Seis rojos meses en Rusia. Louise Stevens Bryant
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Seis rojos meses en Rusia - Louise Stevens Bryant страница 10

Название: Seis rojos meses en Rusia

Автор: Louise Stevens Bryant

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Biblioteca 8 de marzo

isbn: 9789874039422

isbn:

СКАЧАТЬ co­rriendo al Palacio de Invierno y dijo a Kerenski que no se atreviera a ignorar la voluntad del Congreso, que sin la sanción de éste la formación de tal gabinete condu­ciría directamente a una guerra civil.

      En la mañana siguiente Kerenski compareció ante el presidium y amenazó con renunciar; pintó un cuadro tan trágico de la situación del país, que el presidium volvió al Congreso con una resolución para constituir inmediatamente el pre-parlamento, con plenos pode­res para autorizar la constitución de un gobierno de coalición, si se considerase necesario, y admitir en sus propias filas a representantes de la burguesía en forma proporcional a sus representantes en el gabinete.

      Tsereteli, Dan, Lieber, Gotz y otros políticos que apo­yaban al gobierno provisional, hablaron una y otra vez en favor de la medida. Lunarcharski y Kamenev habla­ron en contra del texto diciendo que Tsereteli no había leído la misma propuesta que se había aprobado en la reunión del presidium. Con lo cual Tsereteli perdió su habitual dominio de sí mismo y gritó: “¡La próxima vez que tenga que tratar con los bolcheviques insistiré en tener presentes a un notario y dos secretarias!”

      El bolchevique Nogine gritó en respuesta que le daba cinco minutos a Tsereteli para retractarse; este último per­maneció tercamente silencioso y los bolcheviques se valie­ron de este pretexto para abandonar la asamblea. Dejaron la sala en medio del alboroto más tremendo. Hombres que corrían en los pasillos, gritaban, rogaban, lloraban...

      Esta escisión de la coalición marcó el principio y el fin de muchas cosas; fue un verdadero golpe contra las fuerzas democráticas que se habían reunido para defen­derse durante el intento de golpe de Kornilov. Cuando finalmente se sometió a votación la medida, no se per­mitió el voto secreto a los delegados y aquéllos que vo­taron por la coalición sacrificaron su futuro político. De la noche a la mañana, sobrevenía un gran cambio en esa asamblea, alguna vez tranquila. Cuando Spiridonova se levantó e informó a sus compesinos que esta medida los defraudaba en lo relativo a sus tierras, un rugido hosco y amenazante siguió a sus palabras. Mientras observa­ba ese cambio, me di cuenta del significado real de la aprobación de la medida: la guerra civil, un gran movi­miento de las masas hacia las banderas bolcheviques, el surgimiento de nuevos líderes que realizarían la vo­luntad del pueblo, el hundimiento de viejos líderes en el olvido, el principio de la lucha de clases y el fin de la revolución política...

      En la tarde siguiente una pequeña mayoría aprobó la coalición y los delegados salieron cantando bajo la lluvia, después de planear las elecciones del pre-parlamento.

      EL PRE-PARLAMENTO Y EL SOVIET DE LA REPÚBLICA RUSA

      La primera reunión del pre-parlamento tuvo lugar el 23 de septiembre, en la vieja sala triste de la Duma de la ciudad de Petrogrado, y demostró que la maquinaria socialista moderada todavía conservaba el control por medio de la elección de Tcheidze como presidente. Otra indicación del deslizamiento hacia el ala derecha fue la decisión de discutir en sesión secreta el problema de la constitución del gobierno, a pesar de la protesta unáni­me de los bolcheviques, los mencheviques internacio­nalistas y el ala izquierda de los socialrevolucionarios.

      Durante una sesión secreta, Tsereteli llegó del Palacio de Invierno con un informe de la alianza —apresura­damente concluida— entre los socialistas moderados y la burguesía, anunciando que la burguesía entraría al pre-parlamento en la proporción de cien miembros por cada ciento veinte democráticos, que iban a formar una coalición gubernamental y que el gobierno no se­ría responsable ante el pre-parlamento. Entonces, al ser un hecho la coalición, cada quien se puso a deba­tir violentamente al respecto; “Babushka” —Catalina Breshkovski— puso término a esos debates anuncian­do con voz trémula a las dos de la mañana que la coali­ción era lo correcto porque la propia vida humana está basada en el principio de coalición...

      Al día siguiente un debate acalorado se llevó a cabo sobre la cuestión de la pena de muerte en el ejército, se­guido por apasionados discursos pronunciados todos al mismo tiempo acerca de la coalición, la disolución de la Duma, la paz, la huelga de ferroviarios que amenazaba y la cuestión de la tierra, todo lo cual terminó con la re­solución de los socialrevolucionarios que insistía en que la primera tarea del nuevo gobierno debería ser la colo­cación inmediata de la tierra bajo la autoridad de los co­mités generales de tierras de los campesinos.

      En un momento dado reinaba tal estruendo que una violenta discusión entre Trotski y Tcheidze concluyó porque ninguno podía oír al otro. En la tregua que si­guió, Babushka regañó a los delegados diciéndoles que se habían reunido para salvar a Rusia y que no habían dado un solo paso adelante.

      Avkséntiev, en aquel entonces presidente de los so­viets de los campesinos pero ahora completamente al margen del poder, declaró que, si la enmienda sobre las tierras tenía cualquier cosa que ver con poner la coali­ción en peligro, los social-revolucionarios la retirarían. Todo este asunto se resolvió finalmente cuando el pro­pio representante del Comité de Tierras se levantó y ob­servó amargamente que toda la cuestión era un absurdo total y que el Comité de Tierras de los Campesinos no quería saber nada de ello, con lo cual la resolución fue rechazada. A las seis de la mañana los delegados, ago­tados, se fueron a su casa...

      En la mañana siguiente Tsereteli anunció que el nom­bre oficial del pre-parlamento sería el de “Consejo de la República Rusa” y que se reuniría en el palacio Marinski algunos días después.

      De tal modo se acabó el primer intento por estable­cer un poder democrático absoluto.

      El Consejo de la República Rusa

      Desde la escisión de las fuerzas democráticas a pro­pósito de la coalición con la burguesía, que se mani­festó definitivamente por primera vez en el Congreso Democrático, una nueva revolución más profunda y en todos sentidos más significativa que la primera se ex­tendió como un nubarrón de tormenta encima de Rusia.

      Durante semanas el Consejo de la República Rusa se reunió en sesiones infructuosas. La primera noche los bolcheviques, a través de su portavoz Trotski, lanzaron a los presentes una bomba de la cual nunca se recupe­raron. Acusaron al elemento sensato de las clases posee­doras de tener una representación fuera de proporción, como lo habían mostrado las elecciones realizadas en todo el país, y los culparon de tener la intención delibe­rada de destruir la revolución; llamando a los soldados, obreros y campesinos de toda Rusia a estar en guar­dia, los bolcheviques salieron del Consejo para no re­gresar nunca.

      Después de eso el Consejo se reunió día tras día en una sala hostil, dividida, incapaz de adoptar una sola medida. Los mencheviques, los mencheviques interna­cionalistas, los social-revolucionarios de izquierda y de­recha estaban sentados de un lado, los cadetes del otro y la votación para cada medida importante quedaba em­patada. Oradores de la derecha se levantaban y multipli­caban las recriminaciones contra la izquierda, oradores de la izquierda lanzaban maldiciones a la derecha. Y durante todo ese tiempo la masa de gente salía de sus viejos partidos y se unía a las filas de los bolcheviques. Crecía cada vez más el grito: “¡todo el poder a los soviets!”

      De vez en vez Kerenski se presentaba y hacía discur­sos apasionados sin obtener ningún efecto. Lo recibían fríamente y lo escuchaban con indiferencia; los cade­tes a menudo escogían ese momento preciso para leer el periódico. Durante uno de los últimos discursos que hizo en el palacio Marinski, rogándoles olvidar sus di­ferencias y de alguna manera colaborar hasta la forma­ción de la Asamblea Constituyente, estaba tan abatido por la situación desesperada que huyó de la tribuna y al llegar a su sillón se puso a llorar abiertamente ante toda la asamblea.

      Todos aquellos que entendían la situación de Rusia en ese momento sabían que Kerenski era el símbolo de una unión ficticia de СКАЧАТЬ