Comprometida . Морган Райс
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      Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes , empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación del autor o han sido usados como ficción. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es total coincidencia.

      Modelo en la portada: Jennifer Onvie. Fotografía de la portada: Adam Luke Studios, New York. Artista de maquillaje de la portada: Ruthie Weems. Si desea comunicarse con alguno de estos artistas, por favor, póngase en contacto con Morgan Rice.

HECHO:

      En el Londres de Shakespeare, una forma común de entretenimiento era "el oso cebado.” Se ataba un oso a un poste mientras se soltaba una manada de perros salvajes. Se hacían apuestas para ver quién ganaba. El estadio del "oso cebado” estaba muy cerca del teatro de Shakespeare. Muchos de la multitud rústica del oso cebado luego iba a ver una obra de Shakespeare.

      En la época de Shakespeare la gente que iba a ver a sus obras de teatro no era sofisticada ni pertenecía a una élite. Todo lo contrario. La mayoría era gente rústica, sin educación, los plebeyos que asistían para entretenerse y pagaban sólo un centavo la entrada. Por ese precio, podían ver toda la obra parados en el suelo- y, por esa razón, llegaron a ser conocido como los “Del Piso.”

      El Londres de Shakespeare era civilizado -pero también bárbaro. Era común ver ejecuciones en las calles y se torturaba públicamente a los criminales. La entrada a su camino más famoso -el Puente de Londres- estaba a menudo adornado con picas, en la que se clavaban las cabezas de los delincuentes.

      La peste bubónica (también conocida como la Muerte Negra) mató a millones en Europa, y golpeó a Londres en varias ocasiones a lo largo de los siglos. Se propagaba en lugares con condiciones sanitarias deficientes y donde había mucha gente, y azotó duramente el distrito teatral de Shakespeare. Pasarían siglos hasta que se descubriera que los portadores de la plaga eran las pulgas en las ratas.

      "Ven, noche gentil, ven, amorosa noche,

      Dame mi Romeo; y, cuando muera,

      Llévalo y córtalo en pequeñas estrellas,

      Y él hará que la cara del cielo se vea tan delicada

      Que todo el mundo va a estar enamorado de la noche

      Y no adorará al sol chillón ".

--William Shakespeare, Romeo y Julieta

      CAPITULO UNO

      Londres, Inglaterra

      (Septiembre de 1599)

      Caleb se despertó con el repicar de las campanas.

      Respirando pesadamente, se sentó de golpe y miró a su alrededor. Había estado soñando que Kyle lo perseguía, y que Caitlin le tendía una mano buscando su ayuda. Estaban en un campo lleno de murciélagos, contra un sol de color rojo sangre; todo se veía muy real.

      Ahora, mientras miraba alrededor de la habitación, trató de saber si todo eso era real, o si estaba realmente despierto y había regresado en el tiempo. Después de escuchar su propia respiración por varios segundos, sentir la fresca humedad en el aire, y escuchar el latido de su propio corazón en medio del silencio, se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Realmente estaba despierto.

      Caleb estaba sentado en el interior de un sarcófago abierto. Miró alrededor de la habitación oscura como una caverna y vio que estaba llena de sarcófagos. Los techos eran bajos con arcos y las ventanas eran aberturas estrechas por las que entraba muy poquito sol. Había suficiente luz para poder ver. Entrecerró los ojos ante el reflejo, metió la mano en el bolsillo, y se aplicó sus gotas en los ojos, feliz de conservar las gotas todavía. Poco a poco, el dolor se desvaneció y él se relajó.

      Caleb se levantó de un salto, en un solo movimiento, y dio una vuelta por la habitación, mirando en todas direcciones. Todavía estaba en guardia, no quería que lo atacaran o emboscaran antes de que tuviera la oportunidad de orientarse. Pero no había nada ni nadie en la habitación. Sólo silencio. Al notar los pisos de piedra antiguos, las paredes, el pequeño altar y la cruz, supuso que estaba en la cripta subterránea de una iglesia.

      Caitlin.

      De nuevo, Caleb dio una vuelta por la habitación en busca de algún rastro de ella. Experimentó una sensación de urgencia mientras se apresuraba al sarcófago que tenía más cerca. Con todas sus fuerzas, quitó la tapa.

      Su corazón se llenó de entusiasmo con la esperanza de encontrarla. Pero el sarcófago estaba vacío.

      Caleb se apresuró por la habitación yendo de un sarcófago al siguiente abriendo cada una de sus  tapas. Pero todos estaban vacíos.

      Caleb se desesperaba más y más mientras empujaba la última tapa, lo hizo con tanta fuerza que cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. Pero ya tenía la sensación de que no la encontraría y, como los demás, estaba vacío – había tenido razón. Se dio cuenta que Caitlin no estaba en esa sala, y empezó a sudar frío. ¿Dónde podría estar?

      La idea de haber regresado en el tiempo sin ella le provocó un escalofrío en la columna vertebral. Ella le importaba más de lo que él podría decirle y, sin ella a su lado, su vida, su misión, no tenían ningún propósito.

      De repente, se acordó de algo y metió la mano en el bolsillo para comprobar si todavía estaba allí. Afortunadamente, estaba. El anillo de bodas de su madre. Lo sostuvo en la luz y admiró el zafiro de seis quilates perfectamente cortado, montado sobre una banda de diamantes y rubíes. No había podido  encontrar el momento oportuno para proponerle matrimonio. Esta vez estaba decidido a hacerlo.

      Por supuesto, si ella había regresado.

      Caleb oyó un ruido y giró hacia la entrada, algo se estaba moviendo. Esperaba con todas sus ganas de que fuera Caitlin.

      Pero se sorprendió al encontrarse mirando hacia abajo mientras la persona doblaba la esquina y ver que no se trataba de una persona. Era Ruth. Caleb se alegró de verla porque había sobrevivido el viaje en el tiempo.

      Caminó hacia Caleb moviendo la cola, sus ojos se iluminaron al reconocerlo. Caleb se arrodilló y ella corrió a sus brazos. Quería a Ruth, y le sorprendió lo mucho que había crecido: parecía ser el doble de grande, y es veía como todo un animal. También se animó al encontrarla: quizás Caitlin también estaba allí.

      Ruth se volvió de repente, salió corriendo de la habitación y desapareció por la esquina. A Caleb le  desconcertó su reacción y salió corriendo tras ella, quería ver dónde iba.

      Entró a otra cámara abovedada, también estaba llena de sarcófagos. A simple vista pudo ver que todos habían sido abiertos y estaban vacíos.

      Ruth siguió corriendo, gimiendo y también salió corriendo de esa habitación. Caleb empezó a preguntarse si Ruth lo conduciría a alguna parte. Corrió tras ella.

      Después de recorrer más habitaciones, Ruth finalmente se detuvo en una pequeña alcoba al final del pasillo, apenas iluminada por una antorcha. En el interior, había un sarcófago de mármol de diseño intrincado.

      Caleb se acercó lentamente, conteniendo СКАЧАТЬ