Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson. Vincent Bugliosi
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Название: Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson

Автор: Vincent Bugliosi

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788494968495

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СКАЧАТЬ Lauren - Relacionada durante un tiempo con la Familia. Asesinada el 10 o el 11 de noviembre de 1972, pocos días después de que fuera hallado el cadáver de su marido. Varios miembros de la Familia estuvieron implicados en su muerte

      Willett, James - Asesinado en alguna fecha antes del 8 de noviembre de 1972. Se acusó a tres miembros de la Familia de haber participado en el asesinato

      Zero - Alias usado por el miembro de la Familia John Philip Haught

      PRIMERA PARTE * LOS ASESINATOS *

      Del 9 de agosto al 14 de octubre de 1969

      ¿Qué se siente al ser de la gente guapa?

      «BABY, YOU’RE A RICH MAN»,

       THE BEATLES (1967)

      SÁBADO, 9 DE AGOSTO DE 1969

      Había tanto silencio —diría después una de las personas que cometió los asesinatos— que casi se oía el tintineo del hielo en las cocteleras de las casas a lo lejos, cañón abajo.

      Los cañones que hay sobre Hollywood y Beverly Hills engañan con los sonidos. Un ruido que se oye a la perfección a un kilómetro y medio puede ser imposible de distinguir a unos cien metros.

      Aquella noche hacía calor, pero no tanto como la noche anterior, cuando la temperatura no había bajado de los treinta y tres grados. La ola de calor de tres días había comenzado a remitir un par de horas antes, hacia las diez de la noche del viernes, para el alivio psicológico además de físico de los angelinos, que recordaban que una noche así, solo cuatro años antes, había estallado la violencia en el barrio de Watts. Aunque ya llegaba la niebla de la costa del Pacífico, en Los Ángeles propiamente dicha seguía haciendo un calor bochornoso, sofocada por sus propias emisiones. Pero allí, muy por encima de la mayor parte de la ciudad, y normalmente por encima incluso del smog, hacía cinco grados menos. Con todo, seguía haciendo bastante calor, de modo que muchos vecinos de la zona durmieron con las ventanas abiertas, con la esperanza de recibir alguna brisa errabunda.

      Bien mirado, es sorprendente que no oyera algo más gente.

      Pero, por otro lado, era tarde, justo después de la medianoche, y el 10050 de Cielo Drive estaba apartado.

      Al estar apartado, también era vulnerable.

      Cielo Drive es una calle estrecha que serpentea repentinamente hacia arriba desde Benedict Canyon Road; una de las calles sin salida que pasa inadvertida con facilidad, aunque está justo enfrente de Bella Drive, y que acaba en la alta verja del 10050. Mirando a través de ella, no se veía ni la vivienda principal ni la casa de los invitados, algo más lejos, pero sí, hacia el final de la zona de aparcamiento pavimentada, una esquina del garaje y, un poco más allá, una cerca de madera de donde, en pleno mes de agosto, colgaban luces navideñas.

      Las luces, que se veían durante la mayor parte del camino desde Sunset Strip, las puso la actriz Candice Bergen cuando vivía con el inquilino anterior del 10050 de Cielo Drive, Terry Melcher, productor televisivo y discográfico. Cuando Melcher, el hijo de Doris Day, se trasladó a la casa que tenía su madre en la playa, en Malibú, los nuevos inquilinos dejaron las luces. Aquella noche estaban encendidas, como todas las noches, y daban a Benedict Canyon un toque navideño que duraba todo el año.

      Desde la puerta principal de la vivienda hasta la verja había más de treinta metros. Desde la verja hasta el vecino más próximo, el 10070 de Cielo Drive, había casi cien metros.

      En el 10070 de Cielo Drive, el Sr. Seymor Kott y su esposa ya se habían ido a la cama, después de que los invitados a la cena se marcharan alrededor de medianoche, cuando la Sra. Kott oyó lo que parecieron tres o cuatro disparos en rápida sucesión que provenían de la verja del 10050. No comprobó la hora, pero después supuso que serían entre las doce y media y la una de la mañana. Como no oyó nada más, se durmió.

      A unos mil doscientos metros justo al sur y colina abajo del 10050 de Cielo Drive, Tim Ireland era uno de los cinco monitores que supervisaban una acampada de una noche de unas treinta y cinco alumnas del colegio de niñas Westlake. Los otros monitores se habían acostado, pero Ireland se había ofrecido a velar durante la noche. Alrededor de la una menos veinte oyó, desde lo que pareció una gran distancia, hacia el norte o el noreste, una única voz masculina. El hombre gritó: «¡Por Dios, no, por favor! ¡No, no, no, por Dios!».

      El grito duró entre diez y quince segundos, luego cesó. El repentino silencio fue casi tan espeluznante como el propio grito. Ireland revisó enseguida el campamento, pero todas las niñas estaban dormidas. Despertó a Rich Sparks, el jefe de estudios, que se había acostado dentro del colegio y, después de decirle lo que había oído, obtuvo su permiso para recorrer en coche la zona y ver si alguien necesitaba ayuda. Ireland hizo una ruta tortuosa desde la calle North Faring Road, donde estaba situado el colegio, hacia Benedict Canyon Road, al sur, hasta Sunset Boulevard, luego al oeste hacia Beverly Glen y de vuelta al colegio, al norte. No observó nada extraño, aunque sí que oyó el ladrido de varios perros.

      Hubo otros sonidos durante las horas anteriores al alba aquel sábado.

      Emmett Steele, que vivía en el 9951 de Beverly Grove Drive, se despertó con los ladridos de sus dos perros de caza. La pareja por lo general no hacía caso a los sonidos corrientes, pero se volvía loca cuando oía disparos. Steele salió a echar un vistazo alrededor, pero, como todo estaba en su sitio, volvió a la cama. Calculó que serían entre las dos y las tres de la mañana.

      Robert Bullington, empleado de Bel Air Patrol, un cuerpo de seguridad privada del que se sirven muchos propietarios de la acomodada zona, había aparcado delante del 2175 de Summit Ridge Drive, y tenía la ventanilla bajada, cuando oyó lo que parecieron tres disparos, con unos intervalos de segundos. Bullington dio parte. Eric Karlson, que estaba trabajando en la oficina de la sede de Bel Air Patrol, registró la llamada a las cuatro y once minutos de la mañana. A su vez, telefoneó a la División del Oeste de Los Ángeles del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD), y pasó el parte. El agente que recibió la llamada comentó: «Espero que no se trate de un asesinato. Acaba de llegar un aviso de esa zona por unos gritos de una mujer».

      Steve Shannon, repartidor de Los Angeles Times, no oyó nada extraño al subir pedaleando Cielo Drive entre las cuatro y media y las cuatro menos cuarto de la mañana. Pero cuando metió el periódico en el buzón del 10050, sí que se fijó en lo que parecía un cable telefónico colgado sobre la verja. También observó, a través de la verja y a cierta distancia, que la luz amarilla contra los insectos, a un lado del garaje, seguía encendida.

      Seymour Kott también vio la luz y el cable caído cuando salió a por el periódico alrededor de las siete y media de la mañana.

      Hacia las ocho de la mañana, Winifred Chapman bajó del autobús en el cruce de Canyon Drive con Santa Mónica. La Sra. Chapman, una mujer de piel negra clara de unos cincuenta y cinco años, era el ama de llaves del 10050 de Cielo Drive, y estaba molesta porque, gracias al horroroso servicio de autobús de Los Ángeles, iba a llegar tarde al trabajo. Sin embargo, la suerte pareció acompañarla. Justo cuando estaba a punto de buscar un taxi, vio a un hombre con el que había trabajado, el cual la llevó en coche casi hasta la verja.

      Se fijó inmediatamente en el cable, que la preocupó.

      Delante y a la izquierda de la verja, no oculto pero sin llamar tampoco la atención, había un poste metálico sobre cuyo extremo estaba el mecanismo de control de la verja. Cuando se apretaba СКАЧАТЬ