Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson. Vincent Bugliosi
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Название: Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson

Автор: Vincent Bugliosi

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788494968495

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СКАЧАТЬ Aquel ensimismamiento mimado y rebeldía imprecisa que forjaron los beats una década antes abrió los diques para que se colara, y se convirtiese en mayoritaria (al menos entre la juventud), una filosofía tontuna, anti-no-sé-muy-bien-qué, oriental de postal, infantiloide y pueril, que en los buenos momentos adoptaba paridas inofensivas como los primeros libros de Richard Brautigan, el I-Ching o los interminables salmos boogie de Grateful Dead, pero que en un día malo podía tomar un tinte decididamente oscuro. Egoísta y nihilista. Los años sesenta aniñaron a la gente, sí, pero rehuyamos la neutralidad de tal afirmación: si le das un revolver cargado a un niño, a lo mejor te pega un tiro en la cara. Un niño tiene una conciencia muy vaga de lo que es el bien y lo que es el mal, del alcance de sus actos. A un niño, o a un hippy, se le puede engañar y hacer casi todo.

      Manson detectó esto de inmediato, tan pronto puso uno de sus mugrientos pies en Haight-Ashbury. También detectó que podía llevar a su terreno toda aquella pataleta y antiautoritarismo, a veces manso, a veces airado, que rezumaban los campus californianos. Naturalmente, a Manson le traía al pairo Vietnam, Nixon, el Watergate, el KKK o el partido republicano. Lo suyo era el desquite. Charlie quería vengarse de un mundo que lo transformó en monstruo. Lo dijo más de una vez durante los juicios, «Habéis creado el monstruo», señalando de modo altanero a los miembros del jurado, y lo mismo repetían, sin casi alteraciones, a modo de coro cacatuesco, sus jóvenes acólitas. Edward Bunker lo expuso de un modo parecido en cada una de sus novelas criminales: «Lo habían hecho así. La sociedad había permitido que se cometieran crímenes contra un niño». (Perro come perro). Manson reclutó para su causa (la revancha; la satisfacción personal; el sadismo; el rencor) a una fraternidad de muchachos y muchachas desorientadas, recién manumitidas, que, en su notable mayoría, creía estar repartiendo «amor» cada vez que hincaba el puñal11.

      No pretendo ensañarme con la contracultura. Discúlpenme. Pero la bochornosa defensa de Manson por parte de la intelligentsia yippie y freak del momento resume todo lo malo de los sixties. Es rebel chic desquiciado y risible. Por no decir decididamente irresponsable. Tanto los Weathermen como la SDS (Students for a Democratic Society) declararon que Manson era «far out» y que «cargarse a esos cerdos ricos» y «luego comer en la misma habitación» era lo más. El periódico Tuesday’s Child (conocido por ser la «voz de los yippies») puso a Charlie en portada y lo bendijo con el título de «HOMBRE DEL AÑO». Jerry Rubin, activista y autor de ¡Hazlo!, dijo haberse enamorado de Manson la primera vez que lo vio por televisión, y que «sus palabras y su valor» eran una inspiración. Por favor, señores. Que la contracultura decidiese ungir rey a un enano machista y maloliente, violador y timador y admirador de Adolf Hitler12, dice mucho del nivel de volubilidad e inconsistencia de su ethos. Cuando Rotten soltó aquello de «never trust a hippie» no lo decía por decir. Me juego algo a que había leído Helter Skelter.

      A la vez, podemos darle todas las vueltas teóricas que se nos antojen, exhumar los traumas del niño Manson que queramos (y tendremos parte de razón), pero tarde o temprano habrá que afrontar que Charlie, parafraseando una novela de Castle Freeman Jr., «solo quería causar problemas». Manson era un mamón malvado, no hay más. Tal vez esto sea todo lo que hay. Le gustaba joder la marrana, jugar con la gente, abusar del débil. Los historiadores fiables de la Segunda Guerra Mundial tienen razón al afirmar que el nazismo no puede explicarse por una persona sola, sino que lo hizo posible una concatenación de factores económicos, sociales y políticos. Pero a la vez, sin Hitler, y su visión extática y su suerte increíble13, no hay nazismo. Ni, desde luego, Segunda Guerra Mundial, al menos no como la conocemos. Con Manson sucede algo parecido: el contexto es crucial, de acuerdo, pero sin Charlie, el individuo, nada de todo esto habría sucedido. Manson es banal e insustituible a la vez. Ahí radica una gran parte del misterio y del encanto del caso, y también del hombre.

      5. Dije que no quería hablar fuera de lugar y al final he acabado llenando más páginas de las que anticipaba. No lo demoremos: es hora de que enciendan la luz de la mesilla de noche y vuelvan la página y se enfrenten a Helter Skelter. La experiencia, se lo digo de corazón, será una de las más memorables de su vida lectora. Querrán repetir. Entrarán, quizás, si tienen el suficiente tesón, en el Club de los Cinco (los que hemos leído Helter Skelter cinco veces).

      Aún recuerdo una de aquellas relecturas. Estaba con mi familia, acababa de nacer mi primer hijo, de vacaciones en un pequeño apartamento, ni muy aislado ni muy céntrico, de L’Escala. Una de aquellas noches post lectura hice algo que no había hecho antes y no he vuelto a hacer: dormí con un cuchillo inmenso, de cortar jamón, debajo de la almohada14. Acababa de leer la primera confesión de Sadie Mae Glutz a Ronnie Howard, su compañera de celda.

      Me disponía a desearles algo así, prueba inequívoca de que estarían viviendo la experiencia Helter Skelter como Dios manda, pero tengo mis reservas. Léanlo primero, y luego decidimos lo del cuchillo.

      KIKO AMAT

      Febrero del 2019

      DRAMATIS PERSONAE

      Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD)

      Inspectores del caso Tate:

      Helder, Robert J. - Teniente, superintendente de investigaciones. Dirigió la investigación del caso Tate

      Buckles, Jess - Sargento

      Calkins, Robert - Sargento

      McGann, Michael J. - Sargento

      Colaboraron en la investigación del caso Tate:

      Boen, Jerrome - Sección de Huellas Latentes de la División de Investigación Científica (SID) del LAPD

      Burbridge, Robert - Agente

      Burdick, A.H. - Teniente, investigador y operador del polígrafo o detector de mentiras (SID)

      Clements, Wendell - Experto civil en huellas dactilares

      Deemer, Earl - Teniente

      DeRosa, Jerry Joe - Agente

      Dorman, D.E. - Agente

      Galindo, Danny - Sargento. También participó en la investigación del caso LaBianca

      Girt, D.L. - Sección de Huellas Latentes de la SID

      Granado, Joe - Químico forense de la SID. También participó en la investigación del caso LaBianca

      Henderson, Ed - Sargento

      Kamadoi, Gene -Sargento

      Lee, William - Sargento, especialista en balística de la SID

      Madlock, Robert C. - Teniente

      Varney, Dudley - Sargento

      Whisenhunt, William T. - Agente

      Wolfer, DeWayne - Criminalista de la SID

      Inspectores del caso LaBianca:

      LePage, Paul - Teniente. Dirigió la investigación del caso LaBianca

      Broda, Gary - Sargento

      Gutiérrez, Manuel, alias Chick - Sargento

      Nielsen, Michael - Sargento

      Patchett, Frank - Sargento

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