Lunes por la tarde 20. José Kentenich
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Название: Lunes por la tarde 20

Автор: José Kentenich

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: Lunes por la tarde...

isbn: 9789567598595

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СКАЧАТЬ aun, una comunidad de amor permanente.

      Les he presentado así toda una serie de problemas de actualidad. ¿Cuál será nuestra respuesta? Se nos está acabando el tiempo de esta conferencia. Continuaremos la próxima semana. Es una lástima, porque ya estábamos motivados y receptivos para el tema.

      No importa; al menos trataré de destacar dos puntos. En primer lugar, el hombre es imagen del Dios Trino: y en segundo lugar, en el plan de Dios está consignado que ambos sexos se complementen mutuamente.

      Es necesario analizar estos dos pensamientos para comprender mejor el contexto en el cual se enmarca nuestra comunidad de amor y el sentido que tiene el hecho de que consumemos el acto conyugal, considerando que somos imagen del Dios Trino.

      * Carácter personal del acto conyugal.

      Integración de las distintas formas de amor

      Naturalmente, primero hay que explicarlos, ¿verdad? Fíjense que todas estas formas del amor tienen que estar integradas en el acto conyugal. A ustedes, en su calidad de esposos, no necesito exponerles que es el amor sexual. Padre y madre, vale decir, esposo y esposa, tienen derecho al acto sexual y con ello al placer sexual. Pero para que esta unión no se convierta en un acto animal debo realizarlo como persona. ¿Qué significa eso?

      - Eros

      El eros opera como una protección del amor sexual. No me extenderé mucho sobre el tema. Hoy el término " erótico" se emplea de muchas maneras hasta el punto de que uno no sabe a qué se refiere el autor con él. Unos entienden tal cosa y otros tal otra. Yo les digo sólo lo que me gustaría que entendiésemos de ahora en adelante con esa palabra: la mutua complacencia que siente el uno por el otro.

      Les hago un pequeño comentario a modo de ilustración. Ayer me visito una joven pareja de novios que pronto se van a casar. Pueden imaginarse cómo se comportaban. ¡Si hubieran visto sus miradas! ¿Qué cómo eran? Tal cual la de ustedes cuando estaban en esa misma situación. La mirada de cada uno era como un sol que iluminaba al otro. ¡Con qué afecto se daban la mano y se abrazaban! Después me enteré de que aquel muchacho antes de su noviazgo no sabía nada de gestos de ternura. ¿Se dan cuenta? Éste es el amor de eros al que me refería hace un momento. Es la fascinación ante la belleza del otro. Puede ocurrir que me digan que ese otro no es objetivamente hermoso; pero para mí sí lo es. Para mí es la muchacha más bella que pueda haberme jamás imaginado. Y lo mismo le ocurrirá a ella. Esa fascinación tiene una gran fuerza. Frente a la que me atrae, todas las demás son nada.

       Observen, por favor, que esto no tiene nada que ver con lo sexual. Más aun, es una protección del amor sexual. Para que lo sexual no se convierta en algo animal, tiene que estar siempre rodeado de la atmósfera del eros.

      Repasemos otro ejemplo. Supongamos soy una esposa que quiere ser santa. Y sé que a mi esposo le gusta verme con tal o cual peinado o con tal otro vestido. Pero, ¿cómo? ¿Acaso no quiero ser santa? Tengo que ser lo más sencilla posible en mi indumentaria. ¡Allá mi esposo con sus gustos...! No quiero en absoluto que me quiera. Sólo me importa que Dios me quiera. ¿Qué tengo que ver yo con mi esposo? Esas son cosas de antes...

      Fíjense cuán falsa es esta actitud. Parte de la santidad de la esposa es que ella se arregle para su marido. Naturalmente ese arreglo no debe ser pecaminoso, pero si agradar al esposo. A su vez, éste tiene que comportarse de tal manera que agrade a su esposa.

      ¿Se dan cuenta de lo que quiero decirles? Somos imágenes del Dios que es Trinidad, que es tres personas, por eso en el matrimonio no hay que prescindir de la dimensión de lo personal. Y para que el acto conyugal no sea un acto animal, los esposos deben cultivar siempre ese amor de eros, más allá de lo avanzados que estén en edad.

      - Amor

      - Cáritas

      Y llegamos así a un último nivel del amor. Es el que llamamos agápe o cáritas, el amor sobrenatural. Observen que el amor que le profeso a mi esposa debe ser también un amor sobrenatural. ¿Por qué amar a mi esposa? Porque su cuerpo es asimismo morada de la Santísima Trinidad. Ella es una personalidad llena de Dios. Valoraré y protegeré esa realidad.

      Sería éste el momento de hablar en detalle sobre el tema. Pero lo haré de forma resumida, para que hoy mismo puedan llevarse puntos puntos de reflexión a casa. Más adelante volveremos sobre él.

      ¿Qué misión tiene sobre todo la mujer en el matrimonio? Velar para que el acto conyugal y la vida conyugal no carezcan del elemento espiritual el amor. Sobre todo compartir la responsabilidad de no dejar que decaiga el eros ni se descuide el amor sobrenatural.

      Les resultará un poco extraño que hable sobre estos temas. Porque..., ¿cuándo han escuchado hablar así sobre ellos? Es muy raro que en las homilías se haga referencia a tales puntos. A lo sumo se lo hace de manera muy general y cada uno lo interpreta y se imagina lo que quiere.

      Por otro lado, hace dos años hablamos detalladamente sobre estas cosas, si bien desde otro punto de vista. Por entonces reflexionábamos sobre las leyes del amor en la familia.

      Pidámosle ahora a María Santísima que nos dé una pequeña lámpara a fin de tener luz para comprender mejor todo esto. Es necesario que así sea, dado que ya no somos niños pequeños y hace tiempo que ha pasado el primer amor. Ha llegado la hora de comprobar de nuevo como tiene que ser verdaderamente el amor.

      Intuyo las preguntas e interrogantes que se están suscitando en ustedes. Más tarde habrá ocasión de responderlos.

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