Название: Palmeras de la brisa rápida
Автор: Juan Villoro
Издательство: Bookwire
Жанр: Путеводители
isbn: 9786078667710
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Pedí otra horchata mientras el Diario de Yucatán me comunicaba con un sinfín de esquelas. Había muerto Salomón Dámaso Mena Abraham.
En el camino del aeropuerto al hotel, me sorprendió que un supermercado se llamara San Francisco de Asís.
–Es de un turco –me informó el taxista–. Aquí no dejamos entrar a Comercial Mexicana ni a Aurrerá ni a Superama.
Me interesó aquel revoltijo. El taxista se distanciaba del magnate llamándolo “turco” (que a su vez se distanciaba de su origen poniéndole San Francisco de Asís a un supermercado), pero estaba orgulloso de que las cadenas “mexicanas” no hubieran llegado a Yucatán.
Las esquelas informaban del parentesco exacto –hermano, padre político, primo hermano, primo– que el fallecido tenía con los gerentes generales, presidentes del consejo de administración y ejecutivos de La Yucateca, Katy’s S. A., Novedades Tony, Manufacturas Finas RAVGO, Mármoles y Canteras de Yucatán, Bordados de Yucatán, Grupo Mejor, Casa Achach, MOSUSA, Grupo de Tecnología Alternativa, Autotal, Banco Mexicano SOMEX. El poderío económico de la familia Mena Abraham era tan vasto que casi parecía un acto de ternura que también controlara Guayaberitas de Yucatán.
Entre las esquelas, el periódico anunciaba una cena de beneficencia en el Deportivo Libanés. Se subastarían las más regias antigüedades. Después del colapso henequenero, la porcelana de Limoges y los bibelots cambiaron de manos. Los árabes son los reyes del comercio, es decir, los dueños virtuales de un estado donde la industria, la agricultura y la ganadería son casi inexistentes. Desde la Feria de Flandes, el éxito del comercio radica en que haya un extenso trafique con una baja inversión; los mercados son siempre provisionales, si se acaban los clientes… a levantar el tianguis. “En cuanto venga la crisis, me largo a otro sitio”, me diría un descendiente de árabes. En Yucatán, “otro sitio” casi siempre significa Miami.
Mi abuela, tan preocupada de que sus amigas sucumbieran a las intensas miradas de los turcos, sin duda codiciaría estas arábigas fortunas. La Casta Beduina ha comprado su prestigio y hoy en día se habla de ella con respeto, incluso entre los descendientes de la otra casta. El arquitecto C. pasó una hora elogiando árabes mientras yo veía la más fidedigna herencia del pasado en la sala de su casa: un enorme collage hecho con boletas de compraventa de esclavos.
PAISAJES DE LA MENTE
Como aconseja la anatomía, llevé mi cabeza a todas partes. Sin embargo, a causa del clima, no siempre estaba muy seguro de lo que veía.
Las cosas dejaban huellas blancas en mi mente que sólo se revelaban después, bajo los ventiladores del café.
En sentido fisiológico, la cabeza existe cuando necesita una aspirina; en sentido filosófico, cuando produce el fogonazo de las ideas. El patrono de los pasajeros de las zonas tórridas debería ser San Dionisio: uno siente que lleva la cabeza entre las manos, como una cámara de imágenes lentas.
Los ventiladores del café me recordaron la imagen definitiva de Huidobro: “aeroplanos del calor”. Bajo su aire, la ciudad avasallada por el sol se iría recuperando en un álbum de imágenes dispersas.
LAS CARAS DEL ESPEJO
El cuarto 22 tenía dos espejos, uno iluminado por una barra de luz neón y el otro por una bombilla de 60 watts. El primero estaba en la recámara: al despertarme encontraba un rostro de una desdibujada palidez, recién emergido del cenote sagrado. No era una imagen distorsionada; al contrario, la molestia venía de verme demasiado. Entonces corría en pos de la luz incierta del segundo espejo.
Como en el amor, también en los espejos conviene una mirada débil, capaz de corregir el rostro que en las noches ofrecemos a la luna.
MURALES
Los héroes, además de estimular la escultura y el culto a los laureles, mantienen activo un segmento del lenguaje. Nada más adecuado para resumir sus vidas que las églogas donde se conjugan verbos que rara vez salen del diccionario. Y es que los paladines viven en gramática de gala: cuando no arrostran se prosternan; ya subyugan, ya son subyugados. Luego sueltan su frase célebre: “Los valientes no asesinan” o “Si tuviéramos parque… no estarían ustedes aquí”. Los Beneméritos, los Libertadores, los Padres de la Patria no pueden vivir sin Palabras Mayores.
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