Gabriel García Márquez. Nuevas lecturas. Juan Moreno Blanco
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СКАЧАТЬ la salida de García Márquez de Nueva York o la supuesta lectura en 1961, de Celestino antes del alba, novela que se publicó en 1967.

      4. Zoé Valdés (2008), al recordar la presencia de Castro en Colombia durante El Bogotazo del 9 de abril de 1948, conjeturaba que la amistad de García Márquez tendría como finalidad la escritura de la verdadera biografía del comandante: «Siempre he pensado que Gabriel García Márquez ha venido tejiendo la novela de su amigo Fidel a partir de este suceso, por declaraciones que ha hecho el propio Gabo. Una novela que quizá con la muerte de Fidel salga a la luz, porque sospecho que el Nobel colombiano ya la tiene escrita. Al menos, El otoño del patriarca, fue un extraordinario ensayo de la misma» (p. 68)

      5. «Un señor muy viejo con unas alas enormes» (1968), «El ahogado más hermoso del mundo» (1968), «El último viaje del buque fantasma» (1968), «Blacamán, el bueno, vendedor de milagros» (1968), «Muerte constante más allá del amor» (1970) y «La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada» (1972).

      6. Agradezco a Daniel Samper Pizano sus precisiones en torno a este punto..

      7. Muy interesante y pleno de aciertos al respecto es el estudio de Beatriz Cynthia Campusano Bakovic (1993), en el cual sostiene no sólo que Juan Vicente Gómez es el paradigma del patriarca, sino que la biografía de Thomas Rourke (1952), Gómez. Tirano de los Andes, constituye la principal fuente intertextual de la novela. A su juicio, «García Márquez se sintió obviamente fascinado con este texto. Debe haber trabajado extensamente en él, e hizo del texto completo un modelo para la producción y la reescritura de la vida del Dictador».

      8. «A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses» Martí (2004, p. 158).

      Diógenes Fajardo Valenzuela

      El coronel Aureliano Buendía le había hablado de la fascinación por la guerra…

      José Arcadio Segundo llegó a la conclusión de que el coronel Aureliano Buendía no fue más que un farsante o un imbécil.

      Gabriel García Márquez

      Cien años de soledad

      No es por azar que en la firma del primer Acuerdo de Paz realizado el 26 de septiembre de 2016 en Cartagena los dos oradores centrales, el presidente Juan Manuel Santos y el máximo dirigente de la guerrilla Rodrigo Londoño Echeverri (Timochenko), hayan citado al premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez. El presidente dijo:

      Gabo –el gran ausente en este día–, que fue artífice en la sombra de muchos intentos y procesos de paz, no alcanzó a estar aquí para vivir este momento, en su Cartagena querida, donde reposan sus cenizas. Pero debe estar feliz viendo volar sus mariposas amarillas en la Colombia que él soñó, nuestra Colombia que alcanza –por fin–, como él dijo, «una segunda oportunidad sobre la tierra». (Santos, 26 de septiembre de 2016)

      El jefe guerrillero terminó su intervención dando la bienvenida a esta segunda oportunidad sobre la Tierra.

      Esto fue días antes de que el pueblo colombiano, cuya alma conocía tan bien el escritor de Aracataca, manifestara desidia frente a un acuerdo que veía mucho más político que histórico y no participara en el plebiscito (63 % de abstención), o expresara en las urnas su negativa a refrendar lo pactado en La Habana, enardecido por un caudal de mentiras sobre cómo podría afectar sus vidas si votaban el Sí –incremento de los impuestos para pagar salarios y prebendas a los guerrilleros, ataque a la familia que tendría que aceptar que sus hijos se volvieran homosexuales, posibilidad casi inmediata de una presidencia de Timochenko, conversión en un país castrochavista–. Todos recordarán las declaraciones del gerente de la campaña del No, Juan Carlos Vélez Uribe, en las que, no sin una buena dosis de cinismo, revelaba indiscretamente que lejos de buscar explicar los acuerdos, se dedicaron a provocar la indignación de la gente para que «saliera a votar verraca». Por supuesto, la estrategia empleada no fue generalizada sino dirigida a núcleos de población específica:

      En emisoras de estratos medios y altos nos basamos en la no impunidad, la elegibilidad y la reforma tributaria, mientras en las emisoras de estratos bajos nos enfocamos en subsidios. En cuanto al segmento en cada región utilizamos sus respectivos acentos. En la Costa individualizamos el mensaje de que nos íbamos a convertir en Venezuela. (Redacción Digital Blu Radio, 6 de octubre de 2016)

      El resultado del plebiscito del 2 de octubre de 2016 fue visto fuera de Colombia como un ejemplo más del realismo mágico que nos circunda. El acuerdo logrado después de largos cuatro arduos años de propuestas y contrapropuestas no logró el respaldo del pueblo, sabiendo que el mayor bien para un país es la paz. Se dice que es el resultado de la polarización causada por las negociaciones en La Habana. Pero en realidad, la sociedad colombiana históricamente siempre ha estado polarizada en dos bandos: creyentes y no creyentes; liberales y conservadores; pobres y ricos; guerrilleros y no guerrilleros; belicistas y antibelicistas. Cien años de soledad subraya esa contienda fratricida en el campo político. «El coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdió todos» (García Márquez, 2007 [1967], p. 125). Al final reconoce que solo se pelea por orgullo o «por algo que no significa nada para nadie» (p. 161).

      No tengo duda alguna de que una relectura de Cien años de soledad en el contexto de las negociaciones de paz iluminaría muy bien las dificultades para llegar a un acuerdo final. En la novela, el narrador relata la llegada a Macondo de «seis abogados de levita y chistera que soportaban con estoicismo el bravo sol de noviembre» (p. 196). Han venido a negociar la paz con Aureliano Buendía. El jefe liberal de los levantados en armas

      […] escuchó en silencio las breves propuestas de los emisarios. Pedían, en primer término, renunciar a la revisión de títulos de propiedad de la tierra para recuperar el apoyo de los terratenientes liberales. Pedían, en segundo término, renunciar a la lucha contra la influencia clerical para obtener el respaldo del pueblo católico. Pedían, por último, renunciar a las aspiraciones de igualdad de derechos entre los hijos naturales y los legítimos para preservar la integridad de los hogares. (p. 196)

      Con la clarividencia que le da el conocer en profundidad las causas del conflicto, García Márquez prácticamente las enumera en la cita anterior. El primero es el problema de la tenencia y posesión de la tierra. Y no es problema de un grupo o de una ideología sino un problema social y político que no ha tenido una solución ni justa ni definitiva. Los grupos paramilitares tenían como uno de sus objetivos también realizar por la fuerza una verdadera reforma agraria y, por lo tanto, hicieron que la tierra cambiara de propietarios en una proporción escandalosa. Y hoy, después de muchos años de realizado el despojo, si alguien se atreve a reclamar la tierra que les fue arrebatada es porque «se quiere hacer matar» («Oiga, cuénteme: ¿usted se quiere hacer matar?» (El Tiempo,, 22 noviembre de 2016, p. 3). El segundo tiene que ver con las creencias y el intento de imponer una forma de vida, una moral cristiana. Los estudiosos ya han comenzado a plantear hipótesis sobre el apoyo masivo de las iglesias cristianas al No. En una sociedad laica, secularizada, ven poco margen de maniobra para sus actividades. La Iglesia católica quedó en СКАЧАТЬ