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Militar, que había tomado el poder mediante la proclamación de la ley marcial) y el capitán Ratsiraka, presidente del Consejo Supremo de la Revolución a partir de junio. En agosto de 1975 se redactó la Carta de la Revolución Socialista Malgache por iniciativa de los partidos políticos cercanos al presidente. Proclamaba solemnemente: «Solo tenemos una solución: ser o perecer. ¡Hemos elegido ser! Independientes, libres, orgullosos de la justicia y la paz. Cueste lo que cueste.» En diciembre de 1975, esta Carta fue sometida a referéndum. El sí prevaleció: Madagascar pasó a ser una república democrática. El 4 de julio de 1976, Didier Ratsiraka se posesionó como presidente de la República. El estado ahora controlaba los bancos, las compañías de seguros y tres cuartas partes del comercio de importación y exportación; la centralización fue extrema. Se instituyó la autogestión de los trabajadores. Se nacionalizaron las empresas bandera de la época colonial (La Rochefortaise, La Marseillaise, La Lyonnaise). El territorio fue reestructurado con un retorno a las fokonolona, unas asociaciones comunitarias anteriores a la colonización, y a las fokontany, una agrupación de varias fokonolona. Estos entes descentralizados de administración local tenían amplias competencias: gestión del territorio, desarrollo rural, salud, seguridad... Las tierras expropiadas a las grandes empresas francesas se distribuyeron entre 17 000 familias. La lucha contra el analfabetismo fue intensa; en ella se involucraron incluso los estudiantes y el ejército. En política internacional, Madagascar se distanció de Francia y emprendió una diplomacia muy diversificada: apertura a Asia (Indonesia, India, Japón), intercambios con Estados Unidos, movilización para la unidad africana y acuerdos de cooperación con la URSS, China y Corea del Norte. Los líderes tenían la ambición de «dar a Madagascar una voz que pueda ser escuchada en la comunidad de naciones» (en sus palabras). Esta voz se pronunció en contra del apartheid y a favor de la liberación de Nelson Mandela. La lengua malgache, que se habla en todo el país desde hace dos mil años, volvió a ser reconocida en el sistema educativo y a convertirse en lengua oficial tras siete décadas de represión lingüística. Finalmente, se tuvieron en cuenta las anhelos de «malgachización». El Estado invirtió en infraestructuras, salud e industria. Sin embargo, al mismo tiempo, la democracia retrocedió. En la Asamblea Nacional Popular surgida de las elecciones de 1977, y tras una votación impugnada, Arema (el partido del presidente y vanguardia de la revolución malgache) obtuvo el 81 % de los escaños frente al 11 % del AKFM y el 8 % del resto de partidos menores. El gobierno se organizó en las mismas proporciones. El «Estado Arema» se estableció como en la década de 1960 lo había hecho el «Estado PSD». La libertad de prensa estaba cada vez más restringida. La corrupción iba en aumento y las promesas de justicia social e igualdad se olvidaban rápidamente. Además, la economía se veía afectada por la crisis del petróleo y el colapso de los precios de los productos básicos. A pesar de las reformas adoptadas a finales de la década de 1980, la crisis económica mundial completó la desestabilización de la economía de la Gran Isla. La pobreza aumentó. La decepción de la población era proporcional a las esperanzas de los años 1990. Sin embargo, Ratsiraka fue reelegido, sin oposición, en 1982 y 1989. En 1990 se creó un Consejo Nacional de Fuerzas Vivas por iniciativa de los principales partidos de la oposición y los antiguos aliados del presidente Ratsiraka. Este fue el comienzo de una reflexión sobre el futuro de la nación. En 1991, el movimiento por el cambio se intensificó. Durante el Día del Trabajo se celebraron importantes manifestaciones en Antananarivo y en varias ciudades. El enfrentamiento entre la oposición, que convocaba a una conferencia nacional, y el presidente, que se negaba a ello, adquirió una nueva dimensión; el 8 de julio, una huelga general ilimitada se extendió con una participación masiva. Los huelguistas exigían la salida del presidente y cambios en la Constitución. La huelga duró hasta enero de 1992. El 10 de agosto, una marcha pacífica de medio millón de personas hacia el palacio presidencial se volvió violenta y acabó en un drama. Hubo cincuenta muertos. Siguió un periodo confuso, durante el cual los políticos sedientos de poder intentaron romper la unidad del país proclamando estados federados en cinco regiones. Estos estados imaginarios tuvieron, afortunadamente para Madagascar, un destino efímero. El 19 de agosto, ante la movilización popular, el presidente aceptó la creación de un gobierno de consenso y de transición.
La Tercera República (1992-1997)
El 19 de agosto de 1992 se aprobó una nueva Constitución y, con ella, la Tercera República. Basada en el pluralismo político y la democracia, equilibró el poder entre un presidente elegido por sufragio universal y una Asamblea Nacional soberana.
El 25 de noviembre, tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el profesor Albert Zafy, uno de los líderes del levantamiento popular de 1991, tomó la iniciativa. El 16 de agosto, las elecciones parlamentarias otorgaron al presidente Zafy una mayoría parlamentaria confusa pero favorable.
En el plano económico, el nuevo gobierno siguió las directrices del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial: privatizaciones, economía mixta que deja una parte importante a la iniciativa privada, reforma monetaria destinada a fomentar la inversión y, finalmente, adaptación del franco malgache a moneda convertible. Esta reforma, muy controvertida, emprendida a principios de 1994, produjo la fluctuación del franco malgache, que perdió su valor ante la inquietud tanto de los actores económicos como de la población.
Al mismo tiempo, estallaron las tensiones entre el presidente Zafy y el primer ministro Ravony. Este enfrentamiento alcanzó su punto culminante con la moción de censura presentada por los partidarios del presidente y rechazada por la Asamblea Nacional. Al creer que no había dicho su última palabra, el presidente Zafy sometió a referéndum, el 17 de septiembre de 1995, una enmienda constitucional que delegaría en el presidente (y ya no en la Asamblea Nacional) la facultad de nombrar y destituir al primer ministro. Ganó el sí, de manera que la república pasó a ser presidencialista. A partir de entonces, el presidente y el gobierno estarían, en principio, unidos, frente a una Asamblea Nacional en la que se había recompuesto una mayoría que les era hostil. Mientras tanto, la mayoría de la población veía que sus dificultades aumentaban y estaba irritada por los debates políticos. En los pueblos (el 85 % de la población malgache obtiene sus recursos de la tierra), en las universidades y en los barrios urbanos pobres la gente estaba cansada de las carreteras en mal estado, del aumento de los precios, de la falta de protección social y de la corrupción. Entre 1993 y 1997, la Asamblea llevó a cabo una guerra de guerrillas sistemática contra el presidente y los seis gobiernos sucesivos. Al mismo tiempo, la inflación subió a niveles sin precedentes, el franco malgache se hundía cuando se suponía que debía flotar según la estrategia monetaria ultraliberal adoptada. La clase política se hundía en el fango de la corrupción y la malversación de fondos públicos. Al final, al cabo de cinco años, «el hombre del sombrero de paja» y los fundadores de la Tercera República llevaron al pueblo malgache a una decepción tan grande como habían sido las esperanzas y los sueños de los movimientos populares de 1991. Una pequeña élite se enriqueció, mientras que la gente se había empobrecido cada vez más. Durante la segunda mitad de 1996 se consumó el final de esta etapa: la Asamblea Nacional votó el impeachment (la destitución) del presidente Zafy y provocó elecciones presidenciales anticipadas. El expresidente Ratsiraka se presentó como candidato. A su regreso exclamó: «¡Las mismas personas que pidieron mi partida en 1991 son las que ahora reclaman mi regreso!» Ratsiraka lideró la primera vuelta de las elecciones, bajo control internacional, con el 33 % de los votos, y fue elegido en la segunda vuelta al quedar por delante del presidente Zafy; sin embargo, la tasa de abstención batió todos los récords en la historia del país.
La República humanista ecológica (1997-2001)
Más de veinte años después de la Carta de la Revolución Socialista Malgache, Ratsiraka persiste y propone un nuevo proyecto social: la República humanista ecológica, según la cual la economía debe estar al servicio del desarrollo social, respetando el medioambiente y la naturaleza, absorbiendo la pobreza y preservando los sistemas de solidaridad que conforman el tejido de la sociedad malgache. ¿Quién no suscribiría un programa como este?
Sin embargo, hay un trecho entre el proyecto para una sociedad y su realización. En materia económica
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