Название: Encontrada
Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Героическая фантастика
Серия: Diario de un Vampiro
isbn: 9781632912114
isbn:
Ruth gruñó a su lado. Scarlet supo que estaban a punto de enfrentarse -que era exactamente lo que quería evitar.
Ella se inclinó y le indicó a Ruth que necesitaban retirarse.
"Vamos a Ruth", Scarlet le dijo mientras empezaba a girar y alejarse.
“¡Hey, chica, te estoy hablando a ti!", el muchacho gritó.
Mientras se alejaba, Scarlet miró por encima de su hombro y vio a los cinco saltar de la piedra y caminar tras ella.
Scarlet se echó a correr por los callejones, tratando de alejarse lo más posible de esos chicos. Pensó en su confrontación con el soldado romano y por un momento se preguntó si debía detenerse y tratar de defenderse.
Pero no quería pelear. No quería hacerle daño a nadie. O correr ningún riesgo. Sólo quería encontrar a su mamá y papá.
Scarlet dobló en un callejón vacío. Miró hacia atrás y vio el grupo de chicos perseguirla. No estaban muy lejos y rápidamente estaban ganando velocidad. Demasiado rápidamente. Su perro corría con ellos y Scarlet se dio cuenta de que pronto la alcanzarían. Tenía que hacer algo para poder perderlos.
Scarlet se volvió en otra esquina, esperando encontrar una manera de evadirlos. Pero su corazón se detuvo.
Era un callejón sin salida.
Scarlet se volvió lentamente con Ruth a su lado lista para enfrentar a los chicos. Ahora estaban a quizás diez pies de distancia. Los chicos se acercaron lentamente, tomándose su tiempo, saboreando el momento. Se quedaron allí riéndose, llenos de crueldad.
"Parece que se te ha acabado tu suerte, niña," dijo el chico que era el líder.
Scarlet estaba pensando exactamente lo mismo.
CAPÍTULO TRES
Sam se despertó con un terrible dolor de cabeza. Se agarraba la cabeza con las dos manos, tratando de que el dolor desapareciera. Pero no había caso. Sentía como si el mundo entero estuviera cayendo sobre su cráneo.
Sam trató de abrir los ojos para averiguar dónde estaba pero el dolor era insoportable. La cegadora luz solar rebotaba en la roca del desierto y lo obligaba a protegerse los ojos y bajar la cabeza. Sintió que estaba acostado sobre el rocoso suelo de un desierto, sentía el calor seco y el polvo en la cara. Se acurrucó en posición fetal y sostuvo su cabeza con más fuerza, tratando de que el dolor desapareciera.
De golpe, empezó a recordar.
En primer lugar, se acordó de Polly.
Recordó la noche de bodas de Caitlin. La noche cuando le propuso matrimonio. Ella le decía que sí. Veía la alegría en su rostro.
Recordó el día siguiente. Iba a cazar. Estaba entusiasmado por la noche por venir.
Luego, la encontraba. En la playa. Estaba muriendo. Ella le decía de su bebé.
Olas de dolor lo invadieron. Era más de lo que podía soportar. Era como una pesadilla terrible que vivía una y otra vez y no podía detenerla. Sentía que le habían arrebatado todo lo que tenía por vivir para, todo en un momento. Polly. El bebé. La vida tal como la conocía.
Deseó haber muerto en ese momento.
Entonces se acordó de su venganza. Su rabia. Tenía que matar a Kyle.
Y el momento cuando todo cambió para él. Recordó cuando el espíritu de Kyle lo penetró. Recordó la indescriptible sensación de rabia mientras el espíritu, el alma y la energía de otra persona lo invadía, poseyéndolo por completo. Cuando Sam dejó de ser quien era. Cuando se convirtió en otra persona.
Sam abrió completamente los ojos y percibió lo que ya sabía, que brillaban con un color rojo brillante. Sabía que no eran suyos. Sabía que ahora eran de Kyle.
Sintió el odio de Kyle, sintió su poder correr a través de él, a través de cada onza de su cuerpo, de sus dedos de los pies, a través de las piernas, los brazos, hasta la cabeza. Sentía el deseo de Kyle de destruir pulsar a través de cada onza de su ser, como si fuera un ser viviente, como algo pegado en su cuerpo que no se podía quitar. Sentía que ya no estaba en control de sí mismo. Una parte de él extrañaba al viejo Sam, quién había sido. Pero otra parte de él sabía que ya nunca iba a volver a ser esa persona.
Sam oyó un silbido y abrió los ojos. Su cara estaba sobre las rocas del desierto y, al levantar la vista, vio una serpiente de cascabel a pocos centímetros de distancia. Los ojos de la serpiente miraban a Sam, como si estuviera en comunión con él y compartiera su energía. La rabia de la serpiente era igual a la suya y estaba a punto de atacarlo.
Pero Sam no tenía miedo. Por el contrario, sintió una una rabia no sólo igual a la de la serpiente sino mayor. Y con mejores reflejos.
En la fracción de segundo en que la serpiente se preparaba para atacar, Sam se le adelantó: extendió su mano, agarró en el aire a la serpiente por la garganta y evitó que lo mordiera a tan una pulgada de distancia de su rostro. Sam sostuvo los ojos de la serpiente frente a los suyos, mirándola de tan cerca que podía oler su aliento, sus largos colmillos estaban a sólo una pulgada de distancia, muriéndose por entrar en la garganta de Sam.
Pero Sam la sometió. La apretó más y más hasta que le quitó la vida. La víbora quedó inerte en su mano, aplastada, muerta.
Él se hizo hacia atrás y lo arrojó por el desierto.
Sam se puso de pie y observó el entorno. Todo a su alrededor era tierra y rocas, un desierto interminable. Se volvió y se dio cuenta de dos cosas: en primer lugar, había un grupo de niños pequeños, vestidos con harapos que lo miraban con curiosidad. Cuando giró hacia ellos, los niños se dispersaron y corrieron como si un animal salvaje estuviera emergiendo de una tumba. Sam sintió que la rabia de Kyle lo atravesaba y tuvo ganas de matarlos.
Pero luego notó hizo algo que lo hizo cambiar de parecer. La muralla de una ciudad. Un inmensa muro de piedra que se elevaba cientos de metros y se extiende sin fin. Entonces Sam se dio cuenta: se había despertado a las afueras de una ciudad antigua. Ante él había una enorme puerta arqueada por la que entraban y salían decenas de personas vestidas con ropa sencilla. Se veían como si estuvieran en la época romana, vestidos con túnicas simples. El ganado también, entraba y salía apresuradamente, y Sam lograba sentir la intensidad y el ruido de las multitudes tras las paredes.
Sam dio unos pasos hacia la puerta mientras los niños se alejaban de él como si fuera un monstruo. Se preguntó cómo se vería que daba miedo. Pero no le importó. Quería entrar en esa ciudad para averiguar por qué había aterrizado allí. Pero a diferencia del viejo Sam, no sentía la necesidad de explorarla: más bien tenía la necesidad de destruirla. De romper esa ciudad en pedazos.
Una parte de él trató de sacudirse esa idea y recuperar al viejo Sam. Se forzó a pensar en algo que pudiera traerlo de vuelta. Trató de pensar en su hermana, Caitlin. Pero la imagen era muy borrosa y, por mucho que lo intentó, no pudo convocar su cara. Trató de recordar sus sentimientos por ella, su misión compartida, su padre. En el fondo, sabía que quería protegerla, quería ayudarla.
Pero esa pequeña parte pronto fue eclipsada por la nueva parte viciosa. Apenas СКАЧАТЬ