Название: Asalto A Los Dioses
Автор: Stephen Goldin
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Героическая фантастика
isbn: 9788873041542
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“¡Los desafío!” gritó Zhurat. “Yo, Dmitor Zhurat, ¡yo reto a los dioses!”
Esa escena se quedó grabada para siempre en la memoria de Dev. Zhurat de pie a solas en el claro, con sus brazos extendidos hacia el cielo, ondeando sus puños cerrados en el aire. Luego una ensordecedora explosión y un rápido resplandor, de intensidad cegadora, hicieron que Dev y Dunnis cerraran sus ojos. Dev podría haber jurado que escuchó un sonido crepitante y… ¿eso fue un grito entre la torrencial lluvia? No podía decirlo con certeza.
Cuando Dev abrió sus ojos otra vez, Zhurat había desaparecido—sólo su uniforme yacía humeante sobre el piso entre una pila de ceniza que se desvanecía rápidamente.
CAPÍTULO 2
Puedes medir la inmadurez de una gente por el grosor de sus libros de leyes.
—Anthropos, Cordura y Sociedad
Dev y Dunnis permanecieron de pie bajo la lluvia, incapaces de moverse durante varios segundos. Sus ojos estaban fijos sobre los penosos restos de quien apenas hacía unos segundos antes, había sido su compañero tripulante. El aire se sintió cargado con electricidad y un tenue hedor flotaba hacia sus narices a pesar del aguacero—el desagradable aroma de carne quemada.
Lentamente, se dieron cuenta del movimiento a sus alrededores. Una multitud de nativos se encontraba reunida en la oscuridad de la noche daschamesa, emergiendo de sus chozas al final para ver las consecuencias de la increíble escena. Demasiado tímidos, sólo se acercaron a la periferia del círculo de luz arrojado por la linterna de Dev; todo lo que ella podía divisar eran las siluetas de sus cuerpos rechonchos. Se juntaron en un semicírculo detrás de ella y Dunnis y miraron los humeantes restos de Dmitor Zhurat. Los nativos se mecían hacia atrás y hacia adelante sobre sus pies, tan suavemente, todos a un mismo ritmo y el aire parecía sonar con el sonido de zumbido—o canto—de un gran número de gargantas úrsidas.
Dev cerró sus ojos y frotó su frente pensativamente con su mano izquierda. Se sintió mareada y con ligeras náuseas, y más que nunca deseó haber podido quedarse a bordo de la nave leyendo algún libro interesante.
Los deseos sólo son buenos en los cuentos de hadas, se dijo a sí misma acuciosamente. Esta es la vida real, y tienes obligaciones que cumplir. Muévete, mujer.
Estaba segura de que no habían pasado más de treinta segundos desde la muerte de Zhurat. Al abrir sus ojos nuevamente, se sacudió la parálisis de shock y comenzó a dar un paso hacia adelante cuando otro sonido llegó a sus oídos. Primero, era apenas audible entre el canto de la multitud a su alrededor y la penetrante caída de la lluvia sobre el suelo charcoso, pero rápidamente su fuerza creció hasta que el aire reverberaba con su volumen. Era un zumbido que era más que ruido blanco; más bien era el preludio hacia otro sonido que seguiría en el debido curso.
Había una luz que acompañaba al zumbido, suavizando la oscuridad de la noche daschamesa. Venía desde arriba y se hacía más brillante con cada segundo que pasaba. Algún objeto brillante descendía desde el cielo—un descender lento y ordenado, diseñado para impresionar a la audiencia con su estaticidad. Mientras el objeto bajó lo suficiente como para ver a través del fuerte aguacero, Dev descubrió que debía proteger sus ojos el brillo total de la criatura ante ella.
Su figura se parecía a la de los nativos del planeta, con dos brazos y dos piernas, así como un cuerpo redondo y felpudo, con nariz en forma de hocico. Pero sobre su espalda, había un enorme conjunto de alas, que se movían suavemente mientras la criatura flotaba en el aire frente a la multitud. Si bien tenía más de dos veces el tamaño de cualquiera de los nativos, Dev calculó su estatura en tres metros y medio, quizás cuatro metros, cuyas alas al abrirse por completo eran de un ancho de cinco metros o más. La criatura emanaba un fresco brillo azul blanquecino que iluminaba el área en un radio de dos docenas de metros y en una de sus manos sostenía una espada larga con un brillante fulgor dorado propio. Los profundos ojos de la criatura brillaban en un color rojo, como dos carbones calientes entre una chimenea oscurecida.
Un Oso de Peluche Vengador, fue la primera reacción de Dev, pero el humor estaba seco adentro de su mente. El flotar en el aire a diez metros de distancia y a cinco metros por encima del suelo era más impresionante, y lejano a la idea de un adorable juguete. Dev se puso de pie con su mano reposando ligeramente sobre su pecho—a un par de centímetros a distancia de la empuñadura de su pistola láser—y esperó para ver qué sucedería a continuación.
El resplandor hacía girar su cabeza de manera que su mirada se deslizaba sobre toda la muchedumbre que se encontraba en la lluvia frente a él. Finalmente, abrió su boca para hablar. Dev ya tenía su casco listo para traducir.
“Los dioses son omnipotentes,” gruñó la criatura.
Un coro de gruñidos en respuesta emergió desde la multitud de daschameses. El computador de Dev tradujo los gruñidos como una ronda de ‘Amenes.’
“Los dioses están en todos lados,” dijo la brillante criatura, y la multitud respondió con otro coro de ‘Amenes.’
“Los dioses son buenos,” dijo la figura, y la respuesta de la multitud fue la misma. Dev decidió decir un ‘Amén’ ella misma, como buena medida.
Al terminar la letanía, la brillante criatura comenzó su discurso. “Los dioses tienen el poder de la vida y la muerte sobre todos los que moran en Dascham,” dijo. “Los dioses hacen que la cacería sea buena y la cosecha sea rica, según su elección. O, como castigo, pueden dañar los cultivos y regar plagas a través de los bosques. Como está escrito en los antiguos pactos, los dioses son los maestros supremos de Dascham y de todos los seres sobre él, y de todo lo que allí existe.”
“Amén,” dijo la multitud y posteriormente, Dev. Dunnis le asestó una extraña mirada con el rabillo de su ojo, pero no dijo nada.
“El poder de los dioses es absoluto,” continuó la gigantesca criatura. “Los dioses todo lo saben. No hay escapatoria de su conocimiento y de la justicia que imparten. Nadie puede oponerse a sus benévolas normas. Recuerden, todos ustedes, la Hora de la Incineración y sepan qué retribuciones pueden causar los dioses por rebelarse contra su régimen.”
La criatura se quedó en silencio durante un segundo, y Dev casi murmuró un “Amén” una vez más, antes de darse cuenta de que nadie más iba a decirlo. Acalló la palabra antes de que escapara de sus labios y esperó en silencio junto a los demás a que el ángel decidiera hablar de nuevo.
“Cuando esos seres celestiales vinieron entre ustedes por primera vez, no nos opusimos a ellos. A pesar de que muchos de ustedes tenían miedo de que fuesen los demonios contra los que luchamos hace muchos años, los dioses sabían que ellos eran criaturas mortales como ustedes, capaces de actuar para mal o para bien. No nos opusimos cuando les trajeron comercio y bienes a cambio de sus minerales. Pero al traer también la herejía, los dioses deben actuar para defender el mundo que legítimamente les pertenece.”
La criatura terminó ese discurso con sus ojos directamente enfocados sobre Dev, en conocimiento de su posición como capitana y responsable por el comportamiento de los humanos. Supo que se esperaba alguna reacción de su parte; el destino de la misión comercial del Foxfire podía aquí estar pendiendo de un hilo. Enmascarando sus emociones para prevenir que cualquier indicio de nerviosismo se notara СКАЧАТЬ