Название: Mitología Inca
Автор: Javier Tapia
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Colección Mythos
isbn: 9788418211102
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¿De uno de los pilares del mundo donde la humanidad ha renacido?
¿O simplemente de leyendas absurdas que no tienen fundamento alguno por más que las evidencias físicas estén presentes?
El laberinto de la mitología inca parece no tener principio ni fin, ni orden lógico y cronológico por más que la religión en el periodo estatal intentara unificar creencias y criterios a través de ritos y cantares que la gente se aprendía de memoria desde la infancia y los cantaba a lo largo de toda su vida, como quien canta ahora las canciones de moda.
Gracias a estos cantares conocemos hoy en día las leyendas de los primeros grandes incas, como la de Cápac Yupanqui, primer conquistador y fundador del amplio Imperio inca; o de su lejano antecesor, Manco Cápac, primer inca del Cuzco no imperialista; e incluso de Pachacútec, el gran organizador de las cuatro provincias y que inicia el periodo estatal de los incas.
Había cantares oficiales y obligados, pero no faltaban los cantares propios de cada zona, los cantares preincas, sobre todo en lo que ahora conocemos como Ecuador y Bolivia, cuyas culturas prehispánicas han sobrevivido al Imperio inca, a la conquista, a la colonia española y al colonialismo intelectual eurocéntrico y norteamericano, con lo que sus cantares o leyendas nos dan otra visión del mundo andino.
Cantar Preinca a Inti Raymi
Nunca hubo un principio para lo que siempre dura, para lo que siempre es, aunque no siempre esté, aunque no siempre se manifieste.
Nada comienza ni nada termina en lo que siempre dura.
De la sombra sale la luz.
De la luz nace la sombra.
Lo que siempre dura está detrás de la luz y de la sombra.
No vemos todo lo que hay.
No vemos todo lo que ha sido.
Lo que vemos a veces no está.
Lo que vemos a veces es solo un sueño, una imagen.
Los ojos a veces ven poco, o nada.
Para nosotros todo comienza cuando la luz nos dice lo que vemos.
Celebración del Inti Raymi
Antes había muchas cosas, pero no las recordamos porque no las hemos visto nunca, solo quedan sus rastros que no comprendemos.
Para nosotros todo comenzó con el Sol, antes del Sol de nada nos servían los ojos.
Inti, el Gran Sol, fue lo primero, sin él nada se vería, sin él nada existiría.
Inti nació y fue niño.
Inti ahora es un joven guerrero.
Inti algún día será un anciano sabio.
Inti algún día se irá y ya no veremos.
El Sol al nacer trajo el agua y la vida.
El Sol trajo a la Luna y ahí empezó nuestra existencia.
El Sol empujó las tierras del mar y formó las montañas.
El Sol trajo las nubes y los vientos.
Inti trajo la lluvia.
Inti dio forma a los animales y a las plantas.
En la Luna nos tuvo como mascotas, y cuando aprendimos nos depositó en esta Pachamama, nuestra tierra.
Inti nos cuida y nos protege.
Inti nos deja ver cada mañana sus obras.
Inti se recoge por la noche para recordarnos lo importante de su presencia.
Sin Inti no hay vida, no hay inicio para nosotros, no hay comienzo.
Para nosotros todo empezó cuando Inti recorrió la cortina del cielo.
A él le cantamos cada año en su esplendor, a Inti veneramos, a Inti respetamos.
Inti seguirá ahí cuando nos hayamos ido.
Cuando Inti ya no esté, todo habrá terminado.
Comparado con las culturas preincaicas, la cultura inca es muy reciente, pero supo aprovechar muy bien los cultos solares de los pueblos andinos para imponer su propia religión solar. La fiesta solar, o Inti Raymi, se celebra en Cusco, Perú, cada año coincidiendo con el solsticio de invierno, pero bien podría venir del norte de Chile, donde se celebraba el Wawa Inti Raymi, o Fiesta del Niño Sol, simbolizando el nacimiento de la humanidad y del universo.
Cuando se juntaron las cuatro provincias del gran Imperio inca, muchas de las antiguas ciudades preincas fueron destruidas, transformadas o reformadas. Muchos de sus símbolos arcaicos fueron borrados o recuperados como propios, como en el caso de Viracocha, que pasó de ser un dios antiguo y primordial de Tiahuanaco, y del cual no tenemos más referencia que su imagen, para convertirse en el dios creador del Imperio inca que todos y cada uno de los pueblos estaba obligado a venerar, incluso por encima de Inti, el Sol, ya que también este era creación de Viracocha y, por tanto, le debía pleitesía.
El cantar de Viracocha
Parecía que no había nada, porque todo estaba a oscuras, pero el grande Viracocha ya reinaba en el espacio, cóndor de las estrellas, señor de los tiempos, creador de todo lo primario, que se entretuvo en dar forma al universo entero.
Como se sentía solo, dio forma a los dioses para que le hicieran compañía, unos con brillo y otros con sombra, para no vivir en la oscuridad eterna, y entre ellos estaba Inti, el Sol, que era un niño pequeño con mucha luz.
Creó entonces a Hanan Pacha, el Mundo Celestial, la habitación de los dioses, el hogar de los elevados, la casa de los elegidos, con la promesa de que algún día los hombres y las mujeres buenos y justos podrían compartir con los dioses este universo perfecto, lleno de bienes y de gloria, subiendo sobre las alas del cóndor divino tras su muerte.
El cóndor divino que lleva a Hanan Pacha
Para llegar a Hanan Pacha sobre las alas del cóndor, era necesario hacerlo a través de un puente hecho de cabellos que conectaba a los mundos entre sí, en lo alto estaba Hanan Pacha, y debajo un mundo hecho de tierra y de lodo que albergara la vida y los seres que corren y se arrastran.
Así creó a Kay Pacha, el mundo terrenal, el lugar de las plantas, los animales y los hombres, el hogar de Pachamama sobre el que Inti derramaba sus luces y su calor; el mundo del hoy, del aquí y del ahora, donde la ilusión del tiempo da lugar a los años, a los ciclos, al nacimiento y a la muerte, donde el puma señorea y el hombre domina.
En Kay Pacha, este mundo, Viracocha derramó muchos dones para bien y beneficio de sus ocupantes, con la esperanza de que lo cuidaran y le sacaran provecho, a sabiendas de que los seres que no eran dioses a menudo son ingratos СКАЧАТЬ