El Plan de la República para derrotar al Kirchnerismo. Ernesto Castellote
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СКАЧАТЬ porque las propias marchas nacían como un grito y una acción desesperada que a la vez lograban la concientización del otro.

      No fue tan bueno convertirla en una extensión de la campaña partidaria de Juntos por el Cambio, pero de igual modo los resultados fueron extraordinarios, siempre repito, para el tiempo que restaba.

      Y considero toda esta introducción necesaria para demostrar por qué el 2020 me dio la razón.

      He promovido y participado de cada marcha que hubo desde la asunción de Alberto Fernández, y ya con la derrota consumada de nuestro lado republicano, los cuáles sucedieron muy pocos meses después, primero como cacerolazos desde los balcones y ventanas desde las casas hasta salir en manifestaciones masivas como la del 20 de Junio, 9 de Julio, 17 de Agosto y 12 de Octubre, y absolutamente a nadie se le ocurrió llevar a la plaza la marca comercial creada por la campaña de Cambiemos.

      Mas allá del uso que algunos dirigentes nacionales han intentado darles a las últimas manifestaciones mencionadas, ni siquiera los partidarios del PRO llevaban logos del SÍ SE PUEDE.

      LOS BANDERAZOS SON PATRIMONIO DE UNA ARGENTINA INDEPENDIENTE, NO PARTIDARIA.

      LOS BANDERAZOS SON ESENCIA DE UN PUEBLO QUE RUGE POR ENCIMA DE UNA COYUNTURA POLÍTICA, PORQUE RECLAMA EL SALVATAJE DE LA NACIÓN EN SU PROPIA HISTORIA, PARA LA POSTERIDAD.

      Los banderazos se nutren de los colores celeste y blanco por naturaleza, nadie lo impuso, nadie lo promovió jamás, y a nadie se le ocurrió sonrojarse por salir de casa en dirección a la plaza con la bandera colgada a los hombros y sostenidas desde las ventanas de los autos, todo lo contrario, las bocinas se desgargantan sin importar el rendimiento de la batería del vehículo.

      En este 2020 de tanto dolor para nuestro país y el mundo, muchos argentinos hemos tenido un lugar y un día y hora de sentir orgullo y alegría de nuevo, y ha sucedido en las plazas y paseos públicos donde nos hemos reunido con el claro objetivo de advertir al gobierno proto-chavista de los Fernández de que la barrera de carne y hueso que debían franquear para llevarse puesta la Nación estaba allí, de pie ante el mundo. Por eso ese triste comediante llamado Dady Brieva transparentó su deseo de “meterse en la 9 de Julio con un camión y jugar al bowling” con sus propios hermanos argentinos, si es que a él le cabe la naturaleza humana.

      Los banderazos han sido, sí, marchas de protestas, pero han sido una evolución de los cacerolazos, que sólo eran reclamos. Los banderazos se han vivido, indiscutiblemente como encuentros con el otro con alegría y recuperación del orgullo nacional.

      Si hubo una corporización real de los límites que tuvo el gobierno durante todo 2020 fueron justamente los banderazos.

      Ningún otro poder o resorte del Estado resultó tan efectivo en detener el avance escandaloso sobre las libertades individuales y las instituciones de la República por parte del gobierno, como lo fueron los propios banderazos.

      Constituyeron la pérdida misma -y definitiva- de la calle por parte del peronismo, en sus más de 75 años de historia.

      Resultó insoportable por momentos la presión que ejercía el gobierno sobre medios de prensa para obligarlos a tapar o llevar al mínimo nivel la cobertura de los mismos.

      No pudieron hacer nada.

      Las marchas del 17 de Agosto y 12 de Octubre fueron de una masividad tal que no sólo ocuparon las principales portadas de los diarios y medios de prensa en todo el país, sino que también los hicieron medios internacionales. Muchos comenzaron a preguntarse qué es lo que está pasando realmente en Argentina.

      ¿Alguien en su sano juicio imagina el resultado que hubiera tenido la Reforma Judicial, si no hubieran existido los banderazos? ¿Y respecto de la expropiación de Vicentín? ¿Y la liberación masiva de presos?

      La catastrófica malversación de las vacunas habría sido un carnaval obsceno sino hubiera argentinos tan dispuestos a tomar las calles en todo el país.

      Sin ninguna duda habrá nuevos banderazos en 2021, la lógica indica que las fechas patrias por venir volverán a ser fechas de banderazos “per se”. Estoy seguro de que la gente que fue parte de los banderazos se comprometerá en este plan de acción nacional para derrotar por nuestros propios medios a la nefasta organización que nos gobierna.

      ¿Alguien duda de que el próximo 25 de mayo, el 9 de julio, el 20 de junio, el 17 de agosto y el 12 de octubre no volverá la “Argentina republicana” a las calles para hacer temblar la tierra?

      Extraordinario sería que banderazos de este año sumen muchos miles de adherentes a esta iniciativa.

      Lo prioritario, lo indispensable, lo crucial, será infligirles una derrota tan contundente, que caiga como espada de Damocles sobre su futuro y expectativas.

      Pocos saben sobre la cobertura internacional que llegaron a tener nuestros banderazos durante 2020.

      Gran parte del mundo los vio. Es importante que ahora le mostremos al mundo cual era el sentido medular de los banderazos, ya que sino derrotamos al narco-comunismo, de nada habrá servido todo lo hecho.

       QUÉ DEBEMOS ESPERAR

      Entendamos que este plan primero debe enfrentar la inmensa desazón que durante mucho tiempo se nos fue volviendo crónica.

      No va a ser fácil generar entusiasmo, no va a ser fácil activar a miles de argentinos, pero al menos yo estoy preparado. Y también sé que muchos lo van a estar.

      Los que estemos dispuestos y activados, empezaremos por enfrentar el NINGUNEO.

      El NINGUNEO es un lunfardo, bien nuestro para determinar la indiferencia como condena junto a pequeñas dosis de desprecio y sorna, con que la política suele destratar a iniciativas o personas que asumen “el irrespeto y el descaro” de generar nuevas alternativas o de al menos buscar una salida a esa caída sin atenuantes que lleva nuestro pueblo en todos los aspectos que se considere.

      El NINGUNEO no es ni será exclusivo del oficialismo, que sin ningún lugar a dudas nos recibirá con él.

      También lo utilizará una parte del establishment de actuales opositores, paradójicamente, en muchos casos, para los mismos que haremos campaña, que ven al movimiento republicano como una verdadera amenaza.

      No debemos preocuparnos demasiado por ellos, si algo tienen y han tenido es una falta flagrante de creatividad y solo apelarán por millonésima vez al ninguneo, ya que es una de las míseras piedras de salvación que, creen, supieron conseguir.

      El “síndrome del partido chico” caracterizó a una gestión de gobierno, donde no alcanzaron 4 años para entender que había espacio para miles de hombres y mujeres que habían sido parte genuina del triunfo de la República por sobre la tiranía kirchnerista.

      Creyeron, muy a lo básico, que esos hombres y mujeres sólo buscaban cargos.

      Con miopía cerraron un gobierno para unos pocos, los menos posibles, y así condujeron el país, con grave deficiencia para construir empatía con el núcleo movilizado que los llevó al poder, el mismo que vivió esos 4 años profundamente enraizado en la mitad argentina que los eligió.

      Así que el NINGUNEO va a ser la primera fase de la respuesta que debemos esperar.

      El poder político, y una parte del establishment opositor, empezarán por tratar de convencernos СКАЧАТЬ