Название: Mitología Inca
Автор: Javier Tapia
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Colección Mythos
isbn: 9788418211102
isbn:
Yaku enseñó a los hombres a señorear sobre los animales, a trasquilar a la alpaca, a sembrar la patata y a recoger los frutos y las plantas de la naturaleza.
Ollantaytambo, su ciudad preferida, ha sido mil veces destruida y mil veces reconstruida, sin perecer nunca del todo, dando casa y hogar a sus habitantes eternamente, desde el principio de los tiempos hasta el día de hoy, porque Yaku es su protector desde siempre y para siempre.
No importa lo que borren, roben o destruyan los hombres, Yaku está siempre presente mirando desde arriba hacia abajo las eras y las estaciones.
La figura del puma, o yaku, es un símbolo recurrente en las culturas inca y preinca, como divinidad que representa a la Tierra material, al mundo actual, a lo humano y a la naturaleza, con su parte salvaje y su parte esotérica.
Hombres con cuerpo de puma, o pumas con cara de hombre, casi todos borrados a golpe de cincel por los conquistadores españoles, barbados como los europeos y no lampiños como los habitantes de los pueblos prehispánicos, seres de otras realidades a los que se les adjudica la creación de los planetas y las estrellas, y, como veremos en el próximo capítulo, de las diferentes humanidades que han ocupado la Tierra.
Los pumas de los Andes y los jaguares de la selva aparecen con frecuencia en el mundo precolombino como referentes de paciencia, astucia, independencia e inteligencia, y forman parte de sus respectivas mitología y cosmovisiones como algo muy cercano a la humanidad, en una relación de respeto y cuidado mutuo que hemos ido olvidando con el tiempo.
Pero no todo son animales divinos o sagrados en la mitología inca, también existe el concepto espiritual trascendente encarnado por un niño de oro cristalino, Inti Wawa.
Cantar de Inti Wawa
Vino del Gran Sol.
Vino del Gran Sol y no del pequeño sol que conocemos y que se levanta todas las mañanas.
Vino de la Luz eterna, la que no se detiene nunca.
Vino y le dio forma al mar, al río y a la montaña.
Vino y se rodeó de vida.
Vino y fundó Coricancha, piedra revestida de oro, templo dorado, con el espejo donde se ven todas las cosas del pasado, del presente y del futuro.
Vino y le dio forma a los cielos y a las cuevas.
Vino y unió todos los mundos con chinkanas, pasadizos y laberintos que llevan a todos lados, desde lo más bajo a lo más alto, de una ciudad a otra, de un templo a otro, de un tiempo a otro tiempo.
Vino y legitimó a los gobernantes.
Vino y protegió a los pueblos.
Vino con su cuerpo dorado y su cara de niño, y su espíritu sigue con nosotros.
El disco dorado de Inti Wawa
Él escoge y él elige.
Él te llama si te ve digno y te entrega el poder con la palabra.
Él es Inti Wawa, el Niño Sol que vino del Gran Sol, y no del sol que vemos levantarse en la mañana.
Inti Wawa nos legó su disco dorado, todo de oro, como en el que viaja para ir al cielo, al Gran Sol, para que siguiéramos su camino y seamos como dioses, eternos, si dolor y sin morir, y siempre con abundancia de alimentos.
El sonido de su voz nos llama desde dentro de nosotros mismos, porque Inti Wawa está dentro y fuera de todo, y podemos escucharlo si no cerramos el corazón.
El sonido de su voz es poderoso.
El sonido de su voz talla la montaña.
El sonido de su voz levanta piedras.
El sonido de su voz funda ciudades.
El sonido de su voz penetra todo.
El sonido de su voz es un canto puro.
El sonido de su voz abre las puertas del alma.
El sonido de su voz te guía y te protege contra los temblores y las tempestades.
El sonido de su voz te eleva como a una pluma.
El sonido de su voz nutre la Tierra.
El sonido de su voz hace mansos a los animales salvajes.
El sonido de su voz lo puede todo.
Si pones atención, oirás el sonido de su voz en todas partes.
Los hijos del sol lo escuchan, los hijos de las sombras no oyen nada.
Inti Wawa, niño y señor, te cantamos con amor para darte las gracias.
Inti Wawa, el Niño Sol, ha pasado por muchos estadios a través de las diferentes creencias del mundo andino, desde las preincas hasta las actuales, pasando por la asimilación inca de los sacrificios humanos, que en el caso de Inti Wawa eran sacrificios humanos infantiles, la sincretización católica que lo convirtió en Niño Dios, hasta las celebraciones del Inti Wawa Raymi que se realizan hoy en día protagonizadas principalmente por niños.
De divinidad independiente pasó a ser hijo de Viracocha, y de niño robusto y de oro, pasó a ser adolescente guerrero y adulto soberano, legitimador de la sangre divina entre los gobernantes incas.
De hecho la palabra inca, con minúscula, puede traducirse como “hijo del sol”, mientras que la palabra Inca, con mayúscula, se refiere al Señor y Gobernante Inca o al Imperio inca en toda su extensión, con lo que todos los niños incas son reflejo de Inti Wawa, pero solo los destinados al gobierno de los pueblos, son sus hijos directos, de su misma sangre, Incas de verdad y con potestad sobre el mundo entero, con lo que todos y cada uno de los monarcas incas son parte de la mitología, dioses menores con la garantía de gozar con un lugar reservado en el cielo.
Según la leyenda, Inti Wawa es quien legitima a Manco Cápac como primer gran soberano inca en el 1200 de nuestra era, y vaticina que Atahualpa y Pachacámac lograran la unión de las cuatro provincias.
La guerra, la muerte, el sacrificio humano, la conquista, la destrucción y posterior reconstrucción también están amparados por Inti Wawa, y, como en muchas otras mitologías, a menudo la creación del mundo, o del universo entero, está precedido de un conflicto bélico entre los dioses.
Cantar de la guerra de los cielos
Antes, mucho antes de la gran inundación.
Antes, mucho antes de que Viracocha fuera padre.
Antes, mucho antes de que los hermanos Ayar y sus esposas surgieran de las montañas.
Antes de que Inti iluminara a Pachamama.
Antes, mucho antes de que nacieran y murieran tantas humanidades.
Antes, cuando solo estaba el Sol Primordial СКАЧАТЬ