El orgullo de una Campbell. Edith Anne Stewart
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Название: El orgullo de una Campbell

Автор: Edith Anne Stewart

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия:

isbn: 9788417474935

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СКАЧАТЬ a encontrarnos con seguidores del rey Jorge.

      —Soy consciente.

      Se dirigieron al edificio que representaba la máxima autoridad en Inverness. A la entrada un hombre los detuvo impidiéndoles el paso.

      —¿Qué quieren?

      —Verá, acabamos de llegar de la capital y estamos buscando una casa para establecernos aquí en la ciudad. Disculpe, soy el doctor Arthur Munro y este mi ayudante Ferguson Munro. Como le comentaba, desearíamos establecernos aquí en Inverness.

      —¿Sois médico? —le hombre entrecerró los ojos y lo recorrió de pies a cabeza, no sin cierto toque de desconfianza.

      —Eso he dicho, señor. Y este es mi ayudante. El doctor Ferguson.

      —Tanto gusto, señor —dijo este con un leve movimiento de cabeza.

      Durante unos segundos el hombre le sostuvo la mirada y escrutó el rostro de Arthur como si estuviera buscando algún rasgo en concreto. Este se mantuvo sereno en todo momento.

      —Esperad un momento aquí.

      —Sí, por supuesto.

      Vieron alejarse al hombre y desaparecer detrás de una puerta a la que llamó antes de entrar.

      —¿Qué opinas? —le preguntó Ferguson.

      —Por el momento nos conviene estar tranquilos y no mostrarnos ansiosos por establecernos. Podríamos cometer un error fatal. Escucha, diremos que venimos de la capital. No haremos referencia alguna al tiempo que hemos pasado en Francia por lo que esto significaría —le recordó bajando la voz no fuera a ser que el hombre volviera y los escuchara.

      —Entiendo. Podrían asociarnos al príncipe.

      La puerta se abrió y el hombre que los había recibido regresó acompañado de otro caballero vestido de manera elegante. Alto, estirado y con una mirada interrogadora en todo momento. Tenía el pelo oscuro y unas prominentes patillas que le surcaban casi todo el rostro.

      —Estos son los dos caballeros de los que le hablé, señor.

      Este frunció el ceño y asintió balanceándose con las manos a la espalda.

      —Soy la máxima autoridad en Inverness por la gracia de su majestad el rey Jorge. Me llamo Trevelyan, caballeros. Mi secretario dice que es usted es médico. Y que ha venido buscando establecerse en esta región de las Tierras Altas.

      —Sí señor. Soy Arthur Munro.

      —Y el caballero que os acompaña es…

      —Mi ayudante. El señor Ferguson Munro.

      —Bien. Si son tan amables de pasar a mi despacho. Trataremos este asunto en privado —les pidió cediéndoles el paso con el brazo extendido—. No me molestes hasta que los caballeros se hayan marchado.

      —Como ordenéis.

      Una vez en el interior del despacho, Trevelyan les indicó que se sentaran.

      Arthur se fijó en la sobriedad del lugar. A penas si contaba con mobiliario y comodidades. Pero era algo esperado después de la guerra. A pocas leguas estaba el páramo de Culloden, donde el sueño jacobita había encontrado su fin.

      —Bien, señor…

      —Munro —le dijo haciendo alusión a uno de los clanes que habían apoyado al gobierno de Londres en la rebelión.

      —Bien, señor Munro…

      —Si no le importa prefiero Arthur.

      —Como guste. Así que es usted doctor.

      —Exacto. Cirujano más bien.

      —¿De dónde viene?

      —Venimos de la capital.

      —¿De Edimburgo? —Aquel dato no pasó desapercibido para el tal Trevelyan que se recostó contra el respaldo de su silla, entrelazó sus manos en su regazo y miró con atención a aquellos dos hombres.

      —Tengo los documentos que lo acreditan, si tiene alguna duda —Arthur extrajo un legajo de papeles de cuando estuvo ejerciendo como médico en la capital escocesa. Años antes de que estallara la rebelión. Luego, se adscribió al ejército del príncipe como médico. De igual modo le mostró los documentos de sus estudios de medicina realizados en la universidad de Oxford.

      Trevelyan no vaciló en cogerlos y echarles un vistazo no fuera a ser un impostor. Después de la rebelión de los Estuardo uno no podía fiarse de nada ni de nadie. Muchos jacobitas intentaban hacerse pasar por leales seguidores a la corona. Y cosas por el estilo.

      Arthur y Ferguson contemplaron como los revisaba y al final asentía.

      —Todo parece en orden. ¿Puedo saber por qué habéis venido desde la capital a esta región?

      —Buscamos un cambio.

      —Ya. Pero, imagino que el trabajo no os faltaría en Edimburgo. Y más con vuestra formación en Oxford, la primera universidad fundada en Inglaterra.

      —Cierto. La población es superior a Inverness, pero también la proliferación de médicos.

      —Entiendo. Bien, pero sabed que tendréis que desplazaros por la región. Esto no es la capital. Como supondréis.

      —Sí señor. No es problema. Necesitamos un cambio después de estos últimos años tan turbulentos en la capital de la nación.

      —Entiendo. La rebelión no ha dejado a nadie indiferente. ¿Cómo marchan las cosas por allí?

      —Mejor de lo esperado. Debo decir que fue bastante turbulento el momento en el que los jacobitas la tomaron. Pero todo se normalizó cuando este y su seguidores siguieron su camino.

      —¿Es cierto el príncipe Estuardo estuvo allí?

      —Oh, sí señor. Se alojó en el palacio de Holyrood. Luego, como le decía, prosiguió su camino hacia el sur del país.

      Hubo un momento de calma en el que los tres hombres parecían estarse estudiando. En especial Trevelyan. No apartaba su atención de los dos recién llegados. Por fin asintió, resopló y se incorporó apoyando los antebrazos en la mesa.

      —Bien, debo decir que todos estamos de enhorabuena —comentó este con una sonrisa—. Nuestro anterior doctor lo ha dejado hace poco. Y tanto la ciudad como los alrededores necesitan un nuevo médico. Y parece ser que la fortuna nos sonríe a ambos, como le decía. No tendré necesidad de buscar uno, sino que este ha venido a mí —sonrió ante este comentario.

      —Es toda una casualidad.

      —Sin duda, sin duda. Pueden establecerse en la casa que ocupaba el anterior doctor. También le servía de consulta. Se encuentra a las afueras de Inverness, pero no muy lejos. Se puede llegar dando un paseo. Pediré a Rockford que los acompañe para que se instalen y vean lo que necesitan. Supongo que tendréis que poneros al día con los pacientes del doctor McGillvrai.

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