Lunes por la tarde 20. José Kentenich
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Lunes por la tarde 20 - José Kentenich страница 10

Название: Lunes por la tarde 20

Автор: José Kentenich

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: Lunes por la tarde...

isbn: 9789567598595

isbn:

СКАЧАТЬ de segunda clase.

      Elaborar una espiritualidad específicamente matrimonial

      Acabemos con esa concepción. Luchemos conscientemente por una espiritualidad específicamente laical, por una espiritualidad específicamente matrimonial. Más aun, diría que hay que hacerlo no sólo como familia sino en especial como matrimonio.

      Que todo lo que nos es permitido a los esposos y no les es permitido a los demás, incluso el acto conyugal, sea un camino hacia la santidad. La pregunta que nos plantearemos será: ¿Cómo utilizar todo eso para ser santo? ¿Habremos de renunciar permanentemente a esas cosas para ser santos? El acto conyugal con todo lo que implica de placer y goce sexual, ¿es sólo concesión a nuestra debilidad, que hay que tolerar, o es algo que podemos y debemos aprovechar para llegar a ser realmente santos?

      Naturalmente hay toda una serie de cuestiones de moral práctica. Pero todavía no nos ocuparemos de ellas. Se habla de días infecundos de la mujer. ¿Es lícito aprovechar tales días? Sí, por supuesto, en el bien entendido de que haya justificadas razones y no se rechace por principio la fecundidad.

      Acto conyugal y orden de ser

      Hemos comenzado así a profundizar un poco más en los temas. En realidad, ya hemos perfilado y ahondado en dos ideas. Les recuerdo que nosotros, especialmente los que pertenecemos a Schoenstatt, nos afirmamos sobre el fundamento de la siguiente ley: Ordo essendi est ordo agendi. Vale decir, el ser determina lo que se debe hacer y querer. Ahora bien, ¿qué lugar ocupa el acto conyugal en el orden de ser?

      Por un lado hay que reconocer que el acto conyugal humano presenta una enorme similitud con el acto de procreación de los animales. Sin embargo existe una diferencia. No perdamos de vista la totalidad de nuestra persona. Dos son las ideas medulares sobre las cuales reflexionar en este campo. Lo haremos juntos, con detenimiento y seriedad.

      En nuestra calidad de personas somos, en primer lugar, imágenes del Dios Trino; en segundo lugar, y en razón de nuestra condición de seres sexuados, los esposos estamos llamados a complementarnos mutuamente, tanto a nivel corporal como espiritual y anímico.

      Siempre se trata de la misma consigna: que lo que hagamos esté en armonía con la dignidad de la persona. En el acto conyugal debo salvaguardar mi propia dignidad personal y la del otro, la de mi cónyuge. De lo contrario no estaré respetando el orden de ser ni el núcleo mismo del acto conyugal, que ejecutan personas y no animales.

      * Imágenes de la Trinidad

      Como les decía más arriba, somos imágenes del Dios Trino. Un sólo Dios que es tres personas. Seamos razonables y tengamos la valentía de contemplar los procesos vitales con total sinceridad. En el acto conyugal ambas personas, esposo y esposa, hombre y mujer, constituyen, integran una unidad peculiar, una unidad corporal. En ese momento tenemos dos personas distintas, pero a la vez una unidad.

      * Mutua complementación

      En otra oportunidad les conté un mito de la Antigüedad sobre la unidad de ambos sexos. Es Platón quien nos lo transmite. Según este mito, en el principio el varón y la mujer conformaban una unidad física. No existían separadamente personas que fuesen varones y otras que fuesen mujeres, una persona integraba los dos sexos. Les repito que era sólo un mito. Se decía además que en un momento dado de la historia, y por un determinado hecho, ambas partes se desgajaron. Desde entonces aspiran sin cesar a retornar a la unidad primigenia.

      Naturalmente, fuera del matrimonio se puede conformar también una unidad espiritual y psíquica entre los sexos. Pero dentro del matrimonio, y al menos en el acto conyugal, se produce asimismo una unidad físico corporal.

      El factor personal es garantía de santidad

      ¿Qué conclusión sacaremos de todo lo expuesto? Que no hay que suprimir jamás el carácter personal, tampoco en el acto conyugal. Si en este último conservamos el carácter personal, la unión marital no será entonces un acto que esté al margen de nuestros esfuerzos por la santidad, sino que fomentará en nosotros la santidad.

      Hacia el final de la conferencia anterior les dije algo que quizás no hayan entendido completamente. Les hablé sobre el factor personal en el acto conyugal desde el punto de vista del amor. A su vez distinguimos diferentes tipos de amor: amor sexual, amor de eros, amor espiritual y amor sobrenatural.

      Complementar el amor sexual con los otros tipos de amor

      Si el acto conyugal sólo es expresión de amor sexual se desdibujará el factor personal, lo cual no quiere decir que el acto conyugal como tal no deba ser apasionado. Puede serlo y también debe serlo, porque el ardor es parte de la naturaleza del amor sexual. Sin embargo al amor sexual debe unírsele, de alguna manera, el amor de eros, el amor espiritual y el sobrenatural. Más tarde les diré cómo se puede interpretar eso en detalles.

      Les recuerdo que estas reflexiones son el intento de luchar seriamente por elaborar una espiritualidad matrimonial que sea laical y original.

      Acercándonos al final de la presente conferencia, quiero añadir que la misión específica de la mujer en el matrimonio consiste en velar por la dignidad de la persona en el acto conyugal, para que éste no se degrade identificándose exclusivamente con lo sexual. La esposa cumplirá su misión cuidando que no se desdibujen las otras vertientes del amor: amor de eros, amor espiritual y amor sobre natural.

      Ya saben lo que es el amor y la satisfacción sexuales. No olviden que no sólo no constituye un pecado sino que también es un acto de elevado valor moral, es una virtud. Naturalmente, al acto sexual se le debe agregar lo demás. Cuando no se le añaden esos otros elementos, vale decir, el amor de eros, el amor espiritual y el amor sobrenatural, no estará entonces a la altura de la plenitud de ser que subyace en él.

      Creo que es suficiente por esta noche. Se trata de cosas muy delicadas sobre las cuales no se suele hablar y que simplemente se dejan al arbitrio de los esposos. Por eso quizás uno u otro sienta la necesidad de plantear algunas preguntas muy íntimas. Si así lo desean pueden hacérmelas llegar por escrito y sin firma. Con mucho gusto trataré de responder a todas. Precisamente porque son temas que forman parte de nuestra santidad de la vida diaria, así como para una religiosa la virginidad forma parte de su santidad de la vida diaria.

      Ya les he dicho a menudo que también la mujer casada debe cultivar un cierto tipo de virginidad. Esa especie de virginidad consiste en el cuidado del elemento espiritual en el amor de los esposos, vale decir, la integración del amor de eros, del amor espiritual y del amor sobrenatural.

      Tratarse mutuamente como hijos de Dios y miembros de Cristo

      En cuanto al amor sobrenatural, no olvidemos que también en el acto conyugal mi prójimo es un hijo de Dios y miembro de Cristo. Este pensamiento nos ayudará en esos momentos a conservar el mutuo respeto.