Historia de Venezuela, Tomo I. Aguado Pedro de
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Название: Historia de Venezuela, Tomo I

Автор: Aguado Pedro de

Издательство: Public Domain

Жанр: Историческая литература

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СКАЧАТЬ de todos, acordo el Governador echar de si a Belasco, embiandolo a Coro con toda la gente enferma que en el canpo abia y algunos sanos para su rresguardo y custodia. Enbio asi mesmo vn capitan con vna conpañia de soldados para que aconpañasen aquella gente enferma y presa, hasta echallos fuera de las provincias que atras quedaban, que eran de gente belicosa y guerrera, sin que reçibiesen dellos ningun daño(A).

      Hecho esto y bueltos los que aconpañaron al tiniente Velasco y enfermos, prosiguio su descubrimiento el Governador con su gente los llanos adelante, y como el tiempo era ya del todo enxuto y los rios venian muy mansos, no se detenian en ninguna parte, antes caminaban con toda ligereza, pasando por muchas provincias pobladas de gentes diferentes vnas de otras y de diferentes lenguas y nombres, con todos los quales no dexaron de tener algunos rrecuentros y guaçabaras, mas no de suerte que les ynpidiesen el caminar. Llegaron a los rrios famosos por su grandeza, llamados Apure y Zarara, y como era berano facilmente los pasaron, porque la tierra es llana y ellos van derramados y estendidos y muy sosegados y mansos; y sin estos, otros muchos rrios de mediana grandeza, que tambien suelen ynpedir el pasaje a los descubridores, como son los rrios Caçanare, de igual grandeza que los nombrados, y Pavxoto y Çosubana79 y el Temeri, y Guanaguanare, y Opia, y Haya, y Gravbiare, y Papamene, todos estos que salen de la sierra y cordillera dicha, cuyos nombres rreferidos son los propios que los naturales les tienen puestos. Y caminando, ya quel ynbierno entraba, llegaron a vn rrio, llamado Opia, a la rribera del qual abia algunas poblazones de yndios, donde pareçio al Governador y a sus capitanes ser parte acomodada para tener y pasar el ynvierno, por poderse proveer y sustentar de las comidas y mantenimientos que los naturales destos pueblos tenian para su sustento, y ansi hizieron su alojamiento y rrancheria en el mejor y mas alto sitio que les pareçio destos lugares y pueblos que a la rribera del rrio Opia estaban.

NOTAS AL CAPITULO V

      (A) Oviedo y Baños, que en todo lo esencial de este relato sigue al Padre Aguado, aunque sea por intermedio del Padre Simón, añade algunos detalles:

      «Estas palabras de Velasco – dice – y el modo con que las expresó su sentimiento parecieron muy mal á cuantos las oyeron; y, ó fuese por vengar alguna pasión ó desafecto, ó por la comun propensión de querer muchos ganar gracias con los superiores, aunque sea á costa de los créditos ajenos, no falto quien las pusiese en noticia del Gobernador, acriminando la materia y subiendo de puntos el delito; de que, irritado Spira, puso luego en prisiones á Velasco, y procediendo contra él por vía jurídica, sustanciada la causa, se resolvió á cortarle la cabeza; pero mediando la autoridad de Juan de Villegas, Damián del Barrio, Alonso Pacheco y Juan Guevara, fué bastante la interposición de éstos para que, templado el enojo del Gobernador, revocase la sentencia, contentándose con remitirlo preso á Coro, y en su compañia toda la gente enferma que llevaba», etc. (Tomo I, libro I, cap. XIII.)

      CAPITULO SEYS

      Como el teniente Chaves llego al Cabo de la Vela y hallo alli al teniente Fedreman, que abia venido de Santo Domingo, y como el capitán Rribera y los demás soldados de Santa Marta fueron sueltos.

      El rrio de Macomite, en cuyas rriberas la gente y capitanes del tiniente Fedreman ynbernaron, abia ya baxado y el ynbierno çesado quando el tiniente Chaves y los otros cavdillos determinaron pasar adelante con su descubrimiento la bia del Cabo de la Bela; y dexando en aquel aloxamiento o ynbernadero toda la gente enferma, porque no les fuese estorvo ni ympedimento en su jornada, pasando el rrio Macomite prosiguieron adelante y començaron a entrar entre algunas gentes belicosas y desnvdas, salteadoras y vagabundas, las quales no abitaban en poblazones ni en lugares conoçidos, sino metidos en montañas, ni menos cultivaban las tierras para sustentarse, ni cojen ningun genero de fruta de ellas, asi por ser, como he dicho, estas gentes enemigas del trabajo, como por ser la tierra algo esteril; mas con todo eso no ay campo que si lo cultiban no lleve fruto. El sustento y mantenimiento destos yndios es carnes de benados, que ay por alli en abundancia, y pescados, que en aquella comarca se toma mucho, y por pan comen çiertas puches o maçamorras hechas de vna semilla muy menuda, como mostaza, que la tierra por alli produze de suyo.

      Estos yndios, avnque estan tan divididos, son en cantidad. Salieron diversas vezes acometer a los españoles con muy buen brio, y como era gente muy suelta y diestra en el gerrear, hizieronles poco daño los nuestros y ganaron con ellos poca honrra, porque en vn rrecuentro o guaçabara que tuvieron los vnos con los otros, perdieron los españoles vn capitan llamado Abellaneda de Guzman, con otros seys soldados que, a manos, bivos80 les tomaron los yndios y les pusieron en condicion de perder mas gente: y asi tubieron los nuestros por mas açertado el pasar adelante que el pretender sujetar estas gentes, pues con ellas no se podia ganar ninguna honrra ni avn hazienda, porque no tenian oro ni otras rriquezas de que pudiesen ser aprevechados.

      En esta propia jornada y descubrimiento hallaron estos descubridores en la costa de la mar, quatro nabios de españoles hechos pedaços, y las gentes de ellos tendidas por la playa y costa y arenales de la mar, todos muertos, que pareçio aber pereçido de hambre y sed, sin que en ellos obiese señal de abellos muerto ni llegado a ellos yndios, ni menos pudieran atinar que gente fuese esta.

      Pasados los españoles de las tierras de estos salteadores, y entrando entre otra gente mas domestica, acordaron embiar por la gente enferma que abian dexado en el alojamiento del rrio Macomite; y enbiando a la ligera tres soldados buenos peones y atrevidos, que fueron Alonso de Olalla y Alonso Martin de Quesada y Diego de Agudo, les mandaron que fuesen á dar abiso á la gente enferma que se aperçibiesen y estubiesen a punto para quando los caballos llegasen por ellos que luego se partiesen. Estos tres soldados españoles81, con solas sus personas, espadas y rrodelas, se metieron temerariamente por entre las provinçias dichas y por otras, aventurandose a ser presos de los yndios; y queriendolos Dios guardar, pasaron sin rreçebir ningun daño y llegaron al alojamiento donde abía quedado la gente enferma, de los quales hallaron muy pocos bivos, que con las enfermedades y hambre y poco rrefrigerio, todos los más se abian y estaban muertos en sus propios lechos y hamacas, sin que los bivos, que eran bien pocos, los pudiesen enterrar ni dar sepoltura, ni avn creo que vsar los vnos con los otros de ninguna obra de misericordia. Los tres soldados quedaron admirados de ver la mortandad que en el alojamiento hallaron, y los que estaban bivos sintieron tanto plazer en bellos, que olvidados de sus enfermedades saltaban de las camas a congratularse con ellos, dando no solo con palabras muestras de su alegria, mas con abundançia de lagrimas que de sus ojos bertian. Entre sanos y enfermos determinaron hazerse vn conbite ó banquete para mejor celebrar su alegria y contento, y para efetuallo mataron vn borrico pequeño que rremaneçio82 en aquella rrancheria, y con dos pares de bollos de mayz que á los tres soldados les abia sobrado del matalotaje, a medio asar la carne, se sentaron a comer, por lo qual entiendo que avn hasta agora no la an digirido algunos.

      Con esta çena o conbite y con el contento dicho, se esforçaron los enfermos y cobraron animo para mejor sufrir su calamidad, y de alli adelante lo pasaron mejor, porque con algunos bledos que los soldados que en socorro abian ydo les cojian y cozian de los que abia por alli naçidos, se sustentaron hasta que llegaron los caballos, y subiendolos en ellos caminaron a donde estaba la demas gente; y como estaban tan debilitados y consumidos y los rregalos que se les hicieron fueron tan pocos y el caminar a caballo suele matar los sanos quanto mas los enfermos, se yvan muriendo por el camino hasta que llegaron á juntarse con los demas españoles, donde esos pocos que bivos quedaron fueron rreformados y curados, y dende a poco se partieron deste alojamiento donde abian estado esperando los enfermos, y prosiguiendo su derrota caminaron algunos dias trabajosamente, al cabo de los quales llegaron al Cabo de la Bela, donde hallaron al tiniente Nicolas Fedreman, que era ya llegado de Santo Domingo con ochenta honbres y cantidad de caballos y comida que abia rrecogido de por alli çerca y el abia traydo de Santo Domingo.

      Alegraronse mucho todos estos capitanes y soldados de hallar alli a su General, por el buen socorro que les tenia de comida y rropa para bestirse. Fedreman, asi mesmo, se holgo de ber su gente, avnque СКАЧАТЬ



<p>79</p>

En la edición de Caracas: Sosubana.

<p>80</p>

En la edición de Caracas: que á manos vivas. Esto cambia completamente el sentido. Lo que el autor dice es que seis españoles fueron hechos prisioneros vivos.

<p>81</p>

En la edición de Caracas: otros tres soldados españoles.

<p>82</p>

En el original está escrito rremamanecio, debiendo ser rremanecio. En la edición de Caracas se dice: amaneció. Esto es un error. Remanecer significa aparecer de nuevo é inopinadamente, y esto es lo que da sentido al texto.