Название: La religión socialista. Los malhechores del bien
Автор: Jesús Ángel Murco Cacho
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная прикладная и научно-популярная литература
isbn: 9788468545189
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Las recompensas de la religión socialista son comparables a las de las demás religiones. Si dependes física y sobretodo psicológicamente de sus normas la felicidad está asegurada. No hay más que observar lo felices que son los que intervienen en los movimientos de barrios, en las asociaciones vecinales, en las ONG’s que van por el mundo haciendo el bien, los ecologistas, los animalistas, etc. Piensan que su labor es la adecuada, están practicando el buenismo que les hace sentir especialmente bien, se sienten generosos, ayudan a los demás, participan en sus vidas, son solidarios. ¿Qué mayor recompensa que el sentirse bien, a gusto consigo mismo? Lo mismo sienten los cristianos y musulmanes cuando ayudan a los demás, no solo alcanzarán el Cielo o el Paraíso, sino que en su tránsito en la tierra serán felices sabedores de que están en el camino adecuado. “Se puede gobernar sin renunciar a los sueños” dijo el brasileño Lula da Silva, el nuevo Che. Los sueños de la nueva religión, volverán a engañar a los suyos y a los demás, hay que mantener la utopía aunque sea falsa, qué sería de sus vidas si se descubriera el engaño.
La felicidad que produce la vida familiar la sustituyen por la alegría de pertenecer al Partido, esos camaradas, esos compañeros, esos sí que son una verdadera familia. Elías Canetti escribió: “La masa me había subyugado; era un delirio en el que uno se perdía y olvidaba, sintiéndose monstruosamente vasto y a la vez colmado; lo que uno sentía no lo sentía para sí; era una especie de altruismo absoluto… pero a la vez nos sentíamos privados de nuestro libre albedrío, algo siniestro nos sucedía, mitad delirio y mitad parálisis”.
Todos conocemos los libros sagrados del cristianismo, islam o judaísmo: los Evangelios, la Biblia, el Corán, la Torá. Considerados sagrados, los utilizan en la mayor parte de sus ritos y como fuente de enseñanza. Por eso se suelen conocer como religiones de libro. Pero, ¿cuál es el libro de cabecera de esta nueva religión socialista? La religión socialista no tiene un libro de cabecera pero son múltiples los libros y autores encargados de guiar a sus fieles. Desde los más oscuros de interpretar hasta los más elementales donde no hay que olvidar, hoy en día, el poder de las redes sociales y los medios de comunicación, como medio de que la palabra de dios, el Estado, llegue a todos de forma clara o camuflada.
Uno de esos libros principales, tal es así que se llama “El Capital”, de Karl Marx y Friedrich Engels, es la base del marxismo. No se puede ser un socialista de pro sin defenderlo aunque casi nadie lo haya leído, ni Stalin ni Mao lo leyeron, como afirma el filósofo Antonio Escohotado. Luego están las interpretaciones que se dieron y los retoques para adecuarlos a cada tiempo. No se puede obviar a las obras de Lenin que conformaron el llamado marxismo-leninismo, Stalin y su forma de actuar genera el estalinismo; Trotsky, que cometió la imprudencia de enfrentarse a Stalin, y que formó el llamado trotskismo; Mao y su maoísmo que transformó China, “Mi Lucha” de Hitler, y tantos otros que fueron transformando el libro sagrado de “El Capital” en versiones locales a cada cual más sanguinaria. Para Bertrand Russell el comunismo es una religión militarizada, para Ryklin, fue la religión más importante del siglo XX.
El socialismo tiene sus dogmas que vienen expresados en esos libros, las teorías socialistas no son discutibles, no se puede dudar de ellas. El que las discute es inmediatamente descalificado. Cuanto tiempo perdido estudiando a fondo los libros sagrados de la religión socialista, cuanta verborrea indescifrable en sus argumentos, cuantos incautos creyeron en ellas sin comprenderlas. Los que se atreven a transformar los dogmas socialistas generan tal confusión que ni ellos mismos se aclaran. Una cosa es evidente, cuando intentan llevarlas a cabo, fracasan.
El socialismo también tiene su propia “Historia Sagrada”, la que surge de su manera de interpretar la historia. Esta hay que cambiarla para la gloria de la nueva religión, todo debe coincidir en la nueva versión y si no, se inventa. Los campos de concentración no existieron, el Gulag tampoco, las hambrunas de Ucrania son un invento del demonio, en la China de Mao hubo una gran revolución cultural, Cuba es un ejemplo a seguir, etc.
Toda religión debe tener sus fieles, sus seguidores. Estamos acostumbrados a ver a los fieles cristianos, musulmanes y judíos, y los socialistas nos parecen diferentes pero no es así, su comportamiento es similar. No van a una iglesia, mezquita o sinagoga, pero si lo hacen en sus locales, ya sean culturales, sindicales, de barrio, y sobre todo en la calle. Les encanta salir a la calle y manifestarse, sentirse todos unidos, en grupo, lanzar sus proclamas al viento para que se enteren los indocumentados que les rodean, gritar muy fuerte para atemorizar a los miedosos que los rehúyen. No usan crucifijos, ni pasos de Semana Santa, ni santos, ni vírgenes, pero sí sus pancartas, sus banderas, sus carteles. Estos sí que son fieles y devotos de la religión socialista. “La necesidad de creer es más fuerte que la de saber.” escribió el filósofo J.F. Revel.
Los métodos de control de los religiosos socialistas son muy variados y terribles. Todo aquel que no siga sus normas verdaderamente lo va a pasar mal. A nivel interno tiene sus aparatos de opresión, desde la forma más burda a la más sibilina. La represión de dios, el Estado, sobre los herejes llega a ser brutal: la NKVD, la KGB, el Gulag, las masacres indiscriminadas de seres humanos en el paraíso de la URSS; la STASI en la RDA, la SS alemana y los campos de concentración; la revolución cultural de Mao que inundó de muertos China; las chekas de España; la Cuba y Corea del Norte actuales, el populismo en Iberoamérica. El control de la sociedad por medio de la propaganda y el lavado de cerebro continuo por todos los medios a su alcance, personas espiadas y vigiladas, atemorizadas.
En las zonas del planeta donde todavía no mandan ellos tienen otros métodos también muy expeditivos para amedrentar a los enemigos de su religión. El terrorismo, que trata de acabar con la libertad y la democracia de la civilización occidental. El terrorismo es un método de control y miedo al que es difícil vencerle. La muerte y destrucción provocada, paraliza las mentes y genera mucho sufrimiento y pueden entrar deseos de apoyarlo con tal de que cese, rindiéndose ante él o negociando con él. El miedo es libre pero pensar que con el diálogo y la comprensión pueden calmar el ánimo de los terroristas es de una irrealidad total. Todos queremos salir a la calle y que no nos pongan una bomba. Ante esa situación puedes acceder a los deseos de los terroristas, concederles lo que piden, a la espera de que dejen de matar, pero la realidad, los hechos, han demostrado que siempre quieren más, la sumisión total.
Siempre se ha oído decir a los nuevos religiosos, los colectivistas, que los capitalistas tenían mucho rostro al privatizar solo las empresas que generaban beneficios y dejando para el Estado como públicas las que lastraban el presupuesto, privatizar las ganancias y socializar las pérdidas. Lo que no se les oye decir es que el motivo de que ni unos ni otros se atrevan con este tipo de empresas mastodónticas e inoperantes son los sindicatos llamados de clase. En la empresa privada los sindicatos no pueden actuar a su antojo pues la empresa no puede tener pérdidas dado que quebraría, en cambio en las públicas como pagamos todos no hay problema de presionar y hacer perder muchísimo dinero a los contribuyentes, siempre teniendo en mente acabar con la productividad y la clase media. Los dirigentes de estas empresas públicas saben que aunque las gestionen mal no importa pues el dios Estado está detrás y solucionará el problema si vienen mal dadas. De esta forma actúan sin ningún rigor y efectivamente, si la gestión sale mal, como suele ser costumbre, se paga entre todos la desfachatez, y la culpa es del capitalismo que trata de privatizarlas o eliminarlas para ganar dinero y no del socialista que la mantuvo en ese estado intervencionista. Los sindicatos se revolverían violentamente, como hacen, si se osara perder su poder y los gobiernos temen la revuelta social que esto generaría. Los sindicatos y sus piquetes generaban grandes destrozos СКАЧАТЬ