Profunda atracción - Nuestra noche de pasión. Catherine Mann
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Название: Profunda atracción - Nuestra noche de pasión

Автор: Catherine Mann

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ómnibus Deseo

isbn: 9788413751634

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СКАЧАТЬ alimentada por cocineros profesionales. La cocina sigue siendo un fascinante misterio para mí.

      –Es como hacer un experimento químico –opinó él, llevándose un pedazo de pez espada a la boca.

      –Quizá, en teoría –replicó ella, y probó su zumo de fruta. Un delicioso sabor a coco la inundó. Desde que Rowan la había besado, sus sentidos estaban muy alerta–. Yo soy mejor científica que cocinera. Pero dime, ¿cuál era tu plato favorito de Navidad?

      –Mi madre solía decorar galletas de azúcar y a mi hermano Dylan y a mí nos gustaba comernos toda la decoración y dejar las galletas.

      La imagen los envolvió cómo una cálida manta en inverno.

      –Suena bien. Yo siempre he querido tener hermanos para compartir con ellos momentos como ese. Cuéntame más. ¿Te regalaban trenes o camiones? ¿Bicicletas o jerséis horribles?

      –No teníamos mucho dinero, así que mis padres solían ahorrar todo el año para podernos regalar algo. Les daba un poco de vergüenza no poder darnos más, pero nosotros éramos felices. Muchos de los niños con los que trabajo nunca tendrán lo que tuvimos mi hermano y yo.

      –Suena como si hubieras tenido una familia muy unida. Ese es el mejor regalo –opinó ella.

      Los ojos de Rowan se nublaron un instante.

      –Alrededor de las tres y media en la mañana de Navidad, Dylan y yo nos levantábamos y bajábamos al salón para ver qué nos había traído Papá Noel –contó él, aunque su tono de voz parecía más constreñido que alegre–. Solíamos jugar con todo durante una hora o así y, luego, lo guardábamos otra vez en sus cajas. Subíamos de puntillas a nuestra habitación y esperábamos a que nuestros padres se levantaran. Entonces, siempre fingíamos que los juguetes nos habían sorprendido por completo.

      –Tu hermano y tú compartís un vínculo especial, ¿no es así?

      –Compartíamos –aclaró él con tono seco–. Dylan está muerto.

      –Lo siento, Rowan –dijo ella, sin ocultar la conmoción–. No lo sabía.

      –No tenías por qué saberlo. Murió en un accidente de coche cuando tenía veinte años.

      –¿Cuántos años tenías tú? –preguntó ella, tras un momento de silencio.

      –Dieciocho.

      –Debió de ser horrible para ti y para tus padres.

      –Lo fue –admitió él, jugueteando con las gafas de sol sobre la mesa.

      Un incómodo silencio cayó sobre ellos, mientras los villancicos callejeros seguían escuchándose en la distancia.

      –¿Cuándo pasó, estabas en el reformatorio militar todavía? –preguntó ella, echando mano de lo primero que le pasó por la cabeza.

      –Estaba en mi semana de vacaciones, después de mi graduación.

      A Mari se le encogió el corazón al pensar en todo lo que había perdido Rowan, sobre todo, en un momento en que debía de haber estado celebrando el haber terminado las clases en aquel reformatorio.

      Sin pensarlo, ella le tomó la mano.

      –Rowan, no sé qué decir.

      –No hay nada que decir –negó él, acariciándole la muñeca con el dedo pulgar–. Solo quiero que sepas que te he confiado una parte de mi pasado de la que no suelo hablar.

      A Mari le subió la temperatura al sentir su contacto.

      –¿Me estás hablando de ti mismo para…?

      –Para acercarme a ti –reconoció él con ojos ardientes–. Para que sepas que ese beso no fue un accidente. No soy el santo que la prensa dice que soy.

      No había estado imaginándose cosas, caviló Mari. Rowan Boothe la deseaba.

      Y ella quería acostarse con él.

      El sonido de un camión dando marcha atrás sacó a Rowan de aquel momento mágico. Miró a su alrededor para comprobar que los guardaespaldas siguieran en sus puestos. Vio a dos enamorados sentándose en la mesa de al lado. La pareja de turistas con los que habían hablado antes estaba pagando la cuenta para irse. Una familia llenaba una larga mesa contigua.

      Allí estaban tan seguros como podrían estar en cualquier lugar público.

      Él sabía que no podía mantener a Mari y a Issa bajo llave. Esperaba que, con la protección adecuada, Mari pudiera disfrutar de salir en público. Al imaginársela acosada durante el resto de sus días, apretó los dientes frustrado. Ella se merecía algo mejor que tener que vivir en las sombras.

      Por otra parte, Rowan se dijo que le debía mucho a Issa por haberlos unido. Le conmovía el lado sensible de Mari, la inesperada dulzura que latía bajo su cerebro de científica y sus genes reales.

      Con la ayuda de Salvatore, encontrarían a la familia de Issa o le buscarían un hogar adoptivo donde pudiera ser feliz.

      Sin embargo, no estaba tan seguro de cómo terminaría aquella situación con Mari. Sin duda, ella lo deseaba. Aunque también sentía desconfianza hacia él.

      Una retirada táctica era lo más adecuado, pensó, al menos, hasta que encontrara el momento apropiado para avanzar.

      –Tú debes de haber disfrutado de fiestas de Navidad muy lujosas con tu padre –comentó él, sirviendo café para los dos.

      Mari bajó la vista.

      –Mi padre suele ser bastante discreto. La economía del país se está estabilizando gracias a las exportaciones de cacao, pero el tesoro nacional no está sobrado de efectivo. Me criaron para tener en cuenta mi responsabilidad hacia el pueblo.

      –No tienes hermanos con quienes compartir esa responsabilidad.

      Rowan habló sin pensarlo, quizá porque el recuerdo de su hermano estaba demasiado fresco en su memoria. Se sentía culpable por haberle fallado a Dylan. Si sus decisiones hubieran sido diferentes…

      –Mis dos padres se volvieron a casar y se volvieron a divorciar, pero no han tenido más hijos –explicó ella–. Así que yo soy la única. El futuro de mi país está en mis manos.

      –No suenas muy entusiasmada.

      –Solo creo que debe de haber alguien mejor preparado que yo –indicó ella, y tomó un trago–. ¿Por qué me miras tan sorprendido? No pensarás que soy la mejor opción para mi pueblo, ¿verdad? Prefiero encerrarme en el laboratorio con una cafetera antes que tener algo que ver con el mundo del poder.

      –Creo que harás bien cualquier cosa que te propongas –aseguró él. ¿Cómo era posible que tuviera tan poca confianza en sí misma?, se preguntó–. Cuando entras en una habitación, iluminas todo con tu presencia. Eres como una estrella.

      Ella agachó la cabeza hacia su taza, sin dejar de mirarlo.

      –Gracias por tu voto de confianza. Pero yo prefiero hechos concretos СКАЧАТЬ