Mitología maya. Javier Tapia
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Mitología maya - Javier Tapia страница 4

Название: Mitología maya

Автор: Javier Tapia

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Colección Mythos

isbn: 9788418211133

isbn:

СКАЧАТЬ al sol, Kin, como eje y principio de todo, incluidos el tiempo y el espacio, de los ciclos de la vida y la fertilidad, y celoso dueño del destino de los hombres.

      Por supuesto, un periodo influye en el otro y es difícil establecer una línea cronológica con respecto a las creencias de la cultura maya, con impactos puntuales como el de los toltecas, que introducen a Quetzalcóatl y a los Cinco Soles, y el de los itzá, que se sienten mayas como el que más, y van a reclamar un origen milenario común más allá de las grandes aguas.

      Por supuesto, primero la colonización y luego la mexicanización han añadido sesgos y sincretismo a las leyendas de la mitología maya, por no hablar de las influencias religiosas y morales del judeocristianismo que han intentado no solo influir y cambiar contenido, sino borrar alguna por considerarla del todo blasfema, logrando con ello, como suele suceder en estos casos, una mayor resistencia y persistencia de las culturas ancestrales, que en el caso de los pueblos mayenses ha sido ejemplar.

      El principio de todo

      En un principio de no había principio, porque ya estaba todo pensado, dicho y preparado para que así fuera.

      Las luces y las sombras ya estaban ahí.

      El agua primordial siempre estática ya estaba ahí.

      La esencia de la existencia que nunca se acaba, ya estaba ahí.

      Todo estaba en desorden y mal acomodado, pero estaba.

      En el desorden había de todo, solo había que escarbar para encontrar lo que se buscaba.

      Con lo que había se podían hacer nuevas cosas, porque cada cosa tiene en su interior el poder de otras cosas.

      Todo ya estaba ahí, unas cosas nuevas dentro de otras cosas viejas, solo había que rascar para sacar las cosas nuevas del interior de las cosas viejas, pero todo ya estaba ahí.

      El todo, que todo lo contiene, siempre ha estado ahí, y siempre lo estará.

      Del orden y del desorden emanaron los señores divinos, que siempre habían estado ahí, pero que no habían rascado para salir.

      Los señores divinos vagaban por los cielos sin tener su alimento.

      Se hicieron muchos mundos como éste, pero seguían sin alimento.

      Se crearon plantas con frutos y semillas, pero seguían sin alimento.

      Los señores divinos ordenado el caos

      Se crearon todo tipo de animales, grandes y pequeños, feos y hermosos, hábiles e inteligentes, pero seguían sin alimento.

      Crearon a los primeros hombres de carne como un animal más, pero seguían sin alimento.

      Crearon a los segundos hombres de lodo y arcilla, como animal y sustrato de plantas, pero seguían sin alimento.

      Crearon a los terceros hombres de despojos y cenizas, como animal y mineral, pero seguían sin alimento.

      Crearon finalmente a los hombres de maíz, y los sembraron a su primera muerte, y en su muerte les dieron consciencia, los volvieron a sembrar, y así los hombres creados los empezaron a venerar y a ofrendar, y entonces los señores divinos por fin tuvieron su alimento, que no es otro que la veneración de los hombres.

      Desde entonces todo está regido por ellos, todo en su orden, como debe ser, natural, armónico y equilibrado, todo en su lugar que algún día volverá al desorden primordial donde se encuentra todo.

      Las Tres Piedras

      El cielo estaba plagado de señores divinos que brillaban con luz propia y rasgaban las sombras del espacio.

      Aquí no había nada, no había un aquí.

      De los despojos y la misma sangre de los señores del cielo se empezó a formar nuestro mundo.

      Primero fue candente y de fuego.

      Luego fue enfriado por agua que todo lo inundó.

      Ya estaba nuestro mundo dando vueltas por el cielo, pero no había nada, ni sol, ni luna por arriba, ni plantas ni animales por abajo.

      Toco vacío y sin forma.

      Todo oscuro y triste.

      Aquí nos trajeron los señores del cielo, pero como no había nada, pues había mucha hambre para ellos y para nosotros.

      Así que encendieron la luz del sol y de la luna, pero seguíamos con hambre.

      La estela de Las Tres Piedras

      Luego trajeron las plantas y los animales, pero seguíamos con hambre, porque no había donde cocinarlos y crudos no eran de buen comer.

      Entonces los señores del cielo se pusieron a buscar y a escarbar, hasta que consiguieron tres grandes piedras y sobre ellas hicieron un fogón para cocinar los alimentos. Sin esas tres piedras que contenían al fuego, no se hubiera cocinado nada, y el hambre nos habría matado a dioses y a hombres.

      Ya una vez comidos y satisfechos ellos y nosotros, se dio por conformado nuestro mundo y el universo de arriba, y así empezamos a venerar a los brillantes señores divinos que pueblan los cielos que nos dieron luz y nos mataron el hambre.

      Antes, aunque hubiera mucho, no había nada, porque de nada sirve que haya mucho si no hay nadie que pueda comer y contemplar maravillado la creación y su existencia.

      La inmanencia

      (nadie nos creó, aquí siempre hemos estado)

      No importa de dónde salimos, porque nosotros siempre hemos sido, lo que importa es de donde vinimos y por qué nos fuimos de allí.

      Antes del antes estábamos más allá de los cielos y de las grandes aguas, pero nos acercaron aquí porque hacíamos la guerra y éramos muy orgullosos, y pues nadie nos quería al lado.

      Luego estuvimos entre las grandes aguas, y ahí medramos y crecimos, sabios y fuertes, tanto, que podíamos volver volando de donde nos sacaron.

      No tardamos en molestar y hacer guerras, hasta que vino la gran inundación, que la teníamos avisada, pero no hicimos caso, así éramos de soberbios.

      No teníamos señores divinos, nosotros éramos los señores.

      Nadie nos creó.

      Nosotros éramos los que creábamos todo, y lo que no servía lo destruíamos.

      Pero la inundación pudo con nosotros, nos destruyó, nada pudimos contra ella, y eso que teníamos muchas cosas para combatirla, pero nos ganó.

      Los que pudimos nos vinimos para acá y aquí estamos, como hemos estado siempre en otros lados.

      Muchos se perdieron y volvieron al lugar donde no se tiene cuerpo.

      Tuvimos СКАЧАТЬ