Argumentación y pragma-dialéctica. Jesús Zamora Bonilla
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Argumentación y pragma-dialéctica - Jesús Zamora Bonilla страница 36

Название: Argumentación y pragma-dialéctica

Автор: Jesús Zamora Bonilla

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия:

isbn: 9786077423348

isbn:

СКАЧАТЬ y juicios de valor (Albert, 1975). Sobre la base de que todos los puntos de vista humanos son falibles, los racionalistas críticos toman el concepto metodológico de examen crítico y lo elevan a principio guía para la solución de problemas.

      19 De acuerdo con la filosofía racionalista crítica, los dialécticos ponen gran énfasis en la consecuencia del hecho de que una proposición y su negación no pueden ser ambas aceptables al mismo tiempo. El examen de puntos de vista se identifica entonces con la detección de inconsistencias (Albert, 1975: 44).

      20 El papel del antagonista puede coincidir con el del protagonista de otro punto de vista contrario, pero eso no necesita ser el caso. Expresar dudas relativas a la aceptabilidad de un punto de vista no es necesariamente equivalente con adoptar un propio punto de vista contrario. Cuando ocurre esto último, la diferencia de opinión deja de ser “no mixta” para convertirse en “mixta” (van Eemeren y Grootendorst, 1992: 13-25).

      21 Para un análisis de cómo pueden surgir diferentes tipos de estructuras argumentales, véase Snoeck Henkemans (1992).

      22 Esta tipología se base en gran medida en Searle (1979: 1-29).

      23 Esto no significa que no puedan afectar el curso del proceso de resolución: un suspiro que indica que no está uno contento con la discusión expresa emociones que distraen la atención del proceso resolutorio.

      24 Debido a que dependen de la autoridad del hablante o escritos en el marco de un cierto contexto institucional, los declarativos pueden ocasionalmente zanjar una disputa.

      25 Esta categoría de acto verbal es introducida en van Eemeren y Grootendorst (1984: 109-110).

      26 Expresar duda puede también crear una violación potencial de la ‘preferencia por el estar de acuerdo’ que gobierna la conversación normal. Véase Heritage (1984: 265-280), Levinson (1983: 332-336) y van Eemeren, Grootendorst, Jackson y Jacobs (1993, cap. 3).

      27 Solamente en casos excepcionales, cuando el interpretar una jugada como contribución potencial al proceso resolutorio es la única opción que permite el principio de caridad, habrá lugar para aceptar una reconstrucción no fundada diciendo que se acepta “con el ánimo de seguir siendo razonables”. Véase van Eemeren y Grootendorst (2004, cap. 5).

      28 En van Eemeren y Grootendorst (1992: 49-55, 2003, cap. 4) se propone una manera de integrar las condiciones para actos verbales de Searle y las máximas conversacionales de Grice en forma de un conjunto de “reglas del uso del lenguaje”.

      29 Véase p.ej. Jackson y Jacobs (1980) así como Jacobs y Jackson (1981, 1982, 1983).

      30 Para un breve panorama de los varios acercamientos al análisis del discurso y su base empírica, véase van Eemeren, Grootendorst, Jackson y Jacobs (1993: 50-59).

      31 Incluso un discurso que es claramente argumentativo no corresponderá en muchos respectos al modelo ideal de discusión crítica, o al menos no directa ni completamente.

      32 A un nivel introductorio estos términos y conceptos se explican en van Eemeren, Grootendorst y Snoeck Henkemans (2002). Véase también van Eemeren and Grootendorst (1992) y van Eemeren (ed., 2001).

      33 Para el análisis de premisas inexpresas véase van Eemeren y Grootendorst (1992: 60-72).

      34 Para una discusión de las estructuras de la argumentación, véase van Eemeren y Grootendorst (1992: 73-89).

      35 Para una discusión de los esquemas argumentales véase van Eemeren y Grootendorst (1992: 94-102).

      36 La manera implícita y poco clara en la que las varias etapas de una discusión crítica a menudo aparecen en el discurso argumentativo, distorsionadas y acompañadas de distractores, no debe suscitar la conclusión prematura de que el discurso es deficiente o la conclusión superficial de que el modelo ideal de la discusión crítica no es realista. Lo primero se ve contradicho por lo que la pragmática nos enseña sobre el discurso ordinario, lo segundo por las enseñanzas dialécticas relativas a la resolución de diferencias de opinión. Véase van Eemeren y Grootendorst (1984, cap. 4; 1992, cap. 5) así como van Eemeren, Grootendorst, Jackson y Jacobs (1993, cap. 3).

      37 Véase van Eemeren, Grootendorst, Jackson y Jacobs (1993, cap. 4).

      38 Las dos transformaciones se distinguen por su grado de “convencionalización”. La pregunta retórica está como tal altamente convencionalizada mientras que lo indirecto de la propuesta no lo está. Solamente en un contexto bien definido podemos detectar fácilmente el modo indrecto de hablar e interpretarlo correctamente. Véase van Eemeren y Grootendorst (1992: 56-59).

      39 Si vemos las reglas del procedimiento pragma-dialéctico de discusión como condiciones de primer orden para tener una discusión crítica, entonces podemos ver las condiciones internas propias a una actitud razonable de discusión como condiciones de “segundo orden” y relativas al estado mental en que asumimos se encuentran los que discuten. En la práctica, la libertad de las personas para satisfacer las condiciones de segundo orden se ven a veces limitadas por factores psicológicos fuera de su control, tales como la inhibición de las propias emociones o la presión que ejercen otras personas. Existen también condiciones externas, “de tercer orden” que necesitan cumplirse para poder llevar a cabo propiamente una discusión crítica. Ellas tienen que ver con las circunstancias sociales en las que tiene lugar la discusión, lo cual a su vez tiene que ver, por ejemplo, con las relaciones de poder o autoridad que existan entre los participantes [uno es jefe y el otro empleado, uno es tutor y el otro estudiante] o bien con características especiales de la situación en que se da la discusión [hace mucho ruido o mucho calor, las personas tienen prisa, etc.]. Las condiciones de segundo y tercer orden para la conducción de una discusión crítica en el sentido ideal son condiciones de orden superior para resolver diferencias de opinión. Solamente si se satisfacen estas condiciones puede realizarse plenamente el ideal de razonabilidad crítica.

      40 Una versión mejorada de las reglas pragma-dialécticas para la discusión crítica se encuentra en van Eemeren y Grootendorst (2003, cap. 6).

      СКАЧАТЬ