Gabriela de Laperrière de Coni. Graciela Tejero Coni
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СКАЧАТЬ y lucharon hasta que las rodearon. Algunas escaparon al Boulevard Magenta, donde todas murieron luchando.

      Las revolucionarias en la Comuna adquirieron importancia como feministas, pertenecientes a la clase obrera delineando el que sería “fe­minismo clasista” reivindicado luego en el Río de la Plata por Gabriela y su principal discípula, la joven socialista Carolina Muzzilli.

      Represión y restauración burguesa

      El 21 de mayo una puerta en la parte occidental de las murallas de París fue forzada y comenzó la reconquista de la ciudad por parte de las tropas de Versalles.

      Durante el asalto, las tropas del gobierno fueron responsables de la matanza de ciudadanos desarmados: se disparó a los prisioneros y las ejecuciones múltiples fueron algo común.

      El 27 de mayo una multitud asedió y asesinó a 50 rehenes, varios de ellos sacerdotes, que habían sido retenidos por la Comuna. La resisten­cia más acérrima continuó durante ocho días de combates callejeros.

      Después de la derrota militar de la Comuna de París de 1871, las fuerzas conservadoras y reaccionarias, ante la imposibilidad de eli­minar este ejemplo heroico que demuestra la posibilidad de destruc­ción del orden burgués, difundieron una gran campaña de calumnias contra el proletariado, los socialistas, comunistas y en particular con­tra la I Internacional.

      Las tropas gubernamentales ejecutaron de manera sumaria a cien­tos de mujeres sospechadas de ser pétroleuses. Algunas fuentes ha­cen referencia a les pétroleuses, incendiarias, que prendieron fuego a edificios públicos durante la Semaine Sanglante (Semana sangrienta) frente a la derrota de la Comuna. Con profundo odio de clase y anti­feminismo patriarcal se sometió a 1.051 mujeres a consejos de guerra, realizados entre agosto de 1871 y enero de 1873: a ocho se las senten­ció a muerte, a nueve a trabajos forzados y a 36 a su deportación a co­lonias penitenciarias.

      París estuvo bajo la ley marcial durante los siguientes cinco años y Gabriela, por entonces, ya una joven sensible sufrió en su ánimo las consecuencias. Unas 7000 personas fueron desterradas a Nueva Caledonia. Para algunos centenares de presos, entre ellos mujeres, recién hubo una amnistía en 1889 cuando Gabriela, maestra normal y periodista influida por las experiencias francesas, casada y madre ya llevaba algunos años en Buenos Aires.

      Socialismo y feminismo: sus dos grandes referencias

      La Comuna fue derrotada, y cada clase hizo su balance sacando enseñanzas de lo vivido. Y como no podía ser de otro modo, las ideo­logías de clase, también dividieron a las mujeres entre quienes des­de un enfoque feminista burgués concibieron la emancipación de las mujeres solo como la desaparición de la desigualdad ante la ley (su­fragismo, derechos civiles, etc.) y quienes desde el feminismo prole­tario guiaron sus luchas para ir mucho más lejos: la liberación de las mujeres de toda explotación y opresión.

      Esta última opción es la que tomó Gabriela conmovida por los ecos de los sucesos de París y el acceso a la lectura de las que fueron sus grandes referencias: Flora Tristán (1803 -1844) y George Sand (1804­1876). Ellas dejaron su impronta en la vida más íntima de Gabriela como en su compromiso social y político.

      Gabriela aprendió de Flora Tristán que la situación de las mujeres se deriva de la aceptación del falso principio que afirma la inferioridad de la naturaleza de la mujer respecto a la del varón. Este discurso ideoló­gico hecho desde la ley, la ciencia y la iglesia marginó a las mujeres de la educación y las destinó a ser oprimidas por los varones. Flora Tristán imprimió a su feminismo un giro de clase social, que en el futuro daría lugar al feminismo marxista, antecedente de nuestro “feminismo cla­sista” perfilado por Gabriela de Laperrière, pues analizó que negar la educación a las mujeres está en relación con su explotación económi­ca: las niñas no son enviadas a la escuela “porque se les saca mejor partido en las tareas de la casa, ya sea para acunar a los niños, hacer recados, cuidar la comida, etc...”, y luego “A los doce años se la coloca de aprendi­za: allí continúa siendo explotada por la patrona y a menudo también maltratada como cuando estaba en casa de sus padres.”

      Como buena “socialista utópica”, confiaba enormemente en el po­der de la educación, y como feminista reclamaba la educación de las mujeres; además, sostenía que de la educación racional de las mu­jeres dependía la emancipación de los varones.

      Flora СКАЧАТЬ