Comprometida . Морган Райс
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Читать онлайн книгу Comprometida - Морган Райс страница 14

СКАЧАТЬ tuviera la deferencia de indicarle que estaba bajando. Y, sin embargo, una parte de él tenía la sensación de que a ella sí le importaba. ¿Simplemente se estaba poniendo difícil?

      ¿Y, de cualquier manera, por qué le importaba tanto? ¿No se había dicho de que no estaba interesado en las chicas en este momento?

      Sam se lanzó hasta llegar a a su nivel, y los dos volaron a pocos metros por encima de la ciudad. Pero también marcó su posición virando a la izquierda, de modo que volaron aún más lejos uno del otro. Toma eso, pensó Sam.

      Cuando se acercaron al centro de la ciudad, Sam estaba impresionado. Esta época y este lugar eran muy diferentes, pero muy diferentes, a todo lo que había visto o experimentado antes. Estaba tan cerca de los tejados que sentía como si casi pudiera agacharse y tocarlos. La mayoría de los edificios eran bajos, sólo tenían unos pocos pisos y techos inclinados, cubiertos con lo que parecían enormes montones de heno o paja. La mayoría de los edificios estaban pintados de un blanco brillante, con líneas cafés enmarcándolos. Las iglesias -enormes, de mármol y piedra caliza-, se elevaban en el paisaje, dominando cuadras enteras, y aquí y allá había una que otra estructura grande que parecían ser palacios. Probablemente, supuso, eran las residencias de la realeza.

      La ciudad estaba dividida por un río ancho, sobre el que ahora volaban. El río estaba lleno de barcos de todas formas y tamaños -y las calles también eran bulliciosas. De hecho, no podía creer que estuvieran tan llenas de gente. Había gente por todas partes, corriendo de aquí para allá. No podía imaginar por qué podrían tener tanta prisa. No era como si tuvieran internet o e-mails, o faxes, o incluso teléfonos móviles.

      Sin embargo, otras partes de la ciudad se veían relativamente tranquilas. Los caminos de tierra, el río, y todos los barcos creaban una sensación de tranquilidad. No había coches corriendo, autobuses, bocinas, camiones o motocicletas acelerando. Todo estaba relativamente tranquilo.

      Es decir, hasta que escuchó un súbito rugido.

      Sam volvió la cabeza, y lo mismo hizo Polly.

      Allí, a un lado, avistaron un gran estadio, construido en un círculo perfecto y elevándose varios pisos. Le recordó el Coliseo romano, aunque éste era mucho más pequeño.

      Usando su vista de pájaro, pudo ver que había algún tipo de animal grande en el centro que corría, y muchos otros pequeños animales se movían a su alrededor. No lograba entender qué era, pero pudo ver que el estadio estaba lleno de miles de personas, todos de pie, vitoreando y rugiendo.

      De repente, mientras observaba, sintió un hormigueo en su cuerpo. No era algo que  pudiera describir. De pronto, sintió la presencia de Caitlin allí. Totalmente.

      “¡Mi hermana!" le gritó a Polly. “Está ahí", dijo, señalando. "La siento."

      Polly miró hacia abajo, y frunció el ceño.

      "Yo no estoy tan segura”, dijo. "No siento nada."

      Giró la cabeza hacia otra dirección y señaló el puente frente a ellos. "Tengo la sensación de que está allí."

      Sam vio un enorme puente sobre el río. Le sorprendió notar que estaba cubierto con tiendas de todo tipo, y aún más le sorprendió ver, mientras volaban sobre el puente, que había varios presos de pie sobre un andamio y tenían sogas alrededor de sus cuellos y capuchas sobre sus cabezas. Parecía como si estuvieran a punto de ser ejecutados. Y había grandes multitudes a su alrededor.

      "Está bien", dijo Sam, y de pronto se sumergió en dirección al puente. Supuso que se le adelantaría y esta vez sería el primero en sumergirse.

      Sin darse vuelta, Sam aterrizó sobre el puente y, momentos después, sintió que Polly aterrizaba varios metros detrás de él. Ella lo alcanzó, y los dos caminaron lado a lado, manteniendo su distancia, él sin mirarla, y ella sin mirarlo también. Estaba orgulloso de mantener su relación en un plano puramente profesional. No había ni siquiera un atisbo de cercanía, que era claramente lo que ambos querían.

      Sam estaba sorprendido de lo que veía sobre el puente. Era abrumador, había mucho que ver en todas direcciones.

      “¿Quieres teñir tu cuero, hijo?" Un hombre le preguntó, sosteniendo un pedazo de cuero crudo en su rostro. El aliento del hombre apestaba y Sam lo evitó.

      "Ahora, ¿por dónde?" Sam preguntó a Polly.

      Al igual que él, ella examinó el puente, mirando por todas partes para encontrar a Caitlin. Pero no había rastro de ella por ningún lugar.

      Polly finalmente se encogió de hombros. "No lo sé", dijo. “La había sentido aquí, pero ahora … no estoy tan segura.”

      Sam se volvió y miró al horizonte, hacia ese estadio.

      "Yo la sentí allá atrás", dijo. "En ese estadio que sobrevolamos."

      "Está bien", dijo Polly, "vamos por ahí. Pero caminemos -por si acaso está en el puente."

      Mientras caminaban por el puente, entre todos los vendedores, Polly pareció animarse de nuevo y poco a poco empezó a alegrarse. “¡Mira cómo viste toda esta gente!" ella dijo. “¡Quiero decir, mira lo que llevan! Es increíble, ¿verdad? No creo que nunca me encontrarían muerta llevando algo así. Pero puedo ver su funcionalidad. Me pregunto cómo pudo ponerse de moda. Es decir, ¿cómo puede cambiar de generación en generación? Está muy loco, ¿no? Y estaba pensando, si viviera en este momento, si yo fuera una de esas personas, qué color me pondría … "

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