Repensar la universidad. Fabio Humberto FSC Hno Coronado Padilla
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СКАЧАТЬ style="font-size:15px;">      Las actitudes de las personas sin duda impactan el mejoramiento o el empeoramiento de las condiciones de pobreza e injusticia social, pero las estructuras sociales las perpetúan o las transforman. De ahí que el cristiano tiene que asumir una posición crítica y proactiva frente a los modelos económicos, los planes de desarrollo y las políticas sociales. De lo anterior se derivan tres dimensiones del compromiso cristiano con los más pobres tanto de manera individual como colectiva:

      a) Lucha por la superación de las injustas condiciones de pobreza y despojo a nivel económico, político, social y cultural.

      b) Despojo del egoísmo para confiar solo en el Señor, actitud esta que la teología espiritual llama: “pobreza espiritual evangélica” o “infancia espiritual”.

      c) Buscar compartir en la vida cotidiana las condiciones de despojo material que deben soportar los pobres. Una opción consciente y voluntaria por el lugar social de los pobres, para ubicarse en él, con un deseo de identificación con los pobres. Ir a su encuentro y a su mundo. La cercanía es necesaria para conocer la realidad de los pobres.

      Finalmente, debemos ser conscientes que la opción por los más pobres trae sus consecuencias:

      a) La asunción consciente y activa de la causa de los más pobres, implica una opción política de solidaridad activa con sus luchas, mediante una praxis histórica de transformación social que utilice las mediaciones sociopolíticas necesarias en cada caso.

      b) La asunción del compromiso con los más pobres, puede conllevar desde un simple desprestigio, hasta la muerte, pasando por el despojo de privilegios, la persecución y el martirio, como castigos infligidos por haberse encarnado en el mundo y en los intereses de los pobres y haber asumido la defensa activa de su causa y de sus intereses.

      c) La pobreza espiritual o infancia espiritual implica la confianza total del creyente en el Señor, en la fuerza plenificante de su amor, que nos lanza a amar al desvalido, a la opción por el más pobre, a la disponibilidad para compartir con los otros, con sentido de justicia y de hambre del Reino de Dios. La práctica de la pobreza espiritual conlleva una actitud de libertad frente a las riquezas de este mundo, compartiéndolas con todos y en especial con los más necesitados, y utilizándolas con sencillez y sobriedad. Implica tener los bienes y las riquezas de este mundo no como un absoluto sino solo como un medio, como un regalo del Señor a todos para su plena realización; estos bienes deben ser compartidos de manera equitativa y solidaria.

      NIVELES DE LA OPCIÓN POR LOS MÁS POBRES

      Uno es el nivel de los principios y otro es el nivel de sus mediaciones. Es importante saber distinguir tanto el uno como el otro. Los principios, los imperativos éticos y teológicos, están en un plano; y en otro están sus mediaciones, es decir, las estrategias, las tácticas, las fórmulas ideológicas que pueden concretar históricamente aquellos grandes principios en cada hora, las posibilidades fácticas que cada coyuntura ofrece o prohíbe.

      Habrá que cambiar de mediaciones e inventar nuevas fórmulas, porque todas ellas son relativas y accidentales, pero seguiría siendo esencial lo que es esencial y absoluto: la opción por los más pobres como dimensión que es del Reino de Dios.

      Todo esto no impide que en una hora histórica concreta una determinada forma de poner en práctica esa opción por los más pobres pierda vigencia. La opción por los más pobres está más allá y más adentro de sus mediaciones, debe llegar a ser solidaridad efectiva y real.

      El signo particular y distintivo del cristiano desde las primeras comunidades de los Hechos de los Apóstoles es la solidaridad efectiva y real con el necesitado. Los cristianos son signos de crédito porque entre ellos se da una solidaridad que no se da en ninguna otra parte.

      Veámos algunos principios básicos de solidaridad cristiana que nos regalan los padres de la época subapostólica y que son inspiradores para nuestra Universidad:

      a) Didajé 4, 5: “No rechazarás al necesitado, sino que comunicarás en todo con tu hermano, y de nada dirás que es tuyo propio. Pues si os comunicáis en los bienes inmortales ¿cuánto más en los mortales?”

      b) Carta de Bernabé, 19, 8: “Comunicarás en todas las cosas con tu prójimo, y no dirás que las cosas son tuyas propias, pues si en lo imperecedero sois partícipes ¿cuánto más en lo perecedero?”

      c) Didajé 1, 5: “Da a todo el que te pide, y no lo rechaces: porque a todos quiere el Padre que se dé de sus dones”.

      d) Doctrina de los xii Apóstoles: “No vuelvas tu espalda al necesitado, antes bien comunica todas las cosas con tus hermanos, ni digas que son tuyas: porque si somos socios en las cosas inmortales, cuánto más debemos dar entrada a partir de estas. Porque el Señor quiere que se dé a todos de sus dones”.

      e) Constituciones Apostólicas vii, 12, 5: “Comunicarás todas las cosas con tu hermano, y no dirás que son tuyas propias: porque Dios dispuso la participación común para todos los seres humanos”.

      f) Hermas, Mand. 2, 4: “Del fruto que Dios te da de tus trabajos da con sinceridad a todos los necesitados, sin andar vacilante sobre a quién darás y a quién no, pues a todos quiere el Señor que se dé de sus propios dones”.

      AMOR OPERATIVO EN Y DESDE LA UNIVERSIDAD

      Los principios permanecen a través del tiempo, las mediaciones van cambiando pero en el fondo ambos buscarán siempre hacer operativo el evangélico: amor a Dios y amor al prójimo. Al respecto la primera encíclica del Papa Benedicto xvi “Dios es amor”, que se presenta como una especie de encíclica programática para el actuar de los cristianos en los próximos años, nos ofrece valiosas orientaciones a la hora de aterrizar la opción por los más pobres, principalmente en lo relacionado con el binomio justicia y caridad.4

      Las mediaciones de la opción por los más pobres serían las que concretizan y harán operativo ese amor a Dios y al prójimo al interior de nuestra Universidad y en su ideal de llegar a ser una institución inserta y al servicio de los más pobres de Colombia. Podríamos lograrlo si pasamos del “blablismo” o del blablablá (conversación ininterrumpida e insustancial) sobre los más pobres al compromiso real de nuestra Universidad con ellos. Tres lineamientos para lograrlo podrían ser los siguientes:

      PRIMER LINEAMIENTO

      Se trata de organizar la vida universitaria alrededor de nosotros mismos u organizarla alrededor del Otro.

       • Organizar la vida alrededor de sí mismo: de su grupo, proyecto, programa, unidad académica, es una concepción egocéntrica de la vida. En últimas es preocuparse por la propia salvación, por las propias necesidades.

       • Organizar la vida alrededor del Otro: es descentrarse, optar por el necesitado.

      Como Universidad tendríamos que descentrarnos de las prioridades que consideramos importantes para hacer de la opción por los más pobres nuestra máxima urgencia y prioridad absoluta. Descentrarse mirando la realidad empobrecida, aprender de ella en ella y buscar transformarla, enriqueciéndola. Cuestionémonos: ¿En nuestras reuniones, decisiones y proyectos colocamos a “los más pobres de primero”? ¿Los más pobres son prioridad en nuestras agendas de trabajo? ¿En nuestros criterios prácticos las necesidades de los más pobres son atendidas? ¿Los más pobres son el criterio por excelencia que guía cualquier actuación?

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