E-Pack Bianca octubre 2020. Varias Autoras
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Название: E-Pack Bianca octubre 2020

Автор: Varias Autoras

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Pack

isbn: 9788413752396

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СКАЧАТЬ su respuesta sería verdad.

      Cecilia dio unos pasos hacia él y se detuvo de repente, como si no hubiera pretendido moverse. Él se preguntó si le iba a pegar y si se lo consentiría.

      Pero ella no le levantó la mano, sino que lo examinó mientras respiraba hondo.

      Dio otro paso hacia él, que no pudo menos que admirarse de la rapidez y facilidad con que había adoptado su nuevo papel, a pesar de lo poco que le gustaba vivir en Roma.

      Incluso furiosa, como lo estaba ese día, se había vestido con ropa de la que él le había regalado y se había recogido el cabello en un moño. Llevaba un vestido de lana y unas botas de cuero. Iba sencilla, pero elegante. Como siempre.

      La única diferencia era que la ropa de ahora realzaba lo que tenía de un modo que no conseguía la ropa vieja que llevaba para limpiar.

      Su arrogancia lo había hecho pensar que ella estaba a su alcance.

      Se quedó donde estaba, listo para lo que fuera a decirle.

      –Es una visión muy pesimista la que presentas, la de un hombre cruel y despiadado, incapaz de cambiar a mejor.

      Pascal no supo descifrar su expresión ni su voz. Solo notó que se le aceleraba el pulso.

      –Es un retrato acertado.

      –Lo dices como si no supiera quién eres exactamente.

      Él apretó los labios.

      –Entonces no debería decirte lo siguiente, pero voy a hacerlo.

      Se dijo que no tenía seca la garganta, que no estaba tenso, que eso no le estaba pasando porque debería estar completamente tranquilo.

      –Yo en tu lugar me marcharía, Cecilia.

      –¿Marcharme?

      –Toma al niño y vete. Has tenido razón desde el principio: ha sido un error.

      Sus propias palabras le sonaron como un enorme e intenso trueno, imposibles de pasar por alto.

      –Podría hacerlo –dijo ella en voz baja y tranquila, pero no débil, mirándolo a los ojos–. O podría suplicarte.

      Suplicarle.

      La palabra se apoderó de su cerebro, su pecho, de todo él.

      «Podría suplicarte».

      Y volvió a recordar aquel momento en un campo helado en la montaña en que había deseado profunda y fervientemente todo lo que sabía que no podría tener y que nunca había tenido.

      Una esposa. Un hijo.

      Una familia.

      «Podría suplicarte».

      Pero no se lo creyó. Era Pascal Furlani, un hombre duro. Lo único que sabía hacer era luchar, pelear, castigar al mundo en general y a su padre en particular por haberlo fallado.

      Pero Cecilia sabía vivir.

      Le había devuelto la vida, literalmente, y había dado a luz una nueva vida, a Dante.

      Ella era la vida, el amor, todo lo que él no se atrevía a imaginar que podría llegar a tener.

      –Te lo suplico –dijo ella.

      Imposible.

      Y fue aún peor que se arrodillara ante él con la gracia de una bailarina o una reina, como si no fuera ella la que capitulara.

      O como, pensó él aturdido, como si rendirse no le costara nada.

      Cuando tenía la certeza de que a él lo destruiría.

      –Pascal –dijo mirándolo fijamente a los ojos–. Quiero que me hagas tu esposa en todos los sentidos. Te suplico que lo hagas. Ahora mismo.

      Desde su nacimiento, Pascal había sido una causa perdida. En consecuencia, había andado perdido durante años por vocación, regodeándose en la porquería y la suciedad. Y solo había creído encontrarse a sí mismo al estar a punto de morir en una lejana montaña, cuando una mujer lo había sonreído y curado en cuerpo y alma.

      Se sintió perdido en su mirada violeta.

      Y tal vez la verdad fuera que ya lo estaba, que llevaba seis años perdido.

      Así que la tomó en sus brazos y la besó con furia.

      Y se perdió para siempre.

      DE REPENTE, Cecilia lo entendió todo mientras la boca de Pascal se movía en la suya y recomponía el mundo.

      Se trataba del miedo.

      Lo abrazó y dejó que la tumbara en el suelo suspirando de felicidad cuando el colocó su exquisito cuerpo sobre el suyo, lo cual demostró una vez más lo bien que se acoplaban.

      Así, con la misma belleza de siempre.

      Por miedo no se había esforzado más en buscarlo; por miedo se había quedado en la montaña al cuidado de su hijo, en lugar de emprender el camino, más difícil y terrorífico, de enfrentarse a él seis años antes. Cinco años antes.

      O cualquier día desde entonces.

      Y por miedo había hecho él lo que había hecho. Ahora lo entendía.

      Pascal sabía vengarse. Era lo más fácil. La ira era más aceptable que esas mañanas confusas en que se despertaban abrazados. Comprendió que si él la enfurecía le resultaba más fácil luchar contra ella, exigirle, amenazarla.

      Podía reducir lo que pasaba entre ellos a una simple pelea.

      Pero tenía la certeza de que Pascal no era un abusador. No buscaba la debilidad de ella, sino su fuerza. La debilidad lo hubiera destrozado. Era su fuerza lo que le permitía tratarla como a una adversaria.

      Porque a los adversarios no se los podía herir. Los adversarios luchaban.

      Y si luchaban, no tenían miedo.

      Cecilia lo entendió todo mientras él la besaba con su boca caliente y perfecta. Lo entendió mientras ella le correspondía con todo el deseo y la pasión que él le había enseñado.

      Pascal se echó hacia atrás para quitarse la chaqueta y la camisa, mientras ella se quitaba el vestido quedándose con el sujetador, las braguitas y las botas.

      Él la miró como si lo único que deseara fuera recorrer cada centímetro de su cuerpo con la boca; como si fuera a morirse si no lo hacía en aquel preciso momento.

      –Me matas –masculló.

      Y ella se estremeció de deseo.

      Sus manos sobre ella eran una ardiente llama que comprobó la forma de sus senos, antes de tomarla СКАЧАТЬ