El orgullo de una Campbell. Edith Anne Stewart
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El orgullo de una Campbell - Edith Anne Stewart страница 11

Название: El orgullo de una Campbell

Автор: Edith Anne Stewart

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия:

isbn: 9788417474935

isbn:

СКАЧАТЬ sí.

      —¿Por qué lo habéis hecho? ¿Y quién os dado permiso para ponerme una mano encima? Soy una Campbell —le refirió orgullosa de serlo en todo momento. Lo desafió no solo con la mirada, sino con el mentón elevado una vez más.

      Arthur se fijó en ella con inusitada atención. El cabello le caía en ondas sobre los hombros y el rostro otorgándole un aspecto genuino y exquisito. No entendía por qué diablos se estaba fijando en ella de aquella forma. Pero debía admitir que durante los años que había permanecido en Francia, no había conocido a una muchacha tan impetuosa y locuaz como ella.

      —Bueno, lo he hecho porque de este modo ambos estamos al mismo nivel para conversar. Y soy consciente de que me encuentro en la residencia y los dominios del clan Campbell. No hace falta que me recordéis a cada momento quién sois —le dijo con una sonrisa divertida cruzando sus brazos perdido en aquella mirada luminosa llena de rabia y desconcierto.

      —Temo que sois incorregible. Estoy pensándome si he hecho bien en pedirle a Colin que os quedéis esta noche.

      —Pero… fuisteis vos la que me lo pidió primero —le recordó observando como ella abría la boca para rebatirlo, sin duda, pero la cerró al comprender que no le estaba diciendo nada que no fuera real—. ¿Y qué me decís de vuestra hermana y vuestra sobrina? ¿No iréis a decirme que esta pequeña confusión os ha hecho cambiar de parecer? No estáis lastimada por mi ímpetu al bajar el escalón. De haberos hecho algo, no olvidéis que soy médico. No obstante, si no hubieseis estado tan cerca de mí…

      —No intentéis confundirme —Amy esgrimió un dedo de manera amenazante ante el rostro de él. Pero al momento se sintió turbada por el hoyuelo, que se le formaba en las comisuras de los labios cuando sonreía—. Os habéis abalanzado sobre mí.

      —Nada más lejos de la realidad —Arthur levantó la mirada por encima de ella cuando percibió la presencia de alguien en lo alto de las escaleras, y se apresuró a hacer una señal a Amy—. Creo que estamos entorpeciendo el paso.

      Esta se volvió para encontrarse con Audrey y su gesto pícaro. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? ¿Qué había visto y escuchado? No pudo evitar preguntarse cuando se apartó para dejarla pasar.

      —Voy a la cocina a pedir que hagan caldo para Brenna, como me habéis pedido, doctor.

      Los dos la dejaron pasar delante de ellos y antes de que Arthur le dijera nada, Amy se dirigió a esta.

      —Espérame Audrey. Yo también iba a la cocina.

      —¿Ibais? Pensaba que veníais de allí cuando os he visto deteneros al pie de la escalera y mirarme como si fuerais a preguntarme algo —le refirió Arthur de manera socarrona.

      Amy apretó los labios y agarró su falda entre sus dedos para elevarla y bajar el escalón de la discordia entre ellos. Le sostuvo la mirada en todo momento a Arthur cuando pasó por delante de él. No pretendía si quiera mirarlo, pero su orgullo era más fuerte que su voluntad y no pudo evitar pararse y centrar su atención en él. Su cuerpo se rozó de manera involuntaria contra el de él antes de apartarse.

      —Tened cuidado no tropecéis. Podríais lastimaros un tobillo —le recordó con sorna mientras no podía dejar de contemplar su belleza.

      —No creo que eso suceda mientras no os mováis del sitio —sonrió convencida de que de nuevo ella volvía a ganar—. Ah, y antes de que se me olvide.

      —Decidme —se quedó contemplándola con inusitado interés por lo que tuviera que añadir

      —O recuerdo que no me habéis asustado antes cuando os vinisteis contra mí.

      —Me alegra saberlo. Y no era mi intención.

      —Hace falta mucho más para asustar a una Campbell —sonrió con ironía y picardía consciente de que volvía a quedar por encima de él. Pero al momento siguiente su sonrisa se transformó en un ligero aleteo en su pecho al mismo tiempo que el calor de minutos antes regresaba, si es que, en algún momento, mientras estuvo con Arthur, se había marchado.

      Él sacudió la cabeza y resopló siguiéndola con su mirada. Lo tendría en cuenta para futuras situaciones porque estaba seguro de que estas se sucederían antes y después de abandonar Cawdor. Decidió que era un buen momento para salir del castillo y ver si Ferguson llegaba acompañando a Malcom. Deseaba que su amigo lo hiciera porque estaba convencido de que su compañía le haría más que bien para quitarse de la cabeza a la señorita Campbell.

      Audrey no quitó ojo a la joven Amy desde el instante en que entró en la cocina. Esta pretendía pasar desapercibida para no tener que responder a incómodas preguntas. Por ese motivo se movía aquí y allá sin prestar atención a nada en particular. Estar allí era una excusa para no tener que permanecer más tiempo con el doctor, y sus mordaces comentarios.

      —¿Te sucede algo, pequeña?

      La voz de Audrey hizo que el tarro de especias que Amy tenía en su mano estuviera a punto de precipitarse al suelo.

      —¿Qué te ha dicho el doctor? —le preguntó para distraer la atención de ella.

      —¿Lo preguntas por la sopa? —Audrey le lanzó una mirada de curiosidad—. Que Brenna debe comenzar a comer un poco. ¿Y tú qué hacías en las escaleras?

      La sirvienta no pudo evitar hacerle la pregunta, pero desvió su atención de la pequeña Campbell a la sopa para indicarle a la cocinera que echara algo más de agua.

      —Oh, nada en particular.

      —Pues para no ser nada se te veía bastante alterada. Como estuvieras discutiendo con él.

      —Es que… casi me caigo por su culpa —le dijo de pasada, agitando una mano como si no le diera importancia.

      —Por suerte es médico. De haberte sucedido algo en la caída, él te habría dicho qué hacer —Audrey le lanzó una mirada muy significativa.

      —Sí, eso es cierto. Pero…

      —¿Qué opinión te merece?

      —¿Quién…?

      —Arthur. El doctor.

      —Ah… —Amy se mordió el labio pensando en lo que le parecía. No insistiría en el tema de su edad. Pensó en su manera de contemplarla a través de sus anteojos. Su sonrisa pícara, el hoyuelo, su aspecto…—. No sé. No lo he tratado lo suficiente como para decirte algo.

      —Me parece un hombre que sabe lo que hace.

      —Ha estudiado para ello. Solo faltaría que no supiera cómo tratar a sus pacientes—Amy permaneció con la boca abierta mirando a Audrey.

      —Eso lo doy por sentado. Me estoy refiriendo a que sabe por dónde se anda. No vacila a la hora de tomar una decisión. ¿Te diste cuenta que pese a ser su primer parto, no dudó un solo instante? Dio las órdenes precisas para atender a tu hermana.

      La joven Campbell frunció el ceño recordando esa escena en la habitación de Brenna. Audrey tenía toda la razón. No lo había visto vacilar en ningún momento. Sin duda que poseía la determinación y el aplomo suficiente para enfrentarse a una situación nueva y desconocida.

СКАЧАТЬ