Название: Desde la capital de la República
Автор: AAVV
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788491344094
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Aunque muchos propagandistas comunistas se adhirieron con empecinamiento a la idea de que las Brigadas Internacionales se organizaron de forma espontánea, ya durante la guerra algunos miembros del Comintern reconocieron abiertamente el papel central jugado por el CEIC.53 Pero no fue hasta finales de la década de los sesenta cuando Moscú admitió que el CEIC había tomado la decisión en septiembre de 1936 «para localizar entre los trabajadores de diferentes países voluntarios con experiencia militar y enviarlos a luchar a España».54 Por supuesto, nada de esto supone negar que en las primeras semanas de la guerra, mucho antes de que el Comintern se involucrara, llegaran espontáneamente voluntarios para luchar del lado de los leales a la República.55 Fue el Comintern, sin embargo, el que convertiría ese goteo desorganizado en un flujo bien organizado de cuadros, cuyo compromiso dejaría una profunda huella en batallas clave del primer año del conflicto. La base de entrenamiento de las Brigadas en España se estableció cerca de la ciudad de Albacete. Fue allí donde los primeros 500 voluntarios comenzaron su servicio el 14 de octubre de 1936. La fecha es significativa, sólo dos días después de que el navío soviético Komsomol llegara a Cartagena con cincuenta tanques T-26 soviéticos y sus operadores.56 Durante el curso de la guerra, al menos 35000 extranjeros pasaron por la base de Albacete en su camino al frente.57. Estos voluntarios fueron supervisados por los agentes del Comintern que operaban a las órdenes de Moscú, de forma idéntica a la del aparato asesor soviético general bajo la Operación X. Los asesores soviéticos asignados a diversas secciones de la estructura militar de la República también trabajaron invariablemente con las Brigadas Internacionales.58 Entre los episodios más peculiares de este gran drama estuvo la evacuación de tres mil niños republicanos a la URSS. Rescatados de la región vasca según el frente norte se tambaleaba hacia el colapso a mediados de 1937, los niños evacuados vivieron de forma privilegiada con comodidades inusuales, alojados en buenos orfanatos y mimados por innumerables cuidadores soviéticos.59 Los niños evacuados de una España desgarrada por la guerra a la seguridad de las ciudades y pueblos soviéticos tuvieron la suerte de estar fuera de peligro, pero el régimen estalinista también tenía mucho que ganar.60 La recepción de niños españoles en la URSS ofrecía a Moscú un tema de propaganda fácil de utilizar y con la potencialidad de ser explotado infinitamente. La llegada, recepción y cuidado de los niños españoles fue fuente de innumerables reportajes en la prensa y radio soviéticas. El valor de esta propaganda, apoyada por frecuentes apariciones públicas de los niños, así como con fotografías publicadas, no puede exagerarse. De hecho, los reportajes positivos sobre jóvenes españoles estudiando y jugando felizmente dentro de las fronteras soviéticas no fue sólo un contrapunto al pesimismo general que envolvió a la sociedad soviética durante el momento álgido del terror estalinista, sino que contribuyó fuertemente a contrarrestar un viejo pero todavía no olvidado problema que había asolado a las Repúblicas soviéticas desde principios de los años veinte hasta la primera parte de la década de los treinta: la ola de besprizorniki o «niños sin hogar», consecuencia del caos general y la dislocación provocados por la revolución, la guerra civil, el hambre y los reasentamientos forzosos.61
La entrada soviética en la guerra de España se había desarrollado de forma fragmentada y por etapas. Primero llegó la movilización del pueblo soviético en las campañas y recaudaciones de fondos humanitarias. Esto sucedió en paralelo con el envío de periodistas y realizadores cinematográficos. A ello siguió el acercamiento diplomático, que abrió el camino para el apoyo militar, iniciado a mediados de septiembre de 1936 pero que sólo comenzó a utilizarse en el frente de Madrid unas seis semanas después. La pieza que faltaba era la ofensiva cultural, que seguiría pronto en los últimos meses de 1936. La presencia de representación soviética oficial en la zona republicana había transformado el potencial local para una amplia difusión de la propaganda bolchevique y del Comintern. Desde los primeros días de su llegada, el personal diplomático de Moscú en la República funcionó como un activo y efectivo agente para la importación y distribución de todo tipo de materiales culturales y políticos soviéticos. El personal de la embajada también hizo apariciones en actos de propaganda financiados por AUS.62
Sin duda, los intercambios culturales puestos en marcha a través de la alianza bilateral funcionaron en ambas direcciones. En la Unión Soviética como resultado de la activa dirección de las autoridades estatales rápidamente todo lo español comenzó a causar furor. Una exhibición española se añadió apresuradamente al venerado Museo de la Revolución, parada obligatoria para los escolares que rendían tributo a la religión secular del marxismo leninismo. Eventos literarios y teatrales de tema español dominaron los círculos culturales en las principales ciudades de la URSS.63 Pero no todos los intercambios culturales tuvieron éxito. La difusión de la literatura soviética en España, por ejemplo, estuvo muy limitada por un completo fracaso lingüístico. De los miles de libros, carteles, películas y grabaciones que los soviéticos enviaron a la República, casi todos estaban en ruso y no servían, por ello, para objetivos de propaganda.64 En otras ocasiones, el suministro de materiales desde la URSS resultaba difícil y poco fiable. A finales de octubre de 1936, la jefa de las actividades de propaganda en Barcelona estaba desesperada y rogaba a Moscú: «La tarea ante nosotros es amplia y posiblemente imposible de realizar. Pero por favor envíenos algo de material».65
Más éxito tuvo la movilización del cine soviético. En España, la cinematografía soviética estaría inextricablemente ligada a la movilización bélica del Kremlin. Moscú envió a la República largometrajes cuya función era a la vez propagandística y comercial. En otoño de 1936 una nueva compañía, Film Popular, se organizó para supervisar la producción de noticiarios de propaganda y versiones en español de films soviéticos.66 La primera película soviética distribuida por Film Popular fue Los marinos del Kronstadt (Efim Dzigan, 1936), que se estrenó en el cine Capital de Madrid el 18 de octubre de 1936. La elección de esta película para iniciar la serie soviética se basó en cuidadosas consideraciones sobre el valor de la película para el esfuerzo bélico republicano. Situada durante la guerra civil rusa, la película cuenta la transformación de una anárquica banda de marinos en una disciplinada unidad del Ejército Rojo. Según el corresponsal de Pravda, Mikhail Koltsov, al estreno asistieron el gobierno completo, los líderes de varios partidos políticos y muchos diputados, saludados en la sala por una gran multitud que gritaba «¡Viva Rusia!». Un noticiero rodado durante el estreno captura esa excitación, con anuncios de la película colgados por toda la ciudad y una larga fila de entusiastas cinéfilos que hacían cola para verla.67 Incluso más exitosa СКАЧАТЬ