Название: Luke, examina tus sentimientos
Автор: Fernando Vidal Fernández
Издательство: Bookwire
Жанр: Учебная литература
Серия: Educar Práctico
isbn: 9788428831000
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6. La carta familiar de Amnistía Internacional
Otra forma muy útil de transformar el mundo, en nuestra medida, además de una gran pedagogía del compromiso social, son las cartas de Amnistía Internacional. Como es bien sabido, Amnistía Internacional es la mayor organización ciudadana mundial contra la violación de los derechos humanos. Fundada en 1962, extiende su acción a todos los lugares del planeta, muy especialmente a aquellos lugares donde no se respetan los más mínimos derechos fundamentales.
Entre sus muchas actividades, es muy eficaz cuando Amnistía nos moviliza para que personalmente escribamos una carta a aquellos que están violando los derechos de una persona o pueden defenderla. Que decenas de miles de ciudadanos de todo el mundo escribamos a esa persona que tiene que tomar una decisión o está tomando la decisión errónea tiene gran impacto.
Porque sabe que sus acciones están siendo observadas y que tendrá que responder en consecuencia. Y eso presiona a los gobiernos de los países para que atiendan diplomáticamente a la cuestión. Además moviliza a la prensa y hace que un caso tenga relevancia en la atención de la opinión pública. De esta forma, esa carta es un vínculo de solidaridad con la persona o familias que sufren la violación de sus derechos. De manera que se convierte en un acto de solidaridad con el entorno de las víctimas y un apoyo a las organizaciones locales que luchan por su defensa, muchas veces en situaciones muy precarias o incluso poniendo en riesgo su propia vida.
Es importante no solo que escribamos cartas de Amnistía Internacional, sino que los niños y jóvenes puedan hacer su contribución escribiendo sus propias cartas o enviando dibujos. Todas esas cartas las metemos dentro de un mismo sobre que enviamos como familia y se transforman en un gesto que, repetido, constituye toda una pedagogía para enseñar el mundo y qué hacer en él.
Esa carta de palabras y dibujos enseña a nuestros hijos que es posible contestar a los problemas del mundo y no les deja en la inacción o la impotencia ante ellos. Es posible que pensemos que los desastres del mundo pueden generar desazón o angustia en los niños, pero eso sucede cuando no les ofrecemos un canal para poder dar una respuesta proporcional a sus capacidades.
Además de la «carta familiar» de Amnistía Internacional hay otras muchas opciones. A veces lo que se hace es manifestar nuestra solidaridad con una pequeña bandera en el balcón o en la ventana. Podemos proponer a los niños que hagan un dibujo y lo recorten para pegar en su ventana.
También es muy útil hacer una donación con ellos. Quizá carezcan de criterio para determinar la cantidad adecuada de dinero que donar, pero sí podemos hablar con ellos sobre dicha donación y, en cierto momento del proceso, llamarles para que pulsen el botón de donación o incluso nos ayuden a escribir la frase que muchas veces hay que escribir.
Otra forma de responder a las noticias que se escuchan es ampliar la información sobre ello. Eso nos lleva algo de trabajo, pero merece la pena y entra en parte en nuestras responsabilidades cívicas. Se trata de buscar un artículo algo más amplio sobre la cuestión, imprimirlo o recortarlo del periódico, subrayarlo y dárselo para que amplíen. Quizá simplemente puedes pasar por su habitación y decir: «¿Te acuerdas de lo que escuchamos esta mañana? Vi este artículo y pensé que te podría interesar».
En ese momento no estás solo dándole información a tu hijo, sino que él siente que le estás tomando en serio, que le consideras capaz de leer ese texto, que crees que su opinión es importante y tiene una responsabilidad. Es un pequeño gesto que le empodera y le dirige al mundo.
Quizá haya una manifestación pacífica que convoquen distintas organizaciones. Una familia que participa unida en una manifestación está creando una corriente intergeneracional y teniendo una intensa experiencia de comunión entre ellos y con el mundo. Me emociona mucho cuando coincidimos familias en las manifestaciones. Ver a los hijos haciendo suyos los mensajes pacíficos y constructivos es una de las mayores experiencias de educación cívica que he vivido.
7. Hacer que el mundo funcione
Hemos dejado un interrogante atrás: ¿somos capaces de establecer la conexión entre nuestros trabajos, estudios, tareas o compromisos y lo que el mundo necesita cada día? ¿Somos capaces de que nuestros hijos comprendan que sus estudios son parte de la respuesta que hoy deben dar a esos problemas del mundo? ¿Y una persona mayor que ya lleva una vida más contemplativa? ¿Y alguien enfermo crónico que apenas puede emprender ninguna acción?
En el sistema en que vivimos perdemos la capacidad natural de discernimiento, porque nos dividen de tal forma la vida que acabamos por no comprender la unidad que hay entre todo. El peligro es dividir las cosas, compartimentarlas de modo que no se perciban las relaciones causales entre ellas. Discernir no solo es «separar y distinguir», sino también unirlas de modo que al juntarlas se comprenda su significado real.
El discernimiento en familia necesita una mirada global. Muchas veces escindimos grandes partes de nuestra realidad, y por eso tenemos sentimientos de impotencia o incluso llegamos al sinsentido. Una de las áreas que más influyen en esa escisión es nuestra consideración del trabajo o los estudios. Para poder discernir hay que unir las distintas partes de la realidad.
Cuando escuchamos las noticias y vamos al trabajo, tenemos que profundizar hasta darnos cuenta de qué es lo que influye en esos hechos que suceden en el mundo. Aunque sea simplemente, al realizar con honestidad su trabajo sin incurrir en fraudes ni corrupciones. En una sociedad en la que hay tantas corrupciones, que uno haga las cosas honestamente marca mucho la diferencia.
Pero la influencia va mucho más allá. Se ve claramente en trabajos que la gente considera decisivos, cargados de humanidad y proximidad –como ser médico, bombero, trabajador social, maestro–, y también se ve cuando los trabajos son más rutinarios, tienen perfiles con menor reputación social o su valor es menos humanista.
Un trabajo es auténtico trabajo si aporta un valor. Hay muchas tareas que no son un trabajo: ser sicario no es un trabajo, es una actividad que asesina. Pero todo trabajo aporta valor, hace que el mundo funcione, que la gente tenga suministros, servicios, bienes, cuida las cosas más básicas. Y lo mismo los estudios: te prepararan para crear valor en el mundo.
Es vital conectar las ocupaciones diarias con lo que necesita el mundo. Incluso quien está jubilado o no mantiene una vida muy activa por enfermedad o discapacidad aporta mucho con sus opiniones, con su forma de sentir, con sus atenciones, siendo opinión pública, meditando, aconsejando o rezando. La propia dignidad de la vida y presencia de la persona es un mensaje a quienes les aman y al mundo. Todo lo humano aporta valor.
Una idea fuerza
Discernir es unirlo todo de tal forma que lo que buscamos encuentre su lugar.
8. Primer ejercicio con niños: el mural del mundo
Mi padre tenía una costumbre muy educativa cuando éramos niños: nos proponía hacer murales. Compraba cartulinas grandes, nos traía revistas y nos sugería un tema. Recuerdo especialmente una ocasión en la que nos propuso la caza de las ballenas, a propósito de la campaña de Greenpeace.
Este ejercicio se puede hacer cualquier tarde durante la semana o un día no laborable. Es una actividad para toda la familia. Nos juntamos en el salón. Sobre la mesa hay una cartulina grande, hojas blancas y de colores y rotuladores. Lo primero es explicar que vamos a hacer juntos un mural. Luego ese mural se colocará СКАЧАТЬ