Название: Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas
Автор: Amy Blankenship
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Современная зарубежная литература
isbn: 9788873042754
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La sonrisa de Toya se desvaneció mientras su imaginación enloquecÃa y visiones explÃcitas comenzaron a danzar en su mente. â Estás desnu⦠â se quedó mudo antes de preguntarle si estaba de pie desnuda. Sacudiendo el pensamiento fuera de su cabeza, Toya tomó una respiración profunda para calmarse y con suerte controlar sus ahora intensas hormonas. â Carajo, esa fue una bonita imagenâ¦
Kyoko frunció el ceño preguntándose si Toya estaba de pie al lado de Suki en ese mismo momento.
Toya trató de nuevo. â Eh, no importa. Mira, estoy de camino a buscarte para ir al cine esta noche, asà que solo vÃstete.
Kyoko estrechó sus ojos preguntándose quién proclamó que era âEl DÃa de los Acosadoresâ. â Este, tengo planes esta noche â. Por supuesto que sus planes habÃan sido volverse una ciruela pasa en el baño, luego acurrucarse en el sofá y ver una pelÃcula. Quizá incluso quedarse dormida mientras tanto, no tener a todo el mundo molestándola para âsalirâ.
â ¿Qué? ¡Cancélalos porque vienes conmigo! â prácticamente ordenó Toya, comenzando a molestarse porque ella no estaba haciendo lo que él querÃa que ella hiciera⦠como si alguna vez lo hubiese hecho.
Kyoko cerró los ojos y sostuvo el teléfono lejos de su cántico â no lo lanzaré por la ventana, no lo lanzaré por la ventana â, âToc, tocâ Kyoko se balanceó para encarar la puerta pensando â¡Pero Sà se lo lanzaré a quien sea que esté en la maldita puerta!â pudo escuchar una risa demente venir de algún lugar muy adentro, donde la malvada hermana residÃa.
Serenamente caminó hacia la puerta y la abrió, entonces se asomó por la puerta a mirar alrededor para ver quién era. â Kotaro â susurró, un poco sin aliento, luego cerró de golpe su boca con culpa esperando que él no lo hubiera notado.
Los ojos de Kotaro se iluminaron y se oscurecieron al mismo tiempo cuando la puerta se abrió. Estaba feliz de ver a Kyoko a salvo⦠y obviamente no completamente vestida. Levantó una ceja ante la forma en que ella habÃa dicho su nombre. Presionando la mano contra la parte de encima de su cabeza en la puerta, la terminó de abrir con su usual sonrisa confiada mientras pasaba más allá de ella⦠casi tocándose.
â ¿Cómo está mi mujer hoy? â Kotaro caminó más allá de ella dentro del apartamento como si perteneciera allÃ.
âNo voy a cometer asesinato, no voy a lanzar el teléfono, no voyâ¦â la mente de Kyoko continuó cantando mientras Kotaro la miraba con su habitual sonrisa de infarto. De repente sintió que el aire acondicionado habÃa dejado de funcionar.
¿Cómo era que este hombre, quién solo podÃa ser descrito como sexo caminante, le afectara tanto? Ella siempre sentÃa que estaba tratando de detenerse a sà misma de lanzarlo contra el suelo. Sacudiendo su cabeza, miró hacia abajo y chilló cuando vio que su bata se habÃa abierto parcialmente. No era suficiente para mostrar nada pero era visible suficiente piel para hacerla sonrojar.
Toya se tensó, escuchando la llamada a la puerta en el fondo a través del teléfono y luego la voz de Kotaro. Gritó al teléfono para tener su atención. â ¡Carajo, Kyoko! ¿Qué demonios hace Kotaro ahÃ? â ladró, molesto de que el guardia de seguridad se apareciera, de nuevo, en el apartamento de âsuâ Kyoko.
Kyoko se avergonzó cuando el grito desde el teléfono pudo escucharse fuerte y claro dentro de la sala de estar. Mirando sobre el hombro de Kotaro al reloj de pared, supo que debÃa comenzar a arreglarse o Suki serÃa la próxima golpeando la puerta. Ya era suficiente. Se volvió y caminó hacia la encimera, teniendo en mente colgar el teléfono.
Levantándolo de nuevo a su oreja gritó: â ¡Te veré luego! â âclicâ⦠uno menos⦠falta uno.
Kotaro sonrió sabiendo que era a Toya a quien habÃa gritado. Sus ojos viajaron a la seda que colgaba como una segunda piel en un cuerpo muy bien formado y no podrÃa haberse detenido si hubiese intentado moverse hacia adelante, más cerca de ella. Lentamente cerró sus ojos solo por un segundo mientras tomaba aire profundamente, ahora todo su cuerpo a solo centÃmetros del de ella. El pensamiento de tocar sin contacto lo tenÃa mentalmente curvando su cuerpo alrededor del de ella y apretándola.
Se inclinó hacia adelante llevando sus labios al hueco de su oreja antes de susurrar su nombre. Sus labios se suavizaron, asà como sus ojos azules como el hielo. A menudo se encontraba casi deseando que ella pudiera recordar el pasado y lo cercanos que una vez fueron. ¿Qué harÃa ella si recordara que solÃan vivir juntos? Ãl, ella y Toya⦠asà podÃan protegerla.
Kyoko perdió el aliento al salÃrsele rápidamente y sintió la piel de su cuello y mejilla erizarse. Era suficientemente duro mantener sus pensamientos en orden con él cerca, pero ahora ella podÃa sentirlo tocándola incluso cuando no era asÃ. Recordando lo que estaba haciendo justamente antes de que el teléfono la interrumpiera hizo que el calor se le subiera a la cara.
Sin querer que él notara su culpa, se mantuvo de espaldas a él e intentó con todas sus fuerzas suprimir el recuerdo del baño. Cerrando sus ojos, peleó con la urgencia de recostarse en él y tuvo que agarrar la mesa para sujetarse.
Kotaro querÃa poner sus manos en la mesa a ambos lados de ella⦠atrapándola entre sus brazos, pero de repente se quedó quieto. Pudo oler los jabones que ella habÃa usado en el baño, pero un sabor llegó hasta él y su expresión se volvió curiosa, ¿excitación? Ãl se alejó de ella, sintiendo como se endurecÃa.
Pasando sus manos por su indomable cabello, se retiró a una distancia más segura tratando con todas sus fuerzas ignorar la sacudida en la boca de su estómago⦠¿por qué habÃa venido de nuevo? Era importante.
Sus instintos protectores comenzaron a surtir efecto al recuerdo de las alertas recientes que habÃa recibido. â ¿PasarÃas la tarde conmigo? â la pregunta que sonaba inocente resguardaba un doble sentido, mientras saboreaba el deseo.
Kyoko desaceleró su respiración una vez más lista para luchar contra sus sentimientos. Ella frunció el ceño sabiendo que serÃa muy peligroso quedarse a solas con él. De repente, querÃa agradecer a Suki por mangonearle.
Viendo su ceño fruncido, Kotaro añadió rápidamente â podemos hacer lo que tú quieras. Rentar una pelÃcula y quedarnos, o salir.
â Rentar una pelÃcula y quedarnos en casa⦠â repitió Kyoko pensando que eso era exactamente lo que querÃa hacer. Luego, notando cómo se le iluminaban los ojos a Kotaro, rápidamente cambió â al menos, eso era lo que querÃa hacer si no hubiese sido arrastrada a los planes de alguien más. Me hubiese encantado quedarme viendo pelÃculas contigo. Pero lo siento, Kotaro. No puedo â. Le dio una sonrisa de disculpa mentalmente pisando fuerte al pensamiento de perder una tarde acogedora con el apuesto guardia de seguridad.
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