La comunidad sublevada. José Bengoa
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Название: La comunidad sublevada

Автор: José Bengoa

Издательство: Bookwire

Жанр: Социология

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isbn: 9789563249156

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СКАЧАТЬ los hijos, la promesa de una movilidad social ascendente a través de la educación, vista esta como instrumento de satisfacción de las expectativas crecientes desplegadas.

      Ambos procesos conllevan una trampa. El consumo compulsivo comienza siendo un espejismo de libertad y termina en una realidad brutal de esclavitud. El pago permanente de las tarjetas de crédito es el ejemplo máximo y socorrido. Pero al mismo tiempo que muchos estratos se incorporan a esos consumos modernos, los de estratos superiores se “distinguen” consumiendo cada vez más productos, más caros y de mayor sofisticación. Como en la línea del horizonte, siempre se arrancan.

      Y en la educación ocurre algo similar. La apertura masiva, sin duda de carácter democrático, de acceso amplio a la educación superior, por ejemplo, se ve atormentada por barreras extraeducacionales. Redes de clase, modos de ser y hacer, aspectos formales ligados al sexo, fenotipo o etnicidad. Cuando mi hijo llegue a ser médico… piensa una madre… pero no sabe que en ese momento la línea imaginaria del horizonte se habrá desplazado y el joven médico sin redes de clase deberá contentarse con el trabajo en un consultorio periférico. No hay nada peor que las políticas de igualitarismo supuesto, como la educación universal, en una comunidad fragmentada como la chilena, en que las barreras sociales quitan con una mano lo que la educación supuestamente da con la otra.

      Pero, siguiendo el modelo de Davies, sin criticarlo demasiado en sus fundamentos, nos debemos preguntar qué hace que una sociedad pase de la “privación aceptada” al gap intolerable, la brecha intolerable en una traducción más próxima. Muchos deben ser estos elementos a considerar: se ha hablado de que en los últimos veinte años habría existido una mínima, pero simbólicamente eficaz, separación entre poder político y económico. Que al unirse ambos se cruzó el umbral de la tolerabilidad. De este tema tratamos más adelante. Un dato interesante de la Inspección nacional del Trabajo señala que en el primer semestre del 2011 ha habido más huelgas que en todos los veinte años anteriores. Quizá los sindicalistas que “no querían hacer olitas” se sintieron con las manos desatadas. Probablemente les ocurrió algo semejante a los estudiantes, que hasta los “pingüinos” demandaban moderadamente los cambios. Quizá los mapuches, con un grado mucho menor de integración al sistema, con más elementos de discriminación, se sintieron más libres de desplegar sus demandas sin complejos. Son hipótesis.

      Pero la cuarta derivada de este esquema “daviesiano” es justamente la educación. La masividad en el acceso a la educación contribuye a una revolución de las expectativas crecientes mucho más amplia y sobre todo fundada. Ya no se trata de satisfacer esas expectativas mediante el consumo compulsivo, ahora se trata de algo vinculado mucho más estrechamente a la cultura, a la participación ciudadana, a los sentidos sociales profundos, esto es, a la política. La masificación de la educación superior, independientemente de su calidad, es uno de los factores determinantes, ya que allí se ubica el nudo de la transformación entre privación relativa e intolerable.

      Sin duda que llama la atención el hecho de que una de las voceras de la huelga de hambre de una escuelita en Paine sea hija de una mujer temporera de la fruta. Pero al observador le llama más la atención que en su reivindicación no apareciera la demanda por mejor trabajo, mejor salario, más dignidad de los trabajadores y trabajadoras temporeras. La privación relativa de las mujeres temporeras durante las últimas tres o cuatro décadas ha estado centrada en las expectativas de que sus hijas e hijos cambien de situación mediante la educación. Hemos conocido decenas de mujeres que se “sacan realmente la mugre” cortando uva de los parronales y juntando plata para que sus hijos estudien en la universidad. En ese espacio ha costado mucho la organización y casi no la hay, hay pocas protestas colectivas; y es que es tolerable el trabajo, no porque sea de buena calidad, como creerían los empresarios, sino porque las expectativas se encuentran en otra parte, fuera del predio frutícola, fuera del propio ámbito laboral, que se percibe como un destino insoslayable. En cambio cuando esas expectativas crecientes —puestas en la educación como factor de movilidad— se ven fuertemente cuestionadas, se cruza fácilmente el fino y delgado hilo de la intolerabilidad. Yo me puedo sacar la mugre por mis hijos, para que lleguen más lejos que yo, pero si esa conclusión también es falsa, me cuestiono todo el mecanismo, incluido el trabajo en la fruta que, así, ha perdido su sentido.

      Las “condiciones objetivas y subjetivas” de los movimientos sociopolíticos obsesionaron a las izquierdas revolucionarias de todos los países y tiempos. “Llegó la hora”, apuntaban con el dedo golpeando la mesa los viejos bolcheviques. A muchos se les llegó a gastar la punta del dedo. Por tanto no es un asunto sencillo interpretar la realidad social que a uno le ha tocado en suerte vivir. Estas teorías, un tanto antropológico-culturalistas, pueden servir para entregar algunos elementos, una de tantas dimensiones de lo que vivimos. Hay sin duda otras.

      El consumo como la dimensión central del abuso

      Ya hemos visto que la medida del abuso no es principalmente a causa del trabajo, sino que se realiza en el ámbito de la distribución y el consumo. Es aquí que aparece el concepto de desigualdad como eje comprensivo.

      La historia muestra con creces que el concepto de pobreza, y más aún el de miseria, es poco movilizador. Sabemos que los grandes movimientos de este tipo han sido de carácter religioso, en cambio la distribución como eje conceptual y comprensivo discursivo es una relación altamente explosiva. Como señala Hannah Arendt, la dominación y subordinación constituyen una relación: el que gobierna debe cumplir con las promesas y así se le aceptan sus privilegios, Sin embargo, si no cumple con su promesa que lo llevó a la posición privilegiada solo queda el sentimiento de abuso.

      Hablando en términos generales, ninguna revolución es posible allí donde la autoridad del Estado se halla intacta, lo que, en las condiciones actuales, significa allí donde cabe confiar en que las Fuerzas Armadas obedezcan a las autoridades civiles. Las revoluciones no son respuestas necesarias, sino respuestas posibles a la delegación de poderes de un régimen; no la causa, sino la consecuencia del desmoronamiento de la autoridad política. En todos los lugares en los que se ha permitido que se desarrollen sin control esos procesos desintegradores, habitualmente durante un periodo prolongado de tiempo, pueden producirse revoluciones, a condición de que haya un número suficiente de gente preparada para el colapso del régimen existente y para la toma del poder.

      Hannah Arendt. “Condiciones y significado de la revolución”

      El populismo latinoamericano ha sido eficaz en servir de suavizante a la desigualdad estructural. Desde las haciendas rurales hasta los gobiernos populistas se han basado en el clientelismo, el compadrazgo, los regalos, los asados de tijerales en las construcciones, que hasta hoy son un ejemplo. Tienen todos ellos por objetivo ser una suerte de compensación de las desigualdades y construir una conciencia —por cierto falsa pero eficaz— de integración social.

      Los economistas especialmente y quienes opinan de estos asuntos (“opinólogos”) consideran que el concepto de abuso se relaciona fundamentalmente con el ingreso mínimo vital. Están, a mi modo de también opinar, totalmente equivocados. Creen además que se solucionan los problemas mediante más bonos y dineros regalados. Igualmente errados a mi modo de ver.

      El abuso es una razón entre el tener y el ser; entre el ostentar y el vivir. Cuando una sociedad se vanagloria del ostentar, por ejemplo de ser los jaguares de América Latina, no tiene alternativas, ya que se han prendido todas las luces y sobre todo las fogatas.

      La patria de los hacendados

      “La patria de los hacendados” es la que está siendo cuestionada y quizá llegando a su término, con esta rebelión sociocultural en lo fundamental, que critica las bases en que se construyó en Chile la sociedad y el Estado. Hoy por hoy, es la patria de quienes se han encerrado o atrincherado en los “faldeos cordilleranos” СКАЧАТЬ