Los mercados financieros han adquirido una especie de poder de «veto» sobre las decisiones estatales en materia de política económica. Pueden boicotear las decisiones gubernamentales de muy diversas formas. Pueden retirar los capitales invertidos en sus bolsas de valores o lanzar ataques especulativos contra su moneda. Como los estados dependen de los mercados de capitales para su financiación, pueden encontrarse con que la adopción de determinadas políticas conlleve un incremento de los intereses que deben pagar por la deuda pública. La existencia de un poder global situado por encima de los estados, al que Capella denomina «soberano supraestatal difuso»38, tiene en la actuación de los mercados financieros una de sus más claras manifestaciones. No obstante, la expresión «mercados financieros» puede conducir al equívoco de que nos estamos refiriendo a mecanismos de carácter automático. En realidad, detrás de ese concepto abstracto se encuentran grandes inversores, como los diferentes tipos de fondos, que pueden poner a un país en una situación extraordinariamente difícil si actúan contra él de consuno.
La privatización de los servicios públicos ha conducido en muchos casos a «financiarizarlos», subordinando en última instancia su funcionamiento a la lógica y los intereses de las entidades financieras. Este fenómeno es consecuencia de la utilización de operaciones de titulización por parte de las compañías que adquieren o asumen los servicios privatizados. Así, las concesionarias privadas del servicio de suministro de agua en Gran Bretaña generan títulos respaldados por los pagos de las futuras facturas por parte de los usuarios. En el sector sanitario británico se titulizan las cuotas que deben pagar los entes públicos por la utilización y mantenimiento de instalaciones hospitalarias financiadas y construidas por entidades privadas. Estos títulos acabarán en manos de entidades inversoras como los fondos soberanos de los países de Oriente Medio que no tienen ningún tipo de relación ni interés en el buen funcionamiento de los servicios. Su objetivo es asegurarse una determinada rentabilidad e impondrán ese interés a los gestores de dichos servicios39.
3.7. La financiarización de las empresas no financieras
La financiarización de las empresas no financieras o, dicho de otro modo, su sometimiento a la lógica financiera se realiza por diversas vías. Ya hemos visto que estas compañías pueden dedicar recursos y obtener beneficios de operaciones financieras, como en el caso de General Electric, algo que resulta propiciado por el hecho de que estas actividades sean más rentables que la producción manufacturera. Esta incursión en actividades financieras determina automáticamente que una parte de la actuación de las compañías se rija por la lógica que les es propia, lo que necesariamente condiciona el funcionamiento de las demás divisiones, pues, cuando menos, disminuye el volumen de recursos que se invierten en actividad «productiva».
Con la financiarización se adopta un nuevo principio rector de la gobernanza corporativa, inicialmente en los países anglosajones y que posteriormente, con el impulso de la OCDE y el Banco Mundial va extendiéndose a las empresas de otros países. La noción de «gobernanza corporativa» suele resultar extraña a los alumnos de las facultades jurídicas, quienes solo estudian Derecho de sociedades, que es únicamente uno de sus aspectos. Entendida en toda su dimensión, la gobernanza corporativa comprende:
[...] todo el conjunto de disposiciones jurídicas, culturales e institucionales que determinan lo que pueden hacer las empresas que cotizan en bolsa, quién las controla, cómo se ejerce ese control y cómo se asignan los riesgos y los beneficios de las actividades que realizan40.
El nuevo principio de la gobernanza corporativa exige maximizar la riqueza de los accionistas (Maximizing Shareholder Value o MSV), lo que significa que el objetivo prioritario perseguir por las empresas es el beneficio de los titulares de sus acciones, debiendo amoldarse a él la organización y las estrategias de actuación de la compañía. Preocuparse por los intereses de los trabajadores, de los proveedores o de otros stakeholders, no es tarea de la empresa, sino, en todo caso, de las entidades públicas, del derecho o de las asociaciones como los sindicatos. Como Milton Friedman escribió en 1970, la única responsabilidad social de las empresas es aumentar sus beneficios41. En contraposición a esta orientación exclusiva hacia los intereses de los accionistas se encontraría la gobernanza corporativa alemana que prima la orientación hacia los stakeholders42, en virtud de la cual, entre otras cosas, los trabajadores están representados en el consejo de administración de las empresas.
La implantación del MSV exige solventar un problema heredado de la etapa anterior: la separación entre la propiedad y el control de las empresas. En la época del capitalismo competitivo el dueño y el gerente de la empresa solía ser la misma persona. La situación cambia con la creación de grandes sociedades anónimas en las que los gestores son ejecutivos profesionales contratados por la empresa. Los propietarios (accionistas) de la compañía pueden carecer de mecanismos efectivos de control sobre los ejecutivos, que son quienes manejan la información y conocen el día a día de la empresa. El problema resultó ser especialmente grave en EE UU, donde el accionariado tradicionalmente se encuentra muy disperso. En Alemania, generalmente los mayores accionistas de las grandes empresas son bancos y para estas entidades resulta más fácil hacer un seguimiento del funcionamiento de la empresa que para pequeños accionistas desperdigados.
Por eso, el problema principal que debe solucionar la gobernanza corporativa de acuerdo con esta nueva filosofía es el establecimiento de mecanismos que permitan a los accionistas controlar la actuación de los ejecutivos. La MSV es una manifestación de la importancia primordial de esa cuestión43.
Para alinear la actuación de los gestores con los intereses de los accionistas, se utilizan diversas estrategias, una de las cuales se refiere a las modalidades de la retribución de aquellos. Los ingresos percibidos por los directivos pasan a depender en mayor medida de la «buena marcha» de la empresa44. Un ejemplo de estas nuevas formas de remuneración es el pago en forma de stock options un tipo de derivados que pueden otorgar el derecho de comprar acciones en el futuro al mismo precio que tienen en el presente. Obviamente, si a los ejecutivos se les remunera con estos instrumentos financieros tendrán un gran interés en que la cotización de las acciones de su empresa suba, pues cuanto más lo haga más beneficio obtendrán de la realización de sus opciones sobre acciones. Las stock options pueden representar hasta una tercera parte de la remuneración de un ejecutivo estadounidense, aunque en Europa la proporción es bastante menor (1/10). A pesar de que no hay suficiente evidencia de que estas estrategias de remuneración hayan servido para mejorar realmente la marcha de las empresas45, sí han tenido como consecuencia, paradójicamente, un drenaje de sus beneficios hacia los altos ejecutivos que ha permitido que muchos de ellos ingresaran en el «selecto» grupo del 1 % más rico de la población46, ese centil que en EE UU concentra en sus manos el 20 % de la renta nacional y casi el 40 % de la riqueza47. También han provocado un incremento espectacular de las diferencias retributivas dentro de las empresas, pues los ingresos percibidos por un gerente pueden llegar a ser 50 o 100 veces superiores al salario medio de los trabajadores del país48.
La financiarización de las empresas por medio de la gobernanza corporativa basada en la MSV conlleva convertir a los СКАЧАТЬ