El orgullo de una Campbell. Edith Anne Stewart
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Название: El orgullo de una Campbell

Автор: Edith Anne Stewart

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия:

isbn: 9788417474935

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СКАЧАТЬ tenido algún contratiempo con Amy? Os vi charlando en el salón cuando bajé después de ver a Brenna y a la niña. Y luego me la he encontrado con un gesto taciturno e incluso algo malhumorada. Creí entender que murmuraba algo en relación a vos.

      Arthur sonrió ante aquella cuestión. No sabía si era la pregunta en sí o el tono que Colin había empleado. Un toque irónico.

      —Oh, bien. Es una joven que parece tener las cosas muy claras desde el principio. He tenido un par de conversaciones con ella, pero nada fuera de lo común. Hablamos de cómo se encontraban su hermana y su sobrina. Y de qué me quedaría a pasar la noche en el castillo.

      —Tened cuidado con su carácter, ya os aviso. La padecí en un principio. Cuando Brenna descubrió a qué clan pertenecía por el color de mi tartán. Pero no le hagáis mucho caso. Aunque parezca muy dura y muy fría en ocasiones… —Colin tuvo que detener sus explicaciones sobre su cuñada cuando la vio dirigirse hacia ellos tres.

      Amy frunció el ceño contrariada por ver a Colin callarse y por la llegada de un nuevo visitante a Cawdor.

      —Estás aquí.

      —¿Por qué te has callado cuando me has visto? Puedes seguir hablando de lo que fuera sin que mi presencia te lo impida. E incluso si te referías a mí.

      Arthur sonrió al volver a percibir la ironía de la que hacía gala la joven Campbell. Siguió contemplándola en silencio sin que ella pareciera darse por aludida. Todo le indicaba que poseía el carácter fuerte que había llevado a su clan a ser el más importante de la nación; o al menos uno de los dos más relevantes, sin contaba con el clan al que pertenecía su cuñado, los McGregor.

      —Podrías unirte a la charla, si lo ves necesario. Por cierto, antes de que se me pase. Este es Ferguson, el ayudante del doctor a quién ya conoces. Ella es mi cuñada, Amy —dijo haciendo la presentación.

      —Tanto gusto señor.

      —Señorita Campbell —Ferguson hizo una leve reverencia acompañada de una tímida sonrisa.

      —A Arthur ya lo conoces —hizo una señal con su mano hacia este llamándolo por su nombre y no haciendo referencia a su profesión. Como una señal de camaradería. No en vano, ambos habían combatido bajo la bandera de los Estuardo.

      Amy desvió su atención hacia este con una mezcla de seguridad y curiosidad. Se quedó contemplándolo unos segundos en los que la manera en la que él le devolvía la mirada la obligó a inspirar de manera profunda. Se agitó de una forma desconocida por ella, ya que no eran nervios ni rabia lo que había experimentado. Si no algo diferente que le había acelerado el pulso.

      —La joven Campbell y yo hemos tenido la oportunidad de conocernos y de charlar en un par de encuentros. Breves pero muy enriquecedores, como os comentaba antes de que ella apareciera —dijo él sonriendo hacia esta de manera divertida. Había sido una verdadera lástima que ella hubiera aparecido en el momento justo en el que su cuñado la estaba describiendo.

      —Sí. Es cierto. Bien, supongo que el señor Ferguson permanecerá en Cawdor esta noche —dedujo mirando a Colin en busca de una aclaración.

      —Ferguson, ¿sabes que la joven Campbell se convirtió en mi ayudante durante el parto de su hermana?

      —¿Y qué os ha parecido la experiencia?

      Amy se sintió el centro de atención de los tres hombres y el calor inundó su cuerpo de manera tan inesperada como irremediable.

      —Creo que tampoco ha sido para tanto —dijo mirando a este antes que volver su atención hacia el doctor. No quería ponerse nerviosa como segundos antes.

      —Se ha desenvuelto a las mil maravillas. Incluso le pedí que, ya que ella había insistido en que me quedara, que ella volviera a echarme una mano si fuera necesario durante la madrugada.

      Ferguson miró a la muchacha con sorpresa y diversión. No le cabía la menor duda de que Arthur quería ponerla en un aprieto. Que se estaba divirtiendo a su costa. ¿Qué había sucedido durante el tiempo que su amigo había permanecido en Cawdor? Y no se estaba refiriendo al parto, si no a esas conversaciones entre ellos a las que Colin McGregor había hecho referencia antes.

      —Pero ya tenéis a vuestro ayudante aquí —dijo señalándolo—. Sin duda que él está más acostumbrado que yo.

      —Cierto. Una verdadera lástima —aseguró chasqueando la lengua decepcionado, pero irónico a la vez lo cual encendió el rostro de la joven Amy.

      —En fin, diré que preparen una habitación para él.

      —Por mí no os preocupéis…

      —Insisto en ello. ¿No tendréis pensado regresar a Inverness? —preguntó fingiendo sentirse dolida, si por casualidad se le ocurría hacerlo.

      —Creo que debéis quedaros o Amy se lo tomaría a mal —aseguró mirándola de nuevo para contemplar el gesto de sorpresa y cierto sarcasmo—. Además, el clan Campbell es muy hospitalario.

      —En ese caso… De ese modo Arthur no os despertará en mitad de la noche para que le echéis una mano.

      —Bueno… No creo que fuera un problema. Tengo el sueño ligero. Pero ya que estáis vos aquí…

      Arthur creyó percibir cierto alivio en el gesto de ella cuando Ferguson accedió a quedarse en Cawdor.

      —En ese caso iré a la cocina a decir que preparen más comida. Si me disculpáis.

      Los tres la vieron alejarse de regreso al interior del castillo.

      —Una muchacha encantadora —comentó Ferguson mirando a sus dos interlocutores.

      —No os fieis de Amy. La sangre de los Campbell corre por sus venas —reiteró Colin abriendo sus ojos en señal de advertencia.

      Arthur no hizo ningún comentario al respecto y prefirió guardarse su opinión sobre ella. Pero ya había tenido la oportunidad de verla.

      —Os quedaréis a pasar la noche junto a vuestro amigo. Hay sitio de sobra en Cawdor —le aseguró Colin.

      —De ese modo evitaré que Arthur moleste a la joven Amy —se mofó Ferguson percibiendo cierta curiosidad en este con respecto a la joven Campbell.

      —No tenía la más remota intención de hacerlo. ¿Cómo puedes si quiera pensarlo? Solo pretendía ponerla en un aprieto.

      —¿Todavía os escuece que os dijera que sois algo joven para desempeñar la medicina? —le recordó Colin con una sonrisa cínica.

      Arthur apretó los labios y contuvo la sonrisa que ese recuerdo le provocaba. Algo que Ferguson desconocía.

      —¿Te dijo eso? —le preguntó este mirándolo confuso por ello.

      —Sí. Es lo primero que me dijo al verme entrar y reconocer a su hermana Brenna. Y no, no le guardo rencor alguno por ello. Ni mucho menos.

      —Deberéis acostumbraros a sus mordaces comentarios si vais a estar por aquí algún tiempo —le aconsejó Colin con total naturalidad—. Es su carácter.

      —Si СКАЧАТЬ