Название: El Despertar de los Dragones
Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Зарубежное фэнтези
Серия: Reyes y Hechiceros
isbn: 9781632912824
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“Mienten,” dijo Aidan mientras caminaba a su lado aún aturdido por el evento. “Saben que Kyra mató al jabalí.”
Brandon miró sobre su hombro de manera arrogante, como si Aidan fuera un insecto.
“¿Y tú qué sabes?” preguntó a Aidan. “Estabas muy ocupado mojándote los pantalones.”
Ambos rieron, como confirmando más su historia con cada paso.
“¿Y tú no corriste asustado?” preguntó Kyra defendiendo a Aidan, sin poder soportarlo un segundo más.
Con eso, ambos se callaron. Kyra pudiera haberlos corregido, pero no necesitaba alzar la voz. Caminó felizmente sintiéndose bien consigo misma, sabiendo dentro de sí que había salvado la vida de su hermano; esa era toda la satisfacción que necesitaba.
Kyra sintió una mano pequeña en su hombro y volteó para con Aidan que la consolaba con su sonrisa, claramente agradecido de estar vivo y en una pieza. Kyra se preguntó si sus hermanos mayores también apreciaban lo que había hecho por ellos; después de todo, si no hubiera aparecido cuando lo hizo ellos también habrían muerto.
Kyra miró al jabalí rebotar con cada paso e hizo una mueca; deseaba que sus hermanos lo hubieran dejado en el claro en donde pertenecía. Era un animal maldito, de fuera de Volis, y no pertenecía ahí. Era un mal presagio, especialmente viniendo del Bosque de las Espinas y justo en la víspera de la Luna de Invierno. Recordó un viejo adagio que decía: no te regocijes después de ser salvado de la muerte. Sentía que sus hermanos estaban tentando al destino, trayendo oscuridad a sus hogares. No pudo dejar de sentir que esto anunciaba cosas malas por venir.
Pasaron una colina y mientras lo hicieron, la fortaleza se asomó frente a ellos junto con una amplia vista del paisaje. A pesar de las rachas de viento y la creciente nevada, Kyra sintió un gran alivio al estar en casa. Se miraba el humo saliendo de las chimeneas que abundaban en el pueblo y la fortaleza de su padre emitía un suave y acogedor resplandor producto de las lámparas que se preparaban para la llegada del crepúsculo. El camino se ensanchaba y mejoraba mientras se acercaban al puente, y empezaron a caminar más rápido y con tranquilidad en el último trecho. El camino estaba lleno de gente ansiosa por el festival a pesar del clima y la llegada de la noche.
Kyra no se sorprendió. El festival de la Luna de Invierno era uno de los días festivos más importantes del año, y todos estaban ocupados preparando el festín. Una gran cantidad de personas pasaban por el puente levadizo, apurados obteniendo las mercancías de los vendedores para poder unirse a la fiesta de la fortaleza; mientras que un igual número de personas se apuraban por salir de la puerta, apurados para llegar a sus hogares y celebrar con sus familias. Los bueyes jalaban los carros y cargaban mercancía en ambas direcciones, mientras los albañiles trabajaban en un nuevo muro que serviría como anillo a la fortaleza con el sonido de sus martillos constante en el aire puntuando el estruendo del ganado y los perros. Kyra se preguntó cómo es que trabajaban en este clima y cómo conseguían que no se les entumecieran las manos.
Mientras entraban en el puente uniéndose a las masas, Kyra miró hacia arriba y su estómago se apretó cuando miró, de pie junto a la puerta, a varios Hombres del Señor, soldados para el Señor Gobernador local nombrados por Pandesia y portando su distintiva armadura de cota de malla escarlata. Sintió un momento de indignación al verlos, compartiendo el mismo resentimiento que las demás personas. La presencia de los Hombres del Señor era en ocasiones opresiva—pero en la Luna de Invierno lo era aún más cuando seguramente la razón por la que estaban ahí era para demandar cualquier retribución que pudieran de la gente. En su mente, eran carroñeros, matones y carroñeros sirviendo a los despreciables aristócratas que se habían quedado en el poder desde la invasión Pandesiana.
La culpa era de la debilidad del antiguo Rey, que los había entregado a todos—pero eso ahora de poco servía. Ahora, para su desgracia, tenían que ceder ante esto hombres. Esto puso a Kyra furiosa. Esto convertía a su padre y a sus grandes guerreros—y a toda su gente—en nada más que siervos elevados; ella deseaba desesperadamente que hubiera una revolución, que pelearan por su libertad, que pelearan la guerra que el antiguo Rey no había incitado por miedo. Pero también sabía que, si se levantaban ahora, se enfrentarían a la furia del ejército Pandesiano. Tal vez hubieran podido detenerlos si nunca les hubieran dado el paso; pero ahora estaban atrincherados y las opciones eran limitadas.
Llegaron al puente mientras se unían a la multitud y, al pasar, las personas se detenían y miraban apuntando hacia el jabalí. Kyra tuvo algo de satisfacción al ver que sus hermanos sudaban bajo el peso de este, jadeando y resoplando. Mientras pasaban, las cabezas volteaban y las personas abrían paso, plebeyos y guerreros por igual impresionados por la gran bestia. También miró algunas miradas supersticiosas, personas preguntándose al igual que ella si este era un mal presagio.
Sin embargo, todos los ojos miraban a sus hermanos con orgullo.
“¡Una gran captura para el festival!” dijo un granjero guiando su buey mientras se unía en el camino a ellos.
Brandon y Braxton se engrandecieron orgullosamente.
“¡Alimentará a la mitad de la corte de su padre!” dijo un carnicero.
“¿Cómo lo hicieron?” preguntó un guarnicionero.
Los hermanos intercambiaron miradas, y Brandon finalmente le sonrió al hombre.
“Con un buen disparo y falta de miedo,” respondió audazmente.
“Si no te aventuras en el bosque,” añadió Braxton, “no sabrás lo que puedes encontrar.”
Algunos hombres vitorearon y palmearon sus espaldas. Kyra, a pesar de todo, detuvo su lengua. No necesitaba la aprobación de estas personas; sabía lo que había hecho.
“¡Ellos no mataron al jabalí!” gritó Aidan con indignación.
“Tú te callas,” dijo Brandon a media voz. “Algo más sobre eso y les diré que mojaste tus pantalones cuando nos atacó.”
“¡Pero no lo hice!” protestó Aidan.
“¿Y te van a creer?” añadió Braxton.
Brandon y Braxton rieron, y Aidan miró a Kyra como si quisiera saber qué hacer.
Ella dijo que no con su cabeza.
“No te preocupes,” dijo ella. “La verdad siempre prevalece.”
Las masas crecieron mientras cruzaban el puente, y pronto ya estaban hombro con hombro mientras pasaban sobre la fosa. Kyra podía sentir la excitación en el aire mientras caía el crepúsculo, mientras se encendían las antorchas en el puente y la nieve arreciaba. Volteó hacia arriba como siempre y se apuró a observar la gran puerta arqueada de piedra de la fortaleza protegida por una docena de los hombres de su padre. En la cima estaban los picos de una reja de hierro ya elevada, con sus filosas puntas y gruesas barras lo suficientemente fuertes para repeler a cualquier enemigo y listas para cerrarse con el mero sonido de un cuerno. La puerta se elevaba treinta pies de altura, y en su parte superior había una amplia plataforma que se extendía por toda la fortaleza y anchas almenas de piedra tripuladas con miradores manteniendo siempre un ojo vigilante. Volis era una gran fortaleza, lo que le daba a Kyra un gran orgullo. Pero lo que le daba más orgullo eran los hombres que ahí residían, los hombres de su padre, muchos de los mejores guerreros de Escalon que se reagrupaban lentamente en Volis después de ser dispersados desde la rendición del Rey, atraídos como un imán hacia su padre. Ella más de una vez había instado a su padre para que se declarara el nuevo СКАЧАТЬ