El Despertar Del Valiente. Morgan Rice
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Название: El Despertar Del Valiente

Автор: Morgan Rice

Издательство: Lukeman Literary Management Ltd

Жанр: Зарубежное фэнтези

Серия: Reyes y Hechiceros

isbn: 9781632913340

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СКАЧАТЬ cuidado,” le advirtió.

      Kyra continuó caminando sin sentir miedo a pesar de la fiera mirada en los ojos del dragón. Ella sólo sentía una intensa unión con él como si parte de ella hubiera reaparecido, una parte sin la que no podía vivir. Su mente se volcó con curiosidad. ¿De dónde había venido Theos? ¿Por qué había venido a Escalon? ¿Por qué no había vuelto antes?

      Mientras Kyra pasaba por las puertas de Argos acercándose al dragón, sus ruidos se hicieron más fuertes, pasando de ronroneos a gruñidos mientras la esperaba batiendo sus grandes alas suavemente. Abrió su boca como si fuera a escupir fuego mostrando sus grandes dientes, cada uno tan grande como ella y afilados como una espada. Por un momento ella sintió miedo, con sus ojos posándose en ella con una intensidad que hacía difícil el pensar.

      Kyra finalmente se detuvo a unos pies delante de él. Lo miró con admiración. Theos era magnífico. Se elevaba treinta pies de altura con escamas duras, gruesas y primordiales. El suelo temblaba con su respiración y ella se sintió completamente a su merced.

      Se quedaron ahí en silencio mirándose y examinándose el uno al otro, y el corazón de Kyra la golpeaba en el pecho con una tensión en el aire tan pesada que apenas podía respirar.

      Con su garganta seca, finalmente reunió suficiente valor para hablar.

      “¿Quién eres?” le preguntó con su voz apenas superando un suspiro. “¿Por qué has venido conmigo? ¿Qué deseas de mí?”

      Theos bajó su cabeza y se acercó, tan cerca que su enorme hocico casi tocaba su pecho. Sus enormes ojos amarillos brillantes parecían atravesarla. Ella los miró fijamente, cada uno tan grande como ella, y se sintió perdida en otro mundo, en otro tiempo.

      Kyra esperó una respuesta. Esperaba que su mente se llenara con sus pensamientos como ya lo había hecho una vez.

      Pero esperó y esperó, y se sorprendió al ver que su mente estaba en blanco. Nada venía hacia ella. ¿Es que Theos quería guardar silencio? ¿Había perdido ella su conexión con él?

      Kyra lo miraba, preguntándose, con el dragón siendo un misterio más grande que antes. De repente este bajó su espalda como si la invitara a subir. Su corazón latió más de prisa mientras se imaginaba volando por los cielos en su espalda.

      Kyra caminó lentamente hacia su lado y tomó sus escamas, duras y ásperas, preparándose para tomar su cuello y subir.

      Pero tan pronto como lo había tocado este se sacudió y la hizo que perdiera su agarre. Ella tambaleó y él se elevó batiendo sus alas en un solo movimiento tan abrupto que sus manos se rasparon con la aspereza de sus escamas.

      Kyra se quedó ahí inmóvil y confundida, pero más que nada con un corazón roto. Se quedó sin poder hacer nada al ver como la tremenda criatura se elevaba, chillando y volando más y más alto. Tan rápido como había llegado, Theos de repente desapareció entre las nubes dejando nada más que silencio.

      Kyra se quedó ahí sintiéndose vacía y más sola que nunca. Y mientras el último de sus chillidos desaparecía ella sabía, simplemente lo sabía, que Theos se había marchado para siempre.

      CAPÍTULO DOS

      Alec corrió por el bosque en la oscuridad de la noche con Marco a su lado, tropezando con raíces que salían de la nieve y preguntándose si podría salir con vida. Su corazón lo golpeaba en el pecho mientras corría por su vida tratando de recuperar el aliento, queriendo detenerse pero necesitando seguir el paso de Marco. Volteó por sobre su espalda por la centésima vez y miró como el resplandor de Las Flamas se volvía más débil mientras avanzaban más en el bosque. Pasó algunos árboles gruesos y de repente el resplandor desapareció completamente, introduciéndose en una oscuridad casi completa.

      Alec se volteó y retomó su camino pasando entre los árboles con los troncos golpeando sus hombros y las ramas aruñando sus brazos. Miró hacia la negrura enfrente de él que apenas permitía distinguir el sendero, tratando de no escuchar los sonidos exóticos a su alrededor. Ya le habían advertido debidamente sobre estos bosques en los que ningún fugitivo sobrevivía, y sintió un creciente vacío mientras avanzaban. Podía sentir el peligro con criaturas feroces en todos lados, con el bosque tan denso que era difícil navegar y volviéndose cada vez más complicado. Empezaba a preguntarse si hubiera sido mejor quedarse atrás en Las Flamas.

      “¡Por aquí!” se escuchó una voz.

      Marco lo tomó de los hombros y lo jaló mientras viraba a la derecha pasando entre dos grandes árboles, agachándose bajo sus torcidas ramas. Alec lo siguió resbalándose en la nieve, y de pronto se encontró en un claro en medio del denso bosque, con la luz de la luna brillando y mostrándoles el camino.

      Ambos se detuvieron doblándose y poniendo sus manos en las rodillas tratando de recuperar el aliento. Intercambiaron miradas y Alec volteó hacia atrás hacia el bosque. Respiraba con dificultad con sus pulmones y costillas doliéndole por el frío, confundido.

      “¿Por qué no nos están siguiendo?” preguntó Alec.

      Marco se encogió de hombros.

      “Tal vez saben que este bosque hará su trabajo por ellos.”

      Alec buscó el sonido de soldados Pandesianos que los persiguieran; pero no hubo ninguno. Pero en vez de eso, Alec pareció escuchar un sonido diferente, como un gruñido bajo y furioso.

      “¿Escuchas eso?” preguntó Alec con su vello levantándose detrás de su nuca.

      Marco negó con la cabeza.

      Alec se quedó ahí escuchando y preguntándose si su mente le jugaba trucos. Entonces, lentamente, empezó a escucharlo de nuevo. Fue un sonido distante, un gruñido apagado y amenazante, algo que Alec nunca había escuchado. Mientras escuchaba, este se volvió más fuerte como acercándose.

      Marco ahora lo miraba con preocupación.

      “Es por eso que no nos siguieron,” dijo Marco con su voz reconociéndolo.

      Alec estaba confundido.

      “¿A qué te refieres?” preguntó.

      “Wilvox,” respondió con unos ojos llenos de terror. “Los han soltado para que nos persigan.”

      La palabra Wilvox aterrorizó a Alec; había escuchado sobre ellos cuando era un niño y se rumoraba que habitaban el Bosque de las Espinas, pero él siempre pensó que sólo eran una leyenda. Se decía que eran las criaturas más letales de la noche; toda una pesadilla.

      Los gruñidos se intensificaron como si fueran varios de ellos.

      “¡CORRE!” imploró Marco.

      Marco se volteó y Alec lo siguió mientras atravesaron el claro y se introdujeron en el bosque. Adrenalina bombeaba por las venas de Alec y podía escuchar su propio palpitar, enmudeciendo el sonido del hielo y nieve debajo de sus botas. Pero pronto pudo escuchar como las criaturas se acercaban detrás de ellos y se dio cuenta que no podrían ser más rápidos que estas bestias.

      Alec tropezó con una raíz y chocó contra un árbol; gimió de dolor, lo empujó y siguió corriendo. Buscaba en el bosque algún lugar para escapar dándose cuenta que ya no había tiempo; pero no había ninguno.

      Los gruñidos se volvieron más fuertes y, mientras seguía corriendo, Alec volteó hacia atrás СКАЧАТЬ