Pequeño circo. Nando Cruz
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СКАЧАТЬ ALFARO: Todo eso coincidió con el boom de Nirvana. Geffen, el sello que publicaba a Nirvana, también estaba distribuido por BMG. Era 1992 y la compañía intentó vendernos como los Nirvana españoles. A mí ya me valía, pero luego hubo el affaire de la gira con Nirvana. Íbamos a ser sus teloneros en Madrid, Valencia y Bilbao. Se hicieron carteles y cuñas en Los 40 Principales, y pocos días antes de la gira nos dijeron que no tocábamos. Solo hubo un telonero en esa gira: Teenage Fanclub. Aun así, hay gente que me dice que nos vio tocar con Nirvana. ¡Fascinante!

      Eso fue un duro revés para nuestra moral. Cuando estás en un grupo, grabas un disco, sales de gira, grabas otro disco y quieres que suene mejor que el primero, vuelves a la misma sala y quieres que haya más gente… Buscas de forma casi obsesiva una progresión ascendente. Hasta entonces había sido así, pero ahí hubo un punto de inflexión que fue el principio del fin. Me descubrí a mí mismo con una ambición de crecimiento constante. Yo exigía demasiado a los demás y a mí, pero, por primera vez, esa exigencia no se veía compensada. Y cuando eso no se cumple, tiendes a culparte.

      JOAQUÍN PASCUAL: Quizá no había público para nosotros y nuestro fracaso estaba cantado. Pero entonces las compañías funcionaban invirtiendo muchísima pasta. Y con una décima parte del dinero que gastó RCA en nosotros puedes conseguir hoy que un grupo por lo menos dé la cara. No hay que ser muy listo para saber que, antes, para sonar en Los 40 bastaba con poner un fajo de dinero. La grabación en Inglaterra tuvo que ser carísima y a la vuelta nos montaron un concierto para prensa en la sala Di Mauer. Tocamos medio desnudos para mucha gente que ni sabía quiénes éramos y que estaba tomando unas copas como si fuera una presentación de Rocío Durcal. Allí les regalaban el disco envuelto en tela de saco.

      FERNANDO ALFARO: Me daba mucha rabia el despilfarro. No me molaba que nos invitaran a una fiesta de BMG, nos llevaran a un Melià de cinco estrellas y nos metieran a cada uno en una habitación enorme. Y se lo decía: «Está muy guay el hotel, pero ¿no sería mejor invertir el dinero en promocionar el disco?». Más que nada porque al cabo de dos días ibas a tocar y dormías en una pensión de mierda. Una vez en Logroño fuimos a un hostal, por usar un eufemismo, y dormí con la parca y la capucha puestas para no tocar las sábanas. Parecía la Sábana Santa. ¡Tenía marcada la silueta humana!

      JOAQUÍN PASCUAL: Ahora las compañías saben más cuál es el mecanismo para mover a los grupos. Los circuitos están más claros. Antes sonabas igual en Los 40 que en Radio 3. Les daba igual la revista Cuore que El País Semanal. Hoy el público al que le interesa la música independiente está más localizado y los grupos y los sellos sabemos dónde están los puntos de apoyo y las salas. Si quieres promocionar a un grupo, sabes muy bien dónde poner el dinero. En esa época, RCA pensó que la manera de dar un salto al gran público era sonar en Los 40 y tocar medio desnudos para la prensa. Gastarse el dinero en todo eso no tenía ningún sentido.

      FERNANDO ALFARO: En BMG-Ariola existía esa rivalidad interna entre súbditos típica de las estructuras capitalistas. El grupo bandera indie de Ariola eran Los Sencillos, que habían sacado «Bonito es», y el de RCA éramos nosotros, con «Fuerte». «Bonito» y «fuerte»: ¿se ve la diferencia? En esa batalla interna fuimos los perdedores.

      La siguiente conversación con Álvaro de Torres, el nuevo director, fue para decirle que teníamos nuevas canciones, nuevo bajista, y que el grupo sonaba como nunca. Su respuesta fue que no estábamos maduros. ¡Yo ya tenía veintiocho años! ¡Si me descuidaba, estaría podrido! Dijo que no era el momento de grabar otro disco. No creía en nosotros. Ahí se me ocurrió hacer un disco de versiones. Con todo el cariño del mundo, pero motivado por las circunstancias.

      EL PRINCIPIO DEL FINAL DE UNA QUIMERA

      DAVID LÓPEZ: Entré a trabajar en RCA cuando Surfin’ Bichos acababan de sacar el disco de versiones, el Family Album. Era mi grupo español favorito. Había descubierto a los Surfin’ en la mili. Allí me junté con algunos colegas que me pasaban cintas. En una de ellas había canciones de Los Flechazos, de los Pleasure Fuckers y no sé si algo de Los DelTonos, pero ninguna me golpeó como aquella canción. Era «Sonidos», de Fotógrafo del cielo. Le dije a mi colega que me grabase el disco porque no lo encontraba en las tiendas.

      El primer disco de Surfin’ que compré fue Hermanos carnales. Días después fui a la taquilla de la sala Revolver y me compré una entrada para el concierto de presentación. Me vendieron la 0001.

      Era muy ilusionante estar trabajando en RCA, pero pronto conocí la realidad del grupo. Allí no tenían ningún valedor. Tras la salida de la anterior directora, Lydia Fernández, y por no haber conseguido las ventas deseadas con Hermanos carnales, aquello se desmontó. Me daba mucha pena que allí dentro nadie les dedicara ni un minuto de atención. Yo promocionaba el disco a escondidas. Llamaba casi a hurtadillas para que lo pusieran en Radio 3. Si me pillaba el jefe perdiendo el tiempo con eso, me la podía ganar.

      FERNANDO ALFARO: Hicimos playbacks en directo. Era muy habitual en esa época. Eran encerronas. Te liaban, el mánager intentaba convencerte de que, si no lo hacías, te iban a putear en la emisora y, de repente, tenías que hacer un playback ante cuatro mil personas dentro de un camión de Los 40 Principales que se abría por un lateral. Esto nos pasó en el parque más grande de Albacete. El cerebro humano tiende a olvidar los traumas y las cosas chungas, pero es posible que lo hiciésemos alguna vez más, compartiendo escenario con grupos del momento tipo Modestia Aparte o cosas así.

      DAVID LÓPEZ: Surfin’ Bichos sonaron en Los 40 y RCA haría todos los esfuerzos para conseguirlo, pero en ese momento no había un tejido independiente para promover a un grupo de ese perfil. Como mucho, se usaría la palabra alternativo, y ni siquiera creo que Surfin’ Bichos nacieran con esa vocación. Habían nacido para ocupar un lugar en el pop español, y en RCA tuvieron que intentarlo de todos los colores porque en los cajones encontré ediciones especiales de singles de los Surfin’ con el logotipo de Los 40.

      FERNANDO ALFARO: La gira Alternative Tour se le ocurrió a Servando. Fue en el año 93, con el Family Album. Y no se llamaba Alternative Tour, sino Alternative TV Tour. Me pidieron un nombre que llevase la palabra alternativo, porque era una réplica a la gira Noise Pop. «Alternativo» se llamaba en esa época a Pearl Jam, que a mí ya no me gustaban entonces. No me gustaba la palabra «alternativo» y la única forma de resolverlo era ponerle el nombre del grupo Alternative TV. No les gustó y al final en el diseño del cartel el «TV» salía difuminado.

      La propuesta inicial fue El Regalo de Silvia y Los Hermanos Dalton. No tenía nada contra Los Hermanos Dalton, pero los veía muy power pop. Me veía más cercano a Los Planetas. Julio Ruiz ya los estaba pinchando en Radio 3, me molaban más e insistimos en que tocasen ellos.

      FLORENT: Fuimos a Barcelona, Madrid, Valencia y Zaragoza. Tocamos en sitios donde no habíamos estado y ante gente que iba a ver a Surfin’ Bichos. Era un reto chulo: tocamos media hora, hacías «La caja del diablo», tres o cuatro más y salías hecho un dios. No tenías delante un público exigente. Nadie conocía las canciones y la gente se movía por intuición o por la caña que dabas. Era como salir de fiesta: nos íbamos de viaje, teníamos camerino, compartíamos vivencias con otros grupos… Te sentías como una estrella del rock. Te sentías parte de una escena en la que siempre habías querido estar.

      FERNANDO ALFARO: En la gira del Alternative Tour, Los Planetas lo petaron. De hecho, nos merendaban. Técnicamente, nosotros sonábamos mejor, pero ellos estaban encendidos. Nosotros íbamos con el cuarto disco y el momento de apoteosis inicial había pasado. Nuestro público se había calmado, pero ellos estaban en su momento de romper, de ahora o nunca.

      FLORENT: De aquella gira tengo una imagen de Alfaro después de un concierto, con la frente apoyada en la pared, mirándola durante media hora o más, sin moverse, como si fuera СКАЧАТЬ