Explotación, colonialismo y lucha por la democracia en América Latina. Pablo González Casanova
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Explotación, colonialismo y lucha por la democracia en América Latina - Pablo González Casanova страница 24

СКАЧАТЬ como colonialistas, ignorar el hecho de que —en la realidad— todos nuestros programas de desarrollo en las zonas indígenas se enfrentan a una debilidad política del centro frente a los intereses creados locales, intereses hilvanados con los estatales y que nos inhiben a nosotros mismos, dejando que sólo en acciones esporádicas rompamos la explotación colonial de los pueblos indígenas.

      Dice Plancarte:

      Los ladinos en general, los que habitan los pueblos indígenas o viven de explotarlos en una u otra forma, siempre los acusan de mentirosos, bandidos, sinvergüenzas. Nunca toman parte en sus fiestas y cuando lo hacen, es con el pretexto de emborracharse más de lo acostumbrado. Existe una marcada discriminación hacia el indígena y un trato despectivo, cuando no insultante.

      Otra cosa es cuando un indio se alza, se enfrenta. “Los mestizos consiguen conservar su hegemonía política por medio de la fuerza, las armas, asesinando incluso a dirigentes indios…”. Y en la generalidad —una que no podemos ignorar por toda la experiencia y todos los informes, aunque no dispongamos de datos estadísticos—, “los blancos y los mestizos (ciudadanos y autoridades) consideran a sus conciudadanos mixtecos [esto es aplicable a todos los indios] como desiguales a ellos”, y los tratan con una “brusquedad digna de los aventureros de la Conquista”. La forma en que la autoridad mira al indio, en que lo hace sufrir, en que se divierte con él, en que se siente “inteligente” frente a él, en que lo humilla, en que lo intranquiliza, en que lo agrede, en que le habla de “tú”, todas son formas ligadas a la violencia del dominio y a la explotación colonial.

      Desgraciadamente, hasta hoy la antropología mexicana, que por muchos conceptos nos ha permitido conocer la realidad de nuestro país y que ha tenido un sentido humanista del problema indígena, nunca tuvo un sentido anticolonialista, ni en las épocas más revolucionarias del país. Influida por la metodología de una ciencia que precisamente surgió en los países metropolitanos para el estudio y control de los habitantes de sus colonias, no pudo proponerse como tema central de estudio el problema del indígena como una cuestión colonial y como un problema eminentemente político. Los datos dispersos que a lo largo de su obra se encuentran tienen el carácter de denuncia u obedecen a simples registros y descripciones. La distancia que hay entre estos estudios y los que pueden surgir en el futuro es la misma que la que surgió entre dos famosos antropólogos: Malinowski y Keniata, aquél inglés, éste negro, que se convirtió en líder de su pueblo y advirtió la necesidad de estudiar en forma sistemática el problema de la explotación y la política.

      Quizás un estudio profundo de este tipo de relaciones nos permita conocer en el futuro el verdadero problema indígena, y ahondar más precisamente en su estrecha vinculación con el conjunto de la política mexicana. Porque si bien es cierto que cuando un indio se viste de ladino y aprende el español la autoridad lo trata de otro modo, es también cierto que en el conjunto de México, las relaciones de autoridad y ciudadano suelen estar teñidas con los más distintos matices de violencia y desprecio, con reacciones que encuentran sus fuentes y sus características más típicas en las relaciones de la autoridad ladina con el “ciudadano” indio. El ejemplo СКАЧАТЬ