Название: Asalto A Los Dioses
Автор: Stephen Goldin
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Героическая фантастика
isbn: 9788873041542
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Dev ató al cansado daryek a una aleta estabilizadora de la nave, para eliminar la posibilidad de que la patética criatura intentase escapar durante el resto de la noche. Luego, tomando el empapado uniforme espacial que era todo lo que quedaba de Zhurat, siguió a Dunnis subiendo la escalera y entró en la compuerta de aire. Una vez adentro, continuó subiendo todo el camino hacia la nariz de la nave, moviéndose silenciosamente para que el ingeniero la siga. Pasaron el área de alojamiento y en su lugar, fueron a la sala de control, donde Dev caminó decididamente hacia la consola del capitán y activó un par de interruptores. Suspiró levemente y cerró sus ojos. “Creo que estaremos bien ahora.”
Dunnis la había observado con creciente curiosidad. Por sus acciones, ella había encendido las pantallas deflectoras alrededor de la nave. “¿Le preocupaba que los meteoritos pudieran golpearnos aquí?” preguntó.
“No, sino que el campo de las pantallas debe ser suficiente para atajar cualquier transmisión de baja intensidad proveniente desde el exterior de la nave. Ahora podremos hablar libremente.”
“¿Sobre qué?”
“Sobre los dioses. No se equivocó al pensar que yo no creía en ningún ser sobrenatural. Pero lo más importante es que alguien—o algún grupo de alguienes—ha armado un teatro aquí, y son bastante poderosos.”
“Pero ¿qué relación tiene con las pantallas...?”
“Comencemos por el principio,” dijo Dev. “Asuma que esos dioses son mortales como nosotros y que son tecnológicamente más avanzados que los demás nativos. Para una raza tan primitiva como la daschamesa, las maravillas de la ciencia serían vistas como magia, y pudieran ser vendidas por cualquiera que desee esforzarse para hacerlas. Por ejemplo, los dioses dicen ser capaces de escuchar todo lo que sucede en todo el mundo. Usted es un ingeniero, ¿cómo manejaría eso?”
“Micrófonos y transmisores,” dijo lentamente el hombre grande. “Existen dispositivos en forma de insecto, tan pequeños que los nativos nunca se darían cuenta de su función.”
“Exacto.”
“Pero hacer eso a lo largo y ancho del planeta—”
“Olvide eso por ahora. Asuma que hay una cuenta ilimitada para los gastos y hable de posibilidades tecnológicas.”
Dunnis hizo una mueca. “Sí, es posible—pero coordinar todas las conversaciones espontáneas debe ser muy difícil.”
“Sabemos que pueden escuchar lo que se dice porque obviamente escucharon a Zhurat,” continuó Dev, ignorando el comentario de Dunnis. “Por lo tanto debemos asumir la posibilidad de que nuestras conversaciones estén siendo monitoreadas. ¿Por qué cree que yo era tan cuidadosa con lo que decía de regreso aquí? Aún no nos encontrábamos fuera de peligro y usted aún quería continuar metiéndonos en él. Hasta que podamos hablar con seguridad, no quería decir cualquier cosa que me haga candidata para su práctica de puntería etérea.”
Dunnis miró al panel de control, donde la luz azul de las pantallas deflectoras brillaba frescamente. “¿Y cree usted que tienen algunos de sus bichos aquí? ¿Cómo?”
“No puedo ser certera, pero hemos llevado una gran cantidad de carga la semana pasada. Algunos de los diablillos pudieron haberse colado por allí y haberse esparcido por la nave, por ahora. Pero si fuesen tan pequeños, no podrían transmitir con mucha intensidad, y las pantallas deflectoras deberían hacer suficiente interferencia para bloquearlos.”
“¿Qué hay de ese ángel? ¿Cómo lo explica?”
“Era un robot,” dijo Dev, sentándose en su sillón de aceleración y tocando ociosamente el uniforme de Zhurat. “Debió haberlo sido, para brillar así. Me han dicho que algunos peces en las profundidades del océano tienen su propia fosforescencia natural, pero es una adaptación a su medio ambiente. Este ángel no la necesitaba—ni tampoco necesitaba sus alas.”
“Entonces, ¿cómo volaba?”
“De la misma manera como el Foxfire lo hace—impulso gravitacional. ¿No se dio cuenta de cómo permaneció lo suficientemente alto y distante de cualquier persona, para evitar matarnos a todos con su estela? Cuando aleteaba, sus movimientos no eran lo suficiente rápidos o fuertes para llevar algo tan grande al cielo. Luego planeó durante un largo tiempo sin aletear en lo absoluto. Con el equipo adecuado, posiblemente usted pueda construir uno para usted en un par de días.”
El ingeniero negó con su cabeza. “Sí, ahora que lo explica todo suena tan simple. Pero aún así no puedo pasar sobre el alcance de la operación.”
“Cuando se desea controlar un planeta, se debe pensar en grande,” Dev señaló.
“Eso supongo,” admitió Dunnis. “Bien, ¿qué vamos a hacer al respecto?”
“Nuestra primera instrucción para los negocios será limpiar nuestra nave—asumiendo que esté llena de bichos, en primer lugar. Dejar los escudos antimeteoros encendidos durante todo el tiempo es un gran derroche de energía. ¿Hay alguna manera en que pueda usted fabricar un detector para encontrar los transmisores?”
“¿Ahora, capitana? No he dormido nada desde la noche anterior—”
“Tampoco yo. Como recuerdo, el hecho de que usted y Zhurat se hayan quedado afuera durante más tiempo del que debían, ha sido lo que inició esta cadena de eventos. Me estaba preguntando sanción sería adecuada—posiblemente una pérdida adicional de sueño sería apropiada.”
No agregó que, para asegurarse de él no arruinase el trabajo, ella también tendría que perder horas de sueño—sin haber hecho nada que le hiciera merecer un castigo. La responsabilidad viene con la autoridad, se recordó a sí misma. Por eso eres una capitana y él es sólo un ingeniero.
Dunnis sacudió su cabeza. “Aún si yo no estuviese cansado, sería horriblemente difícil detectarlos. No tengo la más remota idea de cuál es la frecuencia en la cual transmiten, o la intensidad de su señal. Tomaría una eternidad.”
Dev pensó acerca de eso. “Entonces tendríamos que encontrar una primero y examinarlo. Eso debería darnos suficientes pistas para construir algo.” Se puso de pie. “La bodega de carga es el lugar más lógico para comenzar nuestra búsqueda. Vamos.”
Notoriamente, Dunnis se sentía infeliz por tener que trabajar cuando estaba tan cansado, pero también estaba claro que respetaba la autoridad de Dev. Al menos ella había establecido eso durante las seis semanas que llevaba con la nave a su cargo. Zhurat había sido el único que la despreciaba—y ahora ella ya no tendría ese problema de nuevo, aunque su pérdida significaba más trabajo para todos, inclusive ella misma, al menos podía darle las gracias a los dioses de Dascham por ese pequeño favor.
Los incómodos camarotes del equipo estaban cerca de la sala de control. Roscil Larramac dormía detrás de una de esas puertas cerradas, y Lian Bakori, el astrogador de la nave, estaría en la otra habitación. El complemento restante del Foxfire consistía en robots, que habían estado bajo la responsabilidad de Zhurat; habían sido apagados durante la noche y estaban almacenados en una habitación especial, justamente delante de la bodega. Una nave de este tamaño realmente debería tener al menos el doble de esta tripulación, СКАЧАТЬ