Название: Condenando la Esperanza
Автор: Dr. Luis María Viale
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Grito hoy al cielo
isbn: 9789877620641
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Siguiendo con el pensamiento del papa Francisco:
El modelo tecnocrático ejerce influencia sobre la economía y la política y la economía aprovecha todo el avance tecnológico para lograr el máximo rédito sin tener en cuenta las posibles consecuencias negativas en la persona humana”. “La vida pasa a ser un abandonarse a las circunstancias condicionadas por la técnica, entendida como el principal recurso para interpretar la existencia”. “Las personas han perdido la ilusión de un futuro mejor y dudan de que el avance de la ciencia signifique un avance de la humanidad y alcanzan a percibir que existen otras alternativas al pensamiento tecnológico dominante. (13)
La ideología de la técnica se ha vuelto un componente central de toda ideología que busque controlar o asumir el poder económico y social. Lejos de ser una simple herramienta cognitiva/motora, la técnica es el medio a través del cual los seres humanos se constituyen como tales ya que toda interacción sujeto medio y sujeto sujeto está mediada por distintas manifestaciones de la racionalidad técnica (vg. medios de comunicación, Internet, pantallas táctiles, etc.).
La visión ideológica de la tecnología ha desterrado efectivamente una postura romántica o ingenua del desarrollo tecnológico. Hoy es imposible pensar a la tecnología sin una dimensión ética y política, dimensiones que los mercados tecnológicos se preocupan por mantener ocultas. También han puesto en evidencia la naturaleza artificial de la humanidad: las tecnologías nos acompañan prácticamente desde el nacimiento y la tendencia es cada vez de mayor injerencia (y dependencia). Asimismo, el constante abaratamiento de la tecnología produce un efecto democratizador del acceso a la tecnología, con todas sus consecuencias, tanto beneficiosas como perjudiciales (vg. mayor dependencia del mercado tecnológico).
Preguntas del tipo “¿son buenas, malas o neutras las nuevas tecnologías?” que suelen aparecer en los medios para fomentar debates, deben ser reemplazadas por preguntas como “¿qué rol desempeñan las tecnologías en nuestras vidas, en las vidas de los jóvenes objeto de esta investigación? ¿Qué imagen del mundo (de la naturaleza y el hombre) promueven? ¿Qué ideología las sostiene?”.
Hoy nos enfrentamos con una emergencia cultural (tecnológica) tanto cognitiva como pragmática, que implica nuevas maneras de aprender e interactuar con el entorno (social y natural), lo que conduce a nuevas formas o reglas de la inclusión/exclusión social. Debemos reconocer que asistimos a una incesante alteración de los mapas cognitivos que imponen los mercados tecnológicos; esto termina privándonos de categorías de interpretación que nos permitan comprender el rumbo de las vertiginosas transformaciones que hoy se viven.
Existen básicamente tres posturas frente a las nuevas tecnologías: a) tecnófobos, que se caracterizan por un rechazo a las tecnologías comunicativas; b) tecnoutópicos, que se caracteriza por la aceptación y adopción de todo cambio impuesto por las empresas tecnológicas, y c) tecnocríticos, que adoptan una posición escéptica y crítica, en la cual se reconocen tanto ventajas como desventajas de los tecno-medios (14).
Estas tres posturas no son nuevas, por supuesto. Por ejemplo, Platón en El Fedro puede ser considerado uno de los primeros representantes de la postura fóbica, ya que en ese diálogo se manifestó contrario a la tecnología escritura porque su uso perjudicaría la capacidad de recordar textos o comunicaciones: si puedo consultar un texto, ¿qué necesidad tengo de memorizarlo?
Siguiendo el ejemplo de Platón, hay quienes se oponen a los tecno-medios aduciendo un supuesto impacto negativo social y cultural. Según Postman, por ejemplo, los medios electrónicos son responsables de la desaparición de la infancia, ya que les permiten a los niños acceder a información sin la alfabetización previa que era necesaria para acceder a tecnologías comunicativas fundadas en el lenguaje como el libro (15). Al facilitar la accesibilidad a la información, la televisión les permite el ingreso a los niños al mundo de los adultos sin estar preparados para ello y los adultos los tratan como pares cuando en realidad no lo son.
Otra expresión tecnofóbica la encontramos en Sartori, quien afirma: “Ya no tenemos un hombre libre que reina gracias a la tecnología inventada por él, sino más bien un hombre sometido a la tecnología, dominado por sus máquinas” (16).
Es evidente que la tecnofobia es alimentada por una visión romántica de la humanidad y su historia, tanto individual como colectiva.
Para los tecnocráticos, entre los que me incluyo, el vínculo de los jóvenes con las tecnologías no es tan sencillo y tanto los tecnofóbicos como los tecnoutópicos pecan de ingenuos y románticos. Es un grave error tratar a todos los avances tecnológicos por igual. Todo cambio tecnológico implica cambios epistemológicos que deben ser estudiados en profundidad. En otras palabras, toda nueva tecnología debe reconocerse y estudiarse como lo que es: una herramienta cognitiva, con sus riesgos y virtudes, las cuales solo pueden conocerse después de un análisis exhaustivo.
Las cárceles del pensamiento
En los centros de detención de menores no solo los niños se encuentran presos, también estamos privados de su libertad de acción, de pensamiento y sobre todo de amar quienes trabajamos allí. Los adultos estamos cercados por rejas muy duras, las rejas del pensamiento dogmático y anquilosado y de corazón pequeño y, por qué no decirlo, marchito.
Muchos de los problemas de los centros de detención se originan en un cóctel muy peligroso: un pensamiento único que no admite críticas ni fisuras ni actualizaciones —lo que he denominado “la cárcel del pensamiento”—. Esta cárcel es muy difícil de romper porque está fundamentada en gran medida en lo que llamo “la droga del salario”: negación al cambio por temor a perder la prebenda salarial/institucional. Este cóctel conlleva a la ejecución de los mismos errores una y otra vez con su lamentable desenlace: los centros de detención como instituciones totales y no como los centros socioeducativos que deberían ser.
Las cárceles del corazón
Unos meses después de jubilarme me llama una empleada del Complejo Esperanza para pedirme que fuera a visitar a Andrés (nombre ficticio), joven condenado por asesinato y violación y con quien yo había establecido un muy buen vínculo. La empleada me comenta que, desde mi partida, Andrés había quedado “sin rumbo, sin norte”.
Mientras me dirigía al Complejo un pensamiento me dominaba por completo: cómo hacer para que la sociedad rompa las cárceles del corazón, para poder perdonar y amar a jóvenes que han cometido delitos, algunos de ellos graves o gravísimos. En otras palabras, cómo revertir lo que Zaffaroni denomina “la efebofobia”, es decir, el miedo/odio hacia estos jóvenes, que los convierte en chivos expiatorios de los males de la sociedad y permite ocultar a los verdaderos delincuentes: los adultos y sobre todo los adultos con poder económico, político que han utilizado ese poder para someter a gran parte de la sociedad con el solo fin de incrementar el poder económico. Y mientras conducía el auto, la respuesta a la que volvía una y otra vez es la que a mí me ha facilitado muchísimo mi trabajo: aprender a escucharlos y a abrir las puertas del corazón para quererlos como no han sido queridos hasta ahora.
Las cárceles de los jóvenes
La reja de metal es la última cárcel que sufren los jóvenes. Si ingresan al correccional, es porque ya son desde antes víctimas de cárceles que le impidieron desarrollarse intelectual y corporalmente, ya eran víctimas de una escuela y de una alimentación pobre para pobres.
También sufren desde antes la cárcel del consumismo, cárcel que se estrecha más mientras uno más la habita: cuanto más se consume, más privado de la libertad se está.
Otras de las cárceles de los jóvenes las iremos viendo a lo largo del libro, como las cárceles СКАЧАТЬ