a él para que lo ayude (Gn 2, 18).

      No se encontró a ninguno (de los otros seres creados) que fuera a su altura y lo ayudara. Entonces Yahvé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de las costillas y rellenó el hueco con carne. De la costilla que Yahvé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces el hombre exclamó: Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona porque del varón ha sido tomada. Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y pasan a ser una sola carne (Gn 2, 21-24).

      A través de estos textos bíblicos podemos apreciar cómo Dios desde el principio del mundo, al crear al ser humano a su imagen y semejanza, instaura una necesidad primordial que le lleva a anhelar vivir en armonía consigo mismo y con sus prójimos; es decir, con sus próximos: aquellas personas que siendo cercanas, tienen mayor relevancia en su vida. Esto es porque, al habernos creado con lo que en psicología suele llamarse el instinto de socialización, experimentamos necesidad de comunicación, de complementación mutua, para vivir, trabajar, gozar. Esta es una necesidad básica de todo ser humano, de “sentirse amado y dar amor”.

      De manera semejante a las tres personas de la Santísima Trinidad, que viven en una continua comunicación de amor entre sí, el ser humano ha sido creado por Dios, para crear y desarrollar vínculos de intercomunicación afectiva con sus prójimos, no para vivir en el aislamiento o en la confrontación fraterna.