Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas. Amy Blankenship
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СКАЧАТЬ Toya… – susurró Kyou desapareciendo en la noche, dejando detrás la imagen de un ángel vengador…

      *****

      El parque estaba siempre tranquilo a esta hora del día. Aún era la tarde y el sol estaba alto en el cielo. Kotaro paseaba lentamente por las calles cercanas al centro donde se encontraba un enorme bloque de mármol. No tenía idea de dónde venía… había estado ahí por más tiempo de lo que podía recordar, era incluso más viejo que la ciudad en sí. Todo lo que sabía con seguridad era que sentía una abrumadora sensación de paz cuando estaba cerca.

      â€“ ¿Quién pensaría que esa roca cuadrada traería pensamientos tranquilos? – murmuró Kotaro para sí.

      Tomando otro camino entre los árboles, se dirigió hacia la piedra para poder observarla. Incluso si había sido completamente feliz ese día, el solo asegurarse de que seguía ahí lo hacía sentir mejor.

      Kotaro se detuvo en su rastro cuando entró al centro donde estaba y frunció el ceño al individuo sentado en posición de indio encima de la roca con los codos en sus rodillas y su barbilla apoyada en sus manos. El cabello corto y morado oscilaba en la suave brisa haciendo que el hombre joven pareciera infantil.

      â€“ ¿Qué demonios estás haciendo aquí? – exigió Kotaro.

      Kamui sonrió sin mirarlo. En su lugar, él asintió en la dirección de la universidad en la distancia. – Esperando a que empiecen las clases.

      Kotaro agitó su cabeza y continuó antes de detenerse de nuevo y voltear para encarar a Kamui. – ¿De qué estás hablando? Tú ni siquiera vas a esta escuela.

      Kamui guiñó el ojo antes de desvanecerse de la existencia en una ráfaga de brillante polvo de arcoíris. – Lo sé.

      Kotaro miró con furia el polvo revuelto alrededor antes de que desapareciera completamente. – A veces ese chico es un completo enigma –, informó al ahora espacio vacío, y luego sus ojos se movieron hacia abajo como acariciando la piedra. Escuchó el sonido de pies corriendo que golpeaban el pavimento, pero no se dio realmente cuenta hasta que alguien le tocó el hombro. Literalmente saltó y giró para ver a Hoto y Toki inclinados con sus manos descansando en sus rodillas tratando de recobrar el aliento.

      â€“ ¿Qué los ha hecho perder el aire? – preguntó Kotaro con una sonrisa de suficiencia mientras recobraba la compostura.

      Hoto ondeó un pedazo de papel en frente de él. – Para ti… de la policía… importante.

      Kotaro tomó el papel, – ¿de la policía, eh? Debe ser realmente importante para hacerlos correr tal maratón.

      Toki asintió antes de caer sobre su costado para descansar. Hoto simplemente se hundió hasta las rodillas y descansó su cabeza en la grama.

      â€“ Ustedes dos son los más grandes flojos que he visto –, se quejó Kotaro de buena manera.

      â€“ Costado duele –, se quejó Toki. – Debo volver… a la… oficina… con aire acondicionado.

      Kotaro suspiró en resignación y los dejó para hornearse bajo el calor del sol antes de abrir la nota. Su mano se cerró, arrugando el papel que acababa de recibir de la estación de policía no lejos del campus. Otra chica había desaparecido sin dejar rastro. Había estado gastando un largo tiempo investigando las desapariciones de muchas chicas jóvenes, lo que eventualmente lo llevó a la universidad donde ahora era el nuevo jefe de seguridad.

      Sus pensamientos inmediatamente dieron vuelta hacia su amada Kyoko. Kotaro la había encontrado de nuevo y justo como esperaba, Toya no estaba lejos. Una cosa que lo había sorprendido era el hecho de que Toya había renacido normal, humano, o eso parecía.

      A veces podía sentir al verdadero Toya descansando justo debajo de la superficie… sin ser consciente de su propia existencia, pero hasta ahora esa parte de él ha permanecido dormida. – Gracias a Dios por los pequeños favores –. Kotaro pasó una mano agitada por su cabello despeinado por el viento.

      Le iba bien que ninguno de ellos recordara el pasado, pues era un recuerdo que era mejor que estuviese olvidado. Él deseaba tener el mismo privilegio de olvidar… pero para él, la memoria permanecía, y lo despertaba frecuentemente en la noche sudando frío.

      Mientras dejaba el parque se encontró de pie en el camino de piedra en frente del campus. Kotaro levantó sus ojos azules como el hielo en la dirección a donde Kyoko vivía. Frunció el ceño mientras la preocupación dejaba marcas en sus rasgos y tuvo la repentina urgencia de pasar por “su mujer” para asegurarse de que estuviera bien.

      Tenía la parte larga de su cabello negro en capas echada hacia atrás con una banda que colgaba baja. El resto de su cabello, desde su flequillo hasta la coronilla se veía constantemente naturalmente despeinado por el viento, dándole la apariencia de un chico malo punk pero que le quedaba muy bien. Esta apariencia le había servido en más de una ocasión en años recientes.

      Su cuerpo era alto con músculos delgados, pero las apariencias engañan. No tenía un gramo de grasa extra y era más fuerte que cincuenta hombres humanos juntos. Las únicas personas que conocían de su fuerza inhumana eran los que decidieron darle malos momentos o se atrevían a meterse en su camino. Y esos pocos estaban muy asustados para decir palabra. Nadie en el campus sabía del lado secreto de Kotaro y él quería mantenerlo de esa forma.

      Kotaro era responsable de la seguridad de cada persona que caminara en el campus, fuera visitante, estudiante o miembro de la facultad. Algunas mujeres jóvenes habían comenzado a desaparecer a un ritmo alarmante en esta área, sobre todo cerca de la reja eléctrica que rodeaba los suelos de la universidad.

      Un rugido grave se formó muy dentro de su pecho mientras inhalaba los aromas que lo rodeaban. El aire había sido contaminado con un antiguo olor, maligno. Kotaro se estaba acercando a quien era responsable de más que solo las chicas perdidas… podía sentirlo. Dejando esos pensamientos a un lado por ahora, comenzó a caminar rápidamente hacia los departamentos de alrededor que ubicaban a muchas de las estudiantes universitarias inocentes.

      Ã‰l iría a reportarse con Kyoko y si ella lo dejaba, sus ojos se oscurecían atractivamente, él no se iría de su lado por el resto del día, o la noche. Solo esperaba que hoy Toya no estuviera esperándola de nuevo. Él la quería toda para él. Después de todo, ella era de verdad su mujer y ese “chico” tendría que conseguirse una vida.

      Sus pasos se enlentecieron por un momento ante la ironía de ello, estaba feliz de que Toya ahora al menos tenía una vida. Una sonrisa de satisfacción casi entretenida apareció mientras mentalmente amenazaba esa vida si Toya no paraba de acosar a Kyoko todo el tiempo.

      Solo pensar en ella sentada a su lado en el cómodo sofá, comiendo palomitas y viendo una película cursi sonaba como la tarde perfecta. Ellos compartían algo así al menos una vez a la semana y para él, esa era su parte favorita de la semana. Tenía su tiempo ininterrumpido con la belleza de cabello cobrizo. No importaba si estaban viendo una película o solo se СКАЧАТЬ