Derecho internacional: investigación, estudio y enseñanza. Enrique Prieto-Rios
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СКАЧАТЬ pero sin lugar a dudas es una cuestión existencialista. En algunas oportunidades, esa situación me hace sentir que uno está en la encrucijada de escoger entre la “bola azul” y la “bola roja”; en si quiere la crítica o si se quiere vivir en un mundo de comodidad donde uno no quiere entender ni saber cuál la situación. Sin embargo, creo que todos nosotros somos curiosos y aunque nos guste o no siempre hacemos preguntas y no podemos parar hasta llegar a un término que nos permita escoger entre una u otra opción.

      El otro día recibí un correo electrónico muy llamativo que decía, entre otras cosas, “desde hace treinta años trabajo en derecho internacional y desarrollo y desearía haber conocido estas ideas más temprano en mi carrera”. Eso es muy valiente y muy conmovedor. Es muy valioso ver adónde llegamos desde allí. Y ahora que tenemos el poder, ¿cómo lo vamos a ejercer de manera responsable en una situación que vivimos en un momento determinado? Sin embargo, todo esto es muy personal.

      A veces encontramos colegas que están perturbados o agitados y se hacen preguntas como esta: “Creo que TWAIL tiene cosas muy importantes para decir pero ¿aún puedo trabajar en la OMC?”. Yo creo que sí. Uno va a la OMC y hace lo que cree que puede lograr en ese proceso. De hecho, me ha ocurrido en lo personal. Alguna vez trabajé para el Fondo Monetario Internacional durante tres meses y no podía esperar para salir de allí.

      Tal y como lo dije antes, es un tema muy personal. Yo no quiero ser su confesor (o el equivalente para ustedes) para decirles qué deben decidir, cómo abordar lo que ven o cómo lo van a solucionar, pues hay diferentes aproximaciones a cómo salir de un problema. Es una decisión completamente personal. Pese a ello, valoro que traten de afrontar las situaciones desde esta perspectiva. Ahora bien, puede haber un problema aquí en lo que tiene que ver con el lugar donde estamos parados. Por ejemplo, en mi libro podrían ver cómo quiero creer en el derecho internacional, pero igual ver esta inquietud. Así es como he vivido este proceso y las preguntas se hacen especialmente interesantes.

      Mi sugerencia es que cada país haga parte del derecho internacional. Por ejemplo, que Colombia escriba treinta páginas sobre la historia de Colombia y el derecho internacional, visto desde Colombia y desde los intereses de Colombia. Igual en el caso de Chile. Para mí es difícil pensar en Chile sin estudiar la intervención de 1973. Así, al empezar a desglosar la historia de cada país, empezarán a identificarse los diferentes elementos de la historia del derecho internacional y cuáles son los hechos prevalentes. Todo esto es sobre recursos y sobre soberanía. Así, pueden utilizarse las problemáticas propias de cada país para después construir la historia del derecho internacional. No se estaría siendo exclusivamente locales, porque se estaría conectando con preguntas más generales sobre el derecho internacional. También sugeriría presentar el derecho internacional que tiene sentido para sus propios estudiantes, pues igual sus estudiantes estudian a Grocio, a 1648, a 1815 y 1819. De hecho, si estudiáramos apropiadamente a Grocio, también sabríamos que fue el abogado de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales.

      En mi caso, les digo a mis estudiantes en Singapur: “no es 1648 lo que importa, no es el derecho a la paz y el derecho a la guerra lo que importa”. Mi reivindicación es que el derecho internacional nace a costa de Singapur, en 1603. ¿Cómo lo justifico? Esa es la fecha en la que el Santa Caterina es capturada por la flota comercial holandesa que después emplearía al joven Grocio para justificar ese acto bélico. Ese día, el derecho internacional nace para Singapur. Así es como podemos ver que cada país se concentra en los eventos más decisivos en la construcción de su propia historia y después ver que ese evento hace parte o contribuye al derecho internacional en general. Para Haití esto sería muy fácil ¿no? Para mí, ese es el problema y creo que para efectos de sus estudiantes, tendría mucho más sentido ese tipo de clase, que una clase meramente convencional.

      Si bien a veces sentimos que no podemos hacer nada más, la verdad es que sí podemos. Podemos recurrir a todos estos materiales para explicárselos a nuestros estudiantes y que ellos mismos entiendan que se trata de su propia historia y entiendan que hacen parte de ese proceso del derecho internacional, desde un punto diferente.

      Esto me lleva a otro tema. Hace poco, en Bangladesh, mis estudiantes me dijeron que ellos querían aprender las reglas para aprobar el examen, a lo que respondí que cuando uno quiere presentar una perspectiva crítica, debe hacerlo a través de los materiales para que tenga sentido. Yo pongo a su disposición los textos más convencionales y dicto un curso TWAIL a partir de los textos más convencionales. Por ejemplo, si mi argumento sobre cómo el imperialismo es perverso es correcto, debe poder apreciarse en la mayoría de los casos esa cuestión sobre la inequidad y la exclusión en el derecho internacional.

      Como saben, se trataba de una disputa en las Indias Orientales entre los Estados Unidos de América y Holanda. Pero les pregunté a los estudiantes quién más podría tener una pretensión en este caso, y tras discutir empezaron a responder que Francia, por sus rutas comerciales; Portugal, por haber sido uno de los primeros en haber llegado allí, y después no dijeron más. Finalmente, un estudiante respondió que los nativos también tenían derecho, y entonces dije que eso era curioso y pregunté si las personas que habitaban el territorio podrían tener una pretensión sobre la soberanía. ¿Acaso eso no suena sensato? ¿Cómo es que empezamos esta disputa sin siquiera considerar esa posibilidad?

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